ESPNtenis.com 11y

Historias mínimas

BUENOS AIRES -- Como es habitual, en ESPNtenis.com repasamos las historias paralelas de la semana tenística. Detalles, curiosidades, frases destacadas y todo el color del circuito.

Ante todo, respeto a la marca
Se sabe. Los auspiciantes son parte importante de los tenistas. El polaco Jerzy Janowicz, justamente, es uno de los que lo tiene bien en claro. Luego de un impasse de sponsors en ropa deportiva y un pequeño affaire con la pipa luego de su explosión en el Masters 1000 de París (hasta ese torneo él se compraba las prendas), llegó la marca de las tres tiras en abril. No se equivocaron los alemanes, que tuvieron esta última semana una gran exposición con JJ en Londres.

Janowicz volvió a ser noticia en un torneo importante y captó la atención de las cámaras. No solo por el hecho de avanzar rondas y llegar hasta las semifinales, donde le sacó un set -el primero- al escocés Andy Murray, sino también por el inolvidable e inédito cruce con su compatriota Lukasz Kubot en cuartos de final. El duelo de polacos, jugado en la Cancha 1, tuvo producción previa con foto con la bandera de su país en una terraza de Wimbledon y se ganó lugar en las publicaciones. Y ellos se encargaron de darle el punto final. En una imagen que recorrió el mundo, al finalizar el partido, se intercambiaron las remeras en plena cancha tras el saludo. Bien al estilo de fútbol.

"Fue uno de los partidos más duros de mi vida", dijo Janowicz, remarcando el hecho de jugar esa instancia en Grand Slam y enfrentarse ante Kubot por primera vez. "El cambio de camiseta estuvo muy bueno. Lukasz es un gran amigo y es mi compañero de Copa Davis. Fue agradable para los dos", explicó Jerzy, en una conferencia en la que se lo notó muy emocionado. Kubot también dio su punto de vista ante el cambio de camisetas. "Sucedió muy rápido. Dije 'vamos a cambiarlas'. Hagamos nuestro tenis más famoso y popular. Mostremos que Polonia está en el mapa del tenis. Esto demuestra que lo importante es el juego limpio y nuestra amistad. Luchamos todos los puntos, pero cuando termina el partido somos amigos", remarcó.

Eso sí, al salir de la cancha, cada uno con su auspicio: Janowicz, con las tres tiras; y Kubot, con la pipa. Ante todo, respeto a la marca; y previniendo una sanción del sponsor...

Más vale desafiar
El Ojo de Halcón tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo bueno es que busca darle una dosis de justicia a los distintos fallos arbitrales. Entre las malas, está el límite acordado por partido para usarlo, lo que hace el tenista dosifique sus opciones hasta descartar las menos imaginadas.

Le pasó a Li Na, la mejor tenista china de la historia, mientras disputaba los cuartos de final en Wimbledon ante la polaca Agnieszka Radwanska. La asiática tuvo cuatro puntos para llevarse el primer set pero cayó 7-6 (5), 4-6 y 6-2.

Lo más insólito lo conoció en conferencia de prensa cuando le consultaron por uno de esos puntos clave en el primer parcial. Donde se enteró lo que todos, por televisión, pudieron apreciar durante el mismo partido:

- En el primer set tuviste unos puntos para ganarlo, uno de ellos era un ace que se fue ancho, muy cerca y pediste Ojo de Halcón. ¿Quieres saber si la pelota estaba adentro o afuera?
- Na Li: ¿Fue adentro?
- Sí.
- Na Li: Ok (risas). Gracias, gracias por darme la información.
- P. ¿Por qué no desafiaste?
- Na Li: ¿Por qué me lo dices ahora? (la cara de sorpresa de la china, conjugada con una sonrisa nerviosa, impresionaba). La próxima vez voy a desafiar.

Pasadas otras consultas se le volvió a preguntar por el tema:
- ¿Es algo que no te gusta hacer, desafiar entre el primero y el segundo servicio? Todos nos estamos preguntando por qué no desafiaste esa jugaba.
- Na Li: Tal vez voy a desafiar la próxima vez. Pero es muy difícil porque en la cancha no se podía pensar mucho tiempo. Cuando yo jugaba, ustedes estaban sentados afuera, así que se puede ver más claro, seguramente.

