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Un café con Maravilla

Ramón Cairo

BUENOS AIRES -- Testimonio de un encuentro a solas con el campeón mundial de los medianos WBC, el argentino Sergio Maravilla Martínez.

-¿Te puedo hacer una pregunta?
-¿Una más? Sí, claro, adelante...
-¿Puedo convertir todo esto que hablamos en un reportaje?
-Por supuesto, sobre todo si tiene en cuenta algunos off the record.

-Seguro...

Después vino la despedida informal y la mutua promesa de un nuevo encuentro quien-sabe-cuando. "En estos días me voy a México, luego creo que pasaré a los Estados Unidos y de ahí a España, así que... bueno, veremos..."

Un abrazo. Hasta la próxima...

Unas horas antes, llegamos a la pequeña confitería-dulcería de Puerto Madero (el barrio más nuevo y quizás el más exclusivo de Buenos Aires), en donde nos había citado a través de un mensaje de texto de un celular que, a esta altura de los acontecimientos, ya no debe estar habilitado, porque se lo dieron solamente por los días que iba a pasar en la ciudad.

Lugar pequeño, amable y confortable, tan íntimo que de pronto asalta el temor de que no exista privacidad en la charla, de tan cercanas que están las mesas (es, apenas, una impresión, nada más). Por el ventanal se ven los edificios vecinos y algún auto que pasa. A esta hora, después del mediodía, todo está absolutamente tranquilo en la zona. El movimiento está junto al río, con la gente con sus rollers y sus cámaras de fotos y sus auriculares y sus libros en tabletas...

Sergio Gabriel Martínez mandó un nuevo mensaje de texto: "Llego en diez minutos, perdón por la demora". Eso significa que, entonces, serán diez minutos. Para un hombre que lleva diez años cambiando de aeropuertos, habitaciones de hotel, conferencias de prensa, entrevistas y firma de contratos, la puntualidad es casi una deformación profesional. Salvo, claro, cuando alguna entrevista se extiende más de lo pactado, o cuando un avión viene con demoras.

-¿Hace mucho que espera?

-No, los diez minutos tuyos, nada.

Está vestido de jeans y camiseta en T, blanca y con alguna inscripción. Eso lo notamos luego de que quitara una ajustada campera negra, que podría ser de cuero o fibra sintética, no lo sabemos. Zapatos puntiagudos negros, la sonrisa de siempre, los dos celulares, algunos kilos de más. Pide un café "grande" y, efectivamente, le traen un café enooorme, en una taza larga y estilizada enooorme.

