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Relanzar el básquetbol

La jugada más arriesgada de la FIBA parecería ser la del nuevo calendario de selecciones Getty Images

BUENOS AIRES -- El básquetbol mundial parece estar intentando ingresar en una nueva etapa de su ambiciosa historia, en la que busca reimpulsarse dentro de este nuevo escenario que se le presenta a los deportes, ya instalados dentro de la amplia oferta de espectáculos necesitados de atraer al público en su tiempo libre.

Desde la Federación Internacional (FIBA) se viene bajando una línea institucional que puede resumirse en tres direcciones: masificación del deporte, capacitación de entrenadores y jueces y desarrollo de las competencias nacionales y continentales, tanto las de nivel profesional como las de categorías menores.

Tal vez la jugada más arriesgada de la FIBA sea la de su nuevo calendario internacional a nivel de selecciones (que comenzaría a regir desde 2017), con el corrimiento de la Copa del Mundo a 2019 y un nuevo sistema de clasificación, similar al del fútbol.

La FIBA, sostenida en la gestión política que viene ejecutando su secretario general, Patrick Baumann, apunta a un reposicionamiento del básquetbol y a una mejor explotación comercial de cada una de sus competencias, seguramente una de las claras deficiencias que este deporte viene mostrando en las últimas décadas.

El objetivo de hacerlo un deporte más masivo todavía (no se puede soslayar que se trata del juego bajo techo con mayor practicantes en el mundo) se persigue, entre otros caminos, con el marcado interés que se puso en la disciplina del 3x3. Lo mismo que en el desarrollo del minibasquet, para niños hasta 12 años.

Sin embargo, para el mejoramiento de lo estrictamente deportivo la FIBA sabe, y se les recomendó todas las federaciones asociadas, que es beneficioso apuntalar a las ligas profesionales de cada país. Es que no hay dudas de que ellas son el ámbito ideal de crecimiento de todos los jugadores, los protagonistas principales, pero también de los secundarios y hasta de los externos del básquetbol, como podemos ser los periodistas.

Desde las entidades que administran el básquetbol ya no solo se pide que haya ligas profesionales en todos los países. Ahora aconsejan, además, que estas se extiendan la mayor cantidad de meses posibles.

En ese contexto FIBA América viene ejecutando su parte, en un continente con marcadas diferencias de realidades deportivas y con demasiados vaivenes sociales, económicos y políticos, que complican aún más la tarea.

El apoyo a las ligas profesionales, en algunos casos, se complica por la mala relación de las federaciones con las competencias de clubes. Aun así, se acaban de proponer reuniones anuales de los presidentes de todas las ligas para debatir problemáticas generales.

Más allá de esto, si la intención final es tener selecciones nacionales fuertes, se sabe que se necesitan clubes poderosos en ligas bien competitivas para lograrlo.

La entidad continental está cumpliendo con el Plan Visión 2020, con un definido apoyo a algunas federaciones que han quedado muy rezagadas en el mapa basquetbolístico americano. Clínicas para entrenadores (docentes que sepan enseñar el deporte, antes que directores técnicos que sepan ganar partidos) y para jueces se hicieron habituales en los últimos años en países que necesitan una expansión deportiva urgente.

FIBA América se propone popularizar el básquetbol en medio de un continente dominado abrumadoramente por el fútbol. Una complicación que no merece pasarse por alto.

También lucha por fomentar los torneos de categorías formativas en una región con estructuras o ámbitos deportivos disímiles, en la cual muchos equipos, manejados como franquicias, no disponen de divisiones menores, ya que solo se encargan de la competencia profesional y no de la formación básica de los jugadores. Hacia allí apunta también su gestión, para obligar a todos los equipos a presentar un mínimo de categorías para jóvenes.

Ante esto, el recurso que se viene gestionando es el de comprometer a los Estados, ya sean a nivel de una ciudad, una provincia o de la misma nación, para que se encargue de fomentar el trabajo en el básquetbol de base.

Masificar el deporte, captar más seguidores, generar la atención de medios de comunicación y provocar el interés de las empresas parece ser la estructura perfecta. El ideal a perseguir.

A pesar de ser situaciones que parecen hilvanadas unas con otras, es difícil, y hasta polémico, confirmar cuál de ellas es la que provocará el efecto de encadenamiento que lleve a la resolución ideal.

Esa estructura perfecta, en la que convivirían armónica y multitudinariamente equipos, público, medios de comunicación y auspiciantes, no es una fórmula de ejecución matemática y perfecta. En estas zonas hoy todavía se asemeja más a una utopía.

No son pocos los dirigentes que advierten que se debe aprovechar la cercana asunción del argentino Horacio Muratore como presidente de la FIBA para impulsar el crecimiento del básquetbol latinoamericano.

Es que en este continente, fuera de los Estados Unidos, todos deben subirse a esta corriente de evolución que se proyecta. Algunos países para sostener el poderío deportivo que alcanzaron, otros para poder efectuar un necesario despegue y otros para salir del alarmante atraso en el que se encuentran sumergidos. Y todos para encontrar la forma de que ese progreso sea sostenido.