Hubo una vez en donde Na Li no fue aliada de la tecnología. Quizás aprenda la lección.

Anecdotario Bryan
Los hermanos estadounidenses volvieron a ganar un título grande en dobles, conquistaron el "Golden Slam" (los cuatro Majors y el oro olímpico de modo consecutivo) y se acercan a los 100 títulos como pareja. Por eso la conferencia post final fue puro disfrute, con recuerdos de Wimbledon pasados, la génesis del "festejo Bryan" en su época universitaria y cómo ambos han evolucionado en todos estos años. "Muchas grandes historias han tenido lugar aquí", enmarcó Mike. Y el tono nostálgico de la frase dio pie a que los flamantes campeones compartieran algunas de esas anécdotas que marcaron su vida en el All England.

"En nuestro primer Wimbledon -recapituló Mike, yendo hasta 1999- hubo un partido que jugamos contra Alex O'Brien y Sebastian Lareau, que por las lluvias terminó durando tres días. Y nosotros hacíamos el festejo con el pecho todo el tiempo, no mostrábamos nada de respeto por ellos... éramos chicos. Pero entonces en una de las pausas por el clima se sentaron junto a nsootros y cruzamos algunas palabras fuertes. Nos querían matar, básicamente". "Pero eran los "veteranos" marcando su territorio. Lo merecíamos", agregó Bob.

El segundo recuerdo los llevó a 2006 y un inolvidable triunfo en el debut sobre Amer Delic y Johan Kerr, donde terminaron ganando 11-9 en el quinto y días después levantarían su primer trofeo en el All England. Pero la anécdota poco pasó por lo tenístico: "Generalmente uno está contento después de un triunfo -volvió a relatar Mike-. Pero estábamos en el auto y de pronto yo le digo a Bob: ´Deberías haber sacado un poco mejor´. Él lo tomó como algo personal, criticó algo de mi derecha, yo le contesté y el tema se fue poniendo cada vez peor. En un momento directamente le dije ´Te odio´, intercambiamos algunos manotazos leves y después ya estalló todo... Cuando llegamos, mientras subíamos las escaleras, viendo a Bob detrás de mí le di una de esas patadas que dan los caballos y lo hice volar".

"Después de eso subí corriendo -siguió Bob-, pero Mike me cerró la puerta del baño en la cara y se encerró allí. Traté de tirar la puerta abajo pero no pude. Entonces vi su guitarra, tan reluciente... la agarré y la hice pedazos. Se sintió bien y fue el punto final de todo eso". "Al rato, escuchando que todo estaba quieto, bajé las escaleras y Bob estaba cenando. Tomé una silla, me senté al lado y me puse a comer con él", completó Mike. "¿Y sus padres qué decían a todo esto?", les consultaron. "No suelen venir a Europa. Estábamos por nuestra cuenta. Igual nos comportamos un poco mejor delante de ellos", cerró Bob entre risas.

Superstición y tradición
Cuando el cuadro de damas parecía abrirse paso a una campeona inesperada, sin Serena Williams, Maria Sharapova y Victoria Azarenka en el horizonte, la caída de Laura Robson ante Kaia Kanepi resultó un balde de agua fría para el público británico. Y a la hora de buscar un chivo expiatorio, la figura elegida fue la del Primer Ministro, David Cameron, quien en la mañana previa a su partido le había deseado buena suerte a la jugadora desde Twitter. El sensacionalista Daily Mirror no tuvo reparos en llamar al funcionario "Disaster Dave", aduciendo que ya le había dado mala fortuna "al piloto Lewis Hamilton, al clavadista Tom Daley, a Andy Murray y a los equipos nacionales de fútbol y rugby".