-¿Cómo anda todo?
-Bien... anduve mucho por el interior del país, estuve dando charlas motivacionales en diferentes provincias para grupos de empresarios, por ejemplo. Y ahora estoy unos días en Buenos Aires, luego parto a México, tengo que verme con la gente del Consejo Mundial. Bah, en realidad, con el licenciado José Sulaimán, el presidente del Consejo.
-Diste muy pocas notas.
-Sí... estuve con Susana Giménez... Estuve en Duro de Domar, que conduce Daniel Tognetti... no mucho más.
-Después de tu pelea con el inglés Martin Murray (fue el sábado 27 de abril, en cancha de Vélez) mucha gente cambió de opinión sobre vos... De ser comparado con Carlos Monzón, pasaste a ser una suerte de estafador.
-Yo sabía que eso podía pasar (se sonríe y nos parece ver un dejo de tristeza en el gesto). Es que, cuanto mayor es la exposición, mayor es el riego, esto es así.
-¿Cuál fue la falla? Porque queda en claro que no fue, justamente, una de tus mejores peleas... ¿No te habrá faltado mayor tiempo de preparación?
-Yo a la pelea llegué bien. De hecho, creo que mi mayor problema, que era la rodilla, estaba casi neutralizado. Sin embargo, lo que no pude evitar es que mi cuerpo me pasara facturas, y muy serias. Cuando ya estaba por viajar a Buenos Aires, casi una semana antes, salí a correr, como hago siempre. Yo corro en una piscina, para ofrecer resistencia pareja a las piernas. Pues bien, cuando terminé, tenía una tremenda hinchazón en la rodilla. Es más, le saqué una foto y se la mandé a mi doctora particular, la doctora Raquel Bordons , quien vino de inmediato. La verdad es que me asusté y mucho. Me dijo que se había roto una vena. Así que a la tarde, con una venda muy fuerte apretada en la rodilla, me entrené con mucho cuidado, pero para aliviar la hinchazón, la doctora me había hecho una punción y me había sacado sangre, o sea que me sentía flojo.
-¿Hacía falta, entonces, volver a entrenar a la tarde?
-Es que en el avión se gana peso, entonces es bueno entrenar bien ese día, para no subir demasiado.
-Está bien, pero es una sobre exigencia y así lo pagas. De hecho, lo que siempre se te consideró como un gran mérito, eso de entrenar en tantos turnos, finalmente me parece que ha sido un defecto.
-Es posible que sea así. Sucede que, cuando empecé a entrenar en Europa me exigía muchísimo, quería llegar a ser el mejor. Pero, claro, tenía diez, once años menos. Y a lo largo de todo este tiempo creo que le exigí demasiado a mi cuerpo y ahora, a los 38, se nota..., Bueno, de hecho, lo noté. Usted preguntó si yo había calculado bien el tiempo de entrenamiento en relación con el 27 de abril y si, se calculó bien, porque la función se anunció a fines de diciembre, tiempo había. Pero luego vino lo de la rodilla y cuando apenas faltaba un día, creo, para la pelea, empecé a tener problemas en el hombro izquierdo (hombro que, dicho sea de paso, se ha estado tocando todo el tiempo). Ahora bien, ¿qué iba a hacer? ¿Postergar la pelea cuando ya estaba todo en marcha, la televisión, el público, yo, las preliminares, mi rival..? Así que fui y peleé. Sé que muchos dirán que fue una excusa. Bueno, esto fue así. Cuando subí al ring sabía que ni mi rodilla derecha estaba del todo bien ni tampoco mi hombro. Era todo más mental que otra cosa, una preocupación permanente. Así que en el segundo, cuando me rompí la mano izquierda, supe que iba a ser una noche difícil.
-Y lo fue. De hecho, para mí había ventajas para Murray, aunque no se puede hablar de robo.
-No, robo no... Yo creo que fue así: gané los cinco primeros rounds, perdí los siguientes cinco y gané los dos últimos, o sea que tenía dos puntos a mi favor. Hablar de robo ya es otra cosa. De todas maneras, creo que hice lo que no pudo hacer Murray, porque cuando me di cuenta de que estaba o abajo o pareja, decidí salir en los últimos dos rounds a tirar con todo lo que tenía. No pensé más ni en la rodilla, ni en la mano, ni en el hombro. Salí a tirar, a marcar puntos, a ganar esos dos asaltos y los gané.
-¿Y cómo anda la rodilla ahora?

-Creo que mejor. Mucha gente quizás no sepa todo lo que yo dependo de mis piernas, pero yo y creo que casi todos los boxeadores, las necesitamos todo el tiempo. Y como yo no soy boxeador de ataque, sino de defensa, o sea que necesito ante todo ver al rival para contragolpearlo, tengo que estar todo el tiempo pivoteando sobre la rodilla derecha, que es la pierna adelantada. Ya sea para retroceder, para salir a los costados o, de hecho, para avanzar. Y entonces al subir con el tema de la lesión en la cabeza, bueno... ostias, fue complicado de manejar todo eso junto.

Ahora hay tiempo de comer algunas empanadas. Hay de carne, de jamón y queso, de verdura y de pollo. Pide una de cada una, y una gaseosa light. "Estoy en unos 79 kilos; no está mal, pero tengo que cuidarme, porque no quiero irme tan arriba", aclara. Y luego agrega que "Esta confitería es muy linda, pero además, acá soy un cliente más y eso me hace sentir bien, no es agradable estar comiendo y que la gente te esté mirando, impaciente por que termines para sacarse una foto más..."

