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Brasil retoma su historia y se corona

RIO DE JANEIRO -- Brasil se acuerda de su historia. La toma, la bebe. Desde ahora manda un mensaje: El Mundial, en casa, debe quedar en casa. La alerta la envía sin dudas, lo hace con antoridad. Frente al Campeón del orbe. Nada más.

La conquista de su cuarta Copa Confederaciones no tiene objeciones. La Canarinha exhibió al mundo todo su poderío de la mano de Neymar, Fred, David Luiz, Marcelo y todo el grupo de individualidades que ningún otro representativo tiene.

Desde el minuto uno gritó su jerarquía con Fred. Hasta el último suspiro no descansó en establecer su alto potencial futbolístico, sobre una España que quiso, pero no pudo, que buscó, pero no encontró y que ve cómo su generación dorada comienza su extinción.

Hay dos factores clave en el juego. El gol en los primeros minutos de cada tiempo y la heróica salvada de David Luiz, que provocó que minutos después Brasil aumentara el marcador.

Brasil es un maremoto, pero conforme transcurre el primer tiempo se convierte sólo en fuertes oleadas peligrosas en el marco rival. Los locales permiten controlar el juego a una España que tiene aires de grandeza.

A esta roja no se le puede dar el balón. Es un suicidio involuntario. Sus circuitos los prende con el tac, tac, tac, tac de sus toques. Saben dónde moverse y dónde va a llegar el balón, pero en el primer lapso carecen de autoridad para llegar con fuerte peligro a la puerta de Julio César, salvo lo hecho por Pedro.

Hacen suyo el esférico, lo roban, lo trasladan de un sector a otro. respetan su filosfía, pero es insuficiente frente a un equipo motivado no sólo por su gente, sino también por su pasado.

La fortuna de España en el primer capítulo, para no ser goleado, es contar con el mejor o uno de los más grandes porteros de la historia: Iker Casillas. La Roja pudo haberse ido a los vestuarios con dos anotaciones más, pero el portero madridista sabe de estas batallas, está curtido en las guerra y sale bien librado de las mismas.

Iker es parte de la salvación española, parcialmente... Es pieza básica para mantener la ventaja mínima brasileña, aunque en llegadas a su marco sean los mandones los propios anfitriones.

Capítulo aparte merece David Luiz. El central, quien asemeja a Bob Patiño, es la fuerza, el toque la seguridad y el alma en la cancha. El "4" brasileño pronto deberá pedir se le haga una estatua. La salvación de un empate inminente lo puede erigir como el más valioso del partido, aunque no lo sea. Su espíritu indomable salva en la línea y cierra la boca de los españoles que cantaban el gol seguro.

Si Brasil se fue con la ventaja 2-0 al mediotiempo, con el golazo de Neymar, deben darle gracias a Luiz. Sería fácil resumir lo que fue la primera fase, España puso el futbol, Brasil los goles y la afición el empuje para darles armadura a sus jugadores, quienes salieron como guerreros desde el minuto uno, hasta el 90.

La Roja sale con una pesada losa, pero la carga es insufrible cuando Fred, ahora, da la puntilla a un malherido equipo español. Los latigazos incesantes terminaron por vulnerar a un rival que ya no sabe qué hacer con la fuerza amarilla. La velocidad de Neymar, Fred y Oscar hicieron pedazos la defensa rival. Sólo los detuvieron con faltas, como al "10" brasileño, lo que costó la roja de Piqué.

Lo de Sergio Ramos se cocina aparte. El Maracaná no sólo pesa por su historia, sino por la la fuerza de la torcida que lo hace más poderoso. Su falla en el penalti quizá no iba a genera más a España, eso estaba claro.

Brasil grita al mundo que es rey de reyes y frente a ese mensaje, lo único que debe hacer el planeta llamado futbol es agachar la cabeza y reconocer que Brasil, como lo dijo Vicente del Bosque, es el padre del futbol.

Esta noche Brasil gritó fuerte, con autoridad y futbol. El próximo año este monstruo amarillo tiene otro elemento: La confianza de haber obtenido el título en casa.

Está claro que en 2014, para quitarle el título a Brasil, se necesitará no sólo buen futbol, sino algo más que todos los que han jugado este deporte lo saben...