Pero la historia no terminó allí. Dos días más tarde, Cameron volvió a utilizar la red social para enviar su apoyo a un tenista británico: el propio Murray, en este caso. El escocés disputó su duelo de cuartos, batalló por tres horas y media ante Fernando Verdasco y transpiró más de la cuenta para levantar una desventaja de 2-0 en sets. El triunfo y el boleto a semis estaban en el bolsillo, pero tantas complicaciones en el proceso fueron suficiente para que la prensa volviera a hablar de "la maldición de Cameron" y hasta le trasladaran la consigna al jugador: "¿Estabas al tanto de ello, Andy? ¿Eres supersticioso?". La respuesta de Murray, claro, fue formal hasta el extremo: "Lo que él publique tiene cero incidencia en mi partido. Cero. Es lindo recibir mensajes del Primer Ministro, pero gane o pierda lo que él diga no tiene relevancia sobre mi juego".

Menos rígido se lo vio al futuro campeón en su choque de semifinales, cuando al término del tercer set le avisaban que cerrarían el techo de la cancha central, ante una inminente falta de luz natural. "¿Me están cargando? Ni siquiera está oscuro. No puedo entender sus reglas", protestaba airadamente en su sector. Claro, la pausa frenaba su envión, luego de ganar un parcial en el que estaba 1-4. Pero lo cierto es que ya entresemana el N°2 del mundo se había mostrado reticente a jugar con techo: "Se siente raro ver tenis sobre césped indoor. Estábamos acostumbrados a jugar así en pistas duras, incluso en algunas de arcilla. Pero no en pasto. Son otras condiciones...".

En el All England Club también pasa...
Deporte blanco, tradicional, fiel a sus costumbres y al respeto. Las situación se potencia en Wimbledon, donde el césped sagrado mantiene religiosamente los ritos... o no tanto.

Últimamente, transgresiones con la vestimenta de los jugadores son sancionadas a medias mientras que el público, algunos de los miles que se acercaron al All England Club durante las dos semanas de acción, no siempre actuaron en forma correcta.

Y lo que sucedió en el partido entre Madyson Keys y Heather Watson no es una excepción. A esto, en la segunda semana se sumó otro pequeño incidente en el partido entre Kirsten Flipkens y Flavia Pennetta por los octavos de final. Cancha 18 de un torneo en el que suceden decenas de cosas a la vez. Pero ante tanto ruido, la belga debió detener el encuentro y comentarle al juez de silla que detrás de ella misma, en una de las terrazas, no dejaban de gritar. Se trataba de un periodista que estaba emitiendo en vivo. ¿Acaso un extranjero que desconoce que en el tenis se requiere silencio y que Wimbledon es el ícono? No, se trataba de un periodista de la británica cadena BBC...

Podría ser una excepción, en una cancha alejada, pero tanto público emocionado gritó en incontadas ocasiones durante los rallies que se disputaban en cancha central al punto de que Novak Djokovic se quejó luego de varios de los interminables puntos que disputó ante Juan Martín Del Potro y hasta el mismo Andy Murray colocó su dedo índice en la boca pidiendo silencio en le partido final. Por lo visto, la pasión llegó a Wimbledon para quedarse.

Trongcharoench... bueno, Wishaya
En la versión junior de Wimbledon, un joven tailandés se anotó su primer victoria en el cuadro principal de un Grand Slam (y segunda en torneos de Grado A), con el agregado de haberla conseguido desde la clasificación. Pero su historia dejó en segundo plano lo tenístico, haciendo que su nombre tomara trascendencia por otra singularidad. Bueno, precisamente, su nombre: Wishaya Trongcharoenchaikul.

Tanta consonante junta, casi a modo de trabalenguas, puede resultar un desafío extra para algún umpire. Pero en el All England el nacido en Bangkok no debió lidiar con ello. "Todos han hecho un gran trabajo pronunciando mi nombre. Estoy orgulloso de ellos", le dijo a la agencia Reuters, con sentido del humor. Pero el jugador sabe que las 19 letras que componen su apellido en más de una ocasión pueden resultar un problema (de hecho la extensión supera lo que alcanzan a ilustrar los tableros de los torneos). Como a la hora de firmar autógrafos, donde el tailandés solo escribe "Wishaya" (imaginen el tiempo ahorrado). "¿Pensaste en cambiarte el nombre? Wishaya Smith, tal vez...", le consultó el periodista. "Puede ser, nunca se sabe", cerró Trongcharoenchaikul. Wishaya...

^ Al Inicio ^