-Bueno... lo cierto es que Murray fue un rival duro y mucha gente empezó a decir que vendías humo y que había sido una estafa...
-Bueno, a ver... Dijimos que se iba a traer a un rival duro, competitivo, invicto... y se cumplió. Martin Murray no vino a pasear y solamente le faltó ese esfuerzo final que yo si tuve como para quedarme con el fallo. ¿Se imagina si yo lo hubiera puesto nocaut en un par de asaltos? Habrían dicho que traíamos a un paquete... En esto, no se puede conformar a todo el mundo.
-¿Y ahora?
-Y... yo ya por este año no voy a pelear más, así que lo lógico sería que el Consejo Mundial de Boxeo me declare campeón en receso y monte una pelea por el campeonato regular, así luego me dan la chance a mi de recuperar mi corona cuando vuelva.
-O sea que Julio César Chávez Junior sería el principal candidato para esa pelea... Con quien sea, ya que Martin Murray quedó descartado. De hecho, Chávez (46-1-1, 32 KO) peleará en Los Ángeles el 7 de septiembre con Brian Vera (23-8, 14 KO) que es campeón NABO WBO de los medianos.
-Yo creo que va a ser muy difícil que Julito siga en mediano, por lo cual, también es muy difícil que volvamos a pelear, más allá de todas las condiciones que pondré con los test antidoping y el control del kilaje. No creo que pueda seguir en peso mediano.
-¿Y entonces?
-No puedo hablar de lo que no se; yo tengo al menos dos peleas más con HBO y si bien tengo en claro que estoy cerca del retiro, porque me guste o no el cuerpo ya me manda señales permanentes, igual se que haré una o dos peleas más. Para el año que viene tendré 39 años. Y más allá de que mi cuerpo, evidentemente, no es el mismo, seguramente voy a asegurar los entrenamientos para llegar con menos sacrificios.
-Me hace acordar a lo que decía Jorge Locomotora Castro, "Yo no corro por las mañanas, porque soy boxeador no maratonista".
-Viniendo en Castro es un muy buen chiste, porque en realidad, mucho no entrenaba, pero algo de razón tenía, porque él, en cambio, hacía muchos asaltos de guantes que era lo que necesitaba para estar en tiempo y distancia. Pero yo hago todo con mis piernas ante todo, entonces tengo que hacerlo...
-O sea que hablar de rivales, aunque por ahí mencionaste a Miguel Cotto, o de proyectos...

-De rivales, es muy difícil, aunque en el caso de Miguel Cotto sería una buena posibilidad, pero en realidad, no se puede saber qué ocurrirá. Proyectos tengo, porque sigo con las promociones de espectáculos de boxeo, con mi línea de ropa, con mis charlas motivacionales, con la firma con alguna otra empresa... Pero todo eso se sustenta, ante todo, en el boxeo.

De hecho, tuvo tiempo de dar una extensa charla en la librería El Ateneo Grand Splendid, sobre su libro Corazón de Rey, en donde expresó que "Pelear pelea cualquiera, pero no todos pueden escribir", y afirmó que la escritura es una de sus actividades favoritas. Piensa escribir en tono de humor en el futuro y por ello, también, dijo que la compañía de Alejandro Dolina en el acto, se convirtió en una hermosa experiencia.

Pasaron las empanadas, y le sirven lo que se llamaría un nuevo jarrón de café. Revuelve lentamente el azúcar, escucha con atención, a veces se distrae con su celular, pero muy poco.

-Supongo que sabrás que tu ex entrenador, Gabriel Sarmiento, ha declarado que, cuando fue a la cárcel, no lo fuiste a ver nunca más, incluyendo en el tema a su hermano, Pablo, quien hoy es tu entrenador...
-De ese tema no voy a hablar, para nada. Nada. Cuando digo nada, es nada, porque no quiero entrar en ninguna disputa. Nada.
-Omar Narváez también habló cosas sobre tu persona.
-Ya está, lo aclaramos personalmente... bueno, a través de mensajes de texto, pero lo aclaramos, ya está.
-¿Qué opinas de Lucas Matthysse y Marcos Maidana, ganadores también ellos en Estados Unidos?
-Y... ante todo, que me alegra mucho por ambos, por supuesto. Estuve entrenando en Oxnard con Lucas, por eso puedo hablar más de él, y lo que recuerdo es el tremendo poder de sus golpes. Nosotros alternábamos trabajos de ataque y de defensa, y una vez me conectó un tremendo gancho al hígado que... Bueno, uno es boxeador y trata de disimular, pero la verdad es que fue tremendo, es un gran boxeador que además pega, cosa que muchos a lo mejor no saben en Estados Unidos. Y en cuanto al Chino, bueno... ya dije que no lo conozco demasiado, pero tiene un martillo en cada mano y posee un tremendo corazón, yo comenté para HBO su victoria frente a Erik Morales y, por Dios, que coraje que tiene ese hombre, es capaz de noquear a cualquiera.
-O sea que tenés en claro que se acerca el final.

-Hace rato que lo tengo en claro, pero, señor, no me dé retirado todavía, por favor... Hay muchas cosas por hacer aún.

Fue entonces cuando le pregunté si esta charla, absolutamente informal, podía publicarse como reportaje. Dijo que si. Y aquí está.

Luego, tras el final del café, vino el abrazo y la despedida.