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La peripecias de una noche de Copa

BUENOS AIRES -- La Copa Sudamericana recién comienza para River y para muchos argentinos. El evento deportivo más importante de Sudamericana después de la Copa Libertadores, es esta Copa Sudamericana que vale la pena seguirla de cerca.

Por lo general, a esta Copa la comienzan jugando equipos poco conocidos de los distintos países. Equipos que juegan al fútbol de otra forma, equipos de los cuales hemos oído poco y nada. Sin embargo, nos sorprenden con su fútbol entusiasta e ingenuo.

Asombra el triunfo de Deportivo Pasto, por dar un ejemplo, ante un grande de Chile como es el Colo Colo. El equipo colombiano, de un fútbol vistoso, le ganó con toda justicia a un grande chileno desconocido.

Este tipo de resultados y este tipo de enfrentamientos solo se pueden dar en esta Copa Sudamericana. Se ven muchos partidos interesantes, con equipos que nos entusiasman, como el Pasto colombiano.

Equipos de Brasil, pocos conocidos como Ponte Preta o Criciúma, equipos que uno ni siquiera escuchó nombrar, serán los rivales de Pasto o de Colo Colo.

En el asombro de partidos y clubes y ciudades que uno conoce a través de la Copa Sudamericana, ayer se jugó un clásico argentino y sudamericano. San Lorenzo versus River Plate.
Jugaron en el estadio Monumental y no tuve mejor idea que ir a ver el partido a "Mi cuervo querido", un bar de Boedo donde se reúnen los más duros hinchas del Ciclón.

Fui con miedo, pero mi pasión por el fútbol y el buen dato que me pasó Facundo Soto me empujaron hacia Boedo. No podía seguir viviendo sin conocer ese bar.

"¡River no es mejor que el Cuervo!", me gritó el mozo de la barra y me asusté. No quería vivir un momento de violencia. Se me acercó y oliendo que no era hincha de San Lorenzo me volvió a gritar. Con sus manotas de ex ferroviario me agarró del pulover.

"¡Señor, me está arrugando el bléiser... ¡San Lorenzo, querido, es mucho más grande que River y que todos los equipos del Universo!, le grité en la cara.

El mozo se tranquilizó y me sirvió una cerveza bien fría. Para mi mala suerte, Maidanaa convirtió un golazo de rebote. San Lorenzo no encontraba la pelota y el Monumental era una caldera con cien mil hinchas gallinas alentando al nuevo Grande de América. Ramón Diaz no paraba de dar indicaciones.

En el histórico duelo entre sanlorenzitas y riverplanteses, el equipo de Boedo siempre tuvo las de ganar. Históricamente es superior. Pero no esa noche de frío, donde River le ganó con comodidad, dejándolo en el abismo de la Copa Sudamericana.

Pero lo más importante era que mi vida no entrara en un abismo con la muerte. Un hincha del bar me reconoció. Insinuó que alguna vez escribí una crónica en contra del club de sus amores. Y temblé.

Por primera vez en mi vida, rogé que el equipo de Pizzi llegará al empate para que no me matarán los hinchas enfervorizados del Cuervo.

El gol no llegaría nunca y el facking equipo de Ramón, terminaría jugando el mejor partido de los últimos años. River ganó por la mínima diferencia, en Nuñez estarían todos felices.

No saben las cosas que tuve que hacer para que me dejaran salir del bar.