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Fabián: Crecer o perecer

MÉXICO -- Una vieja fábula relata que "un perro caminaba a la orilla de un río llevando en el hocico un sabroso pedazo de carne. En un momento, vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre. Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente".

De esa fábula nació el dicho: "Se quedó como el perro de las dos tortas", que hoy aplica perfectamente por lo que sucedió con Marco Fabián, que no se fue a Qatar, tampoco a Portugal y después de toda una telenovela, con la cabeza gacha, anunció que había cambiado de opinión, que había decidido hacerle el "favor" a Chivas de jugar, por lo menos hasta el Mundial o hasta nuevo aviso, lo que suceda primero.

Sus palabras no conmovieron, sonaron huecas, falsas, retrata su inmadurez, su inestabilidad emocional; "he tomado la decisión de quedarme con mi familia que es Chivas, y a la familia no se le abandona así. Quiero llevar a Chivas a lo más alto".

El "Messi mexicano" como le llamaron en Qatar es un jugador de talento, de grandes condiciones, de buen disparo de media distancia, pero hasta ahí. No ha crecido, no ha madurado, no es Marco, sigue siendo "Marquito", así en diminutivo. Una medalla de oro no basta, no es eterna. Al futbolista debe crecer día a día, es cumplir una meta e ir por otra, la vida del futbolista es muy corta como para detenerse a observar lo logrado.

¿Qué ha ganado "Marquito" con Chivas? Nada. Sus goles al Barcelona o en la Libertadores, sirven para que sus promotores editen videos maravillosos para ofrecerlo en Europa, Arabia o China. Como "Marquito", e incluso con muchísimo más talento que él, he visto decenas de jugadores perderse por la fama tan efímera; Manuel Manzo, Luis Amuchástegui, "Chepe" Chávez, Luis Estrada, Héctor Brambila, Octavio Muciño y la lista es inmensa.

Dicen que es de sabios cambiar de opinión y aunque "Marquito" está lejos de serlo, creo que tomó la mejor decisión, siempre y cuando esté doblemente comprometido a cambiar. La afición chiva está decepcionada con su actitud, con sus escándalos de farándula, con sus irresponsabilidades. Chivas tiene problemas de descenso, un equipo muy limitado y lo necesita. Si las cosas no mejoran, si "Marquito" sigue sin crecer, sin ser constante, la presión terminará por asfixiarlo.

El simple hecho de quedarse en México no le garantiza para nada la posibilidad de ir al Mundial. Ya está el Chaco, Damián y próximamente Lobos, jugadores maduros, hechos, constantes, responsables, que juegan en la posición que quiere "Marquito". En la selección mayor, aun sin naturalizados, "Marquito" nunca ha podido consolidarse como titular, ahora le será triplemente difícil.

Solo el tiempo dirá si fue finalmente una buena decisión quedarse. Si continúa como lo que ha sido hoy su inestable carrera, seguramente se arrepentirá, porque será casi imposible que pueda tener en el futuro las ofertas que tuvo ahora, una de las cuales (Qatar) le hubiera podido, al menos, asegurar el futuro económico de su familia de invertir inteligentemente.

Si continúa siendo "Marquito", Chivas se habrá arrepentido de no haberlo enviado con un moño rojo en la cabeza y como entrega inmediata a Portugal o Qatar por los 10 millones de dólares que ofrecieron, porque difícilmente le darán la mitad.

La tarea que tiene encima "Marquito" no es fácil. Necesita madurar, crecer en todos los aspectos. La presión que tendrá de aquí en adelante será mayúscula. Sí Tigres, Monterrey, León y Pachuca no lo quisieron cuando les fue ofrecido en intercambio por jugadores no fue por falta de talento, sino por un pasado con exceso de irresponsabilidades.

Es hora de crecer y dejar de ser "Marquito". Es hora de crecer o perecer. La decisión es toda suya.