Alejandro Pérez 11y

Una experiencia diferente

Hace unos días atrás escribí en esta columna de ESPN.com sobre qué se podía esperar de esta casi nueva selección argentina en el Torneo de las Américas de Caracas. Ahora, a poco del comienzo del certamen continental, me gustaría analizar cómo puede llegar a jugar en este equipo de Julio Lamas.

Argentina contará con muchas caras nuevas, algunas desconocidas para el ámbito internacional, dentro de un plantel mucho más joven e inexperto, en el que impacta saber que bajó de 32 años de promedio en 2011 hasta un 25,8 con que se presentará en el Premundial. Las ausencias de Ginóbili, Prigioni, Delfino y Nocioni tienen un peso imposible de disimular.

Distintos nombres significarán obligadamente otras características y otro potencial. La incógnita es saber qué resultados generarán esos cambios.

Sin embargo, dos aspectos muy saludables parecen mantenerse: el compromiso con el equipo nacional y un estilo de conjunto que se impuso hace más de una década como marca registrada.

A partir de allí me interesa abordar situaciones que deberían cumplirse para poder sostener ese estilo de juego, lo que significaría un buen indicio.

La defensa. No se puede jugar bien, mucho menos ganar, sin una buena defensa. Eso ya es un argumento definitivo. Argentina hizo la mejor defensa del Torneo de las Américas 2011, recibiendo 67,8 puntos de promedio.

Pero este equipo, al no tener recursos ofensivos tan abundantes ni seguros como aquel de Mar del Plata necesitará de una defensa firme, concentrada, solidaria y sostenida para compensar esa carencia. Es muy probable que Argentina juegue a marcadores más bajos que en épocas anteriores.

La conducción. Me animo a pensar que ahí estará la modificación más notoria de los argentinos. La ausencia de Prigioni no será sencilla de cubrir. No sólo porque se trata del líder histórico en promedio de asistencias, si no por su influencia en el juego ofensivo del equipo. Esto presentará un exigente desafío para los jóvenes Campazzo, Laprovittola y Fernández (ninguno pasa los 23 años).

Se sabe que Argentina impuso diferencias en este último tiempo ante varios equipos al controlar con rigurosidad el ritmo de juego, haciéndolo lento y negándole la carrera y el ida y vuelta vertiginoso que tanto gusta en este continente. Allí fue decisivo Prigioni, como antes Pepe Sánchez, Montecchia o, más atrás, Milanesio.

¿Podrán hacer algo similar estos bases jóvenes, sobre todo aceptando que por características les gusta acelerar un poco más y sobre todo, tomar más lanzamientos?

Con este panorama no sería extraño que en varios pasajes Lamas apueste a dos de ellos juntos en la conducción, buscando mayor seguridad. Ya lo probó en la preparación. Esto se facilita con Fernández, que por talla (1,93) puede cumplir también como escolta.

No pérdidas. Tal vez por esa misma juventud que los lleva a arriesgar constantemente, deberá prestar atención a no cometer errores con el balón que pueden traerle problemas serios (sobre todo si son en primera línea), en un ámbito en el que, insistimos, gusta correr mucho.

Para evitarlo, se deberá cuidar el balón, controlarlo con circulación y pase extra, y no tanto con piques excesivos.

Este equipo, por el contrario, al tener con jugadores más livianos y explosivos, debería apelar un poco más al ataque rápido. Campazzo y Laprovittola son bases ligeritos y Boccia, Safar, Mata y Espinoza (este lo hace muy bien) llegan mucho en velocidad.

Aquel del 2011, con demasiados años encima, anotó el 14% de sus puntos de contraataque. Veremos si esta versión aprovecha algo más ese recurso.

El ataque. Es muy evidente que Argentina apoyará gran parte de su ofensiva en la productividad de Scola y suena lógico, ya que se trata de un formidable anotador, el líder en las últimas dos ediciones del Torneo de las Américas.

Sin embargo, Lamas está obligado a encontrar otras alternativas. Juan Gutiérrez, aún saliendo como relevo, será otra opción confiable, a la que habrá que agregar algunas más en el perímetro, que aprovechen los huecos que genere la atención especial que las defensas pondrán sobre Scola o las descargas de este mismo provoque.

Mata aparece como un hombre clave, pero dos lesiones durante la preparación le impidieron llegar en mejor ritmo. Más allá de lo que puede aportar Safar con su tiro lejano o Boccia con su uno contra uno, es de esperar que los armadores Campazzo o Laprovittola sumen en ofensiva, algo que en sus clubes suelen hacer. ¿En qué medida lo harán en la selección? Eso está por verse.

Otra alternativa que no podrá sorprender es que Argentina lance muchos triples. Es cierto que hoy es un arma decisiva en el básquetbol moderno. En el título continental de 2011 lideró la estadística con un alto 43% de equipo. Pero más allá de eso, lo hará porque tiene hombres aptos para esa especialidad, como Mainoldi, Safar, Mata y los bases, al tiempo que no cuenta con internos con peso físico para desnivelar en el juego corto en la pintura.

Por supuesto que eso lo hace muy bien Scola (¿es el mejor de la FIBA en esa tarea?), aunque el ala-pivote de Indiana ahora está mostrando una fina puntería detrás del arco.

El rebote. Las mejores actuaciones de Argentina en la preparación coincidieron con una alta eficacia en los tiros de tres puntos. Buena selección de tiros y aceptable puntería serán requisitos que deberá cumplir, además, porque no tiene alguno de esos reboteros que aseguran muchas posesiones por encuentros.

En realidad, los argentinos, ni siquiera en la los pasajes más gloriosos de la "Generación Dorada" tuvieron un reboteador consistente (el mejor en el rubro durante los Juegos Olímpicos fue Ginobili), pero siempre hubo muchos que colaboraban en esa lucha como para compensar.

Varios de los rivales en la preparación lo dominaron en esa faceta, por lo que será algo en lo que Lamas pondrá especial atención.

La presión. No se trata aquí de la presión defensiva, si no de la responsabilidad que afrontará este plantel por responder a los antecedentes inmediatos que la selección argentina supo construir.

Está demás decir que Scola, como líder, absorberá ese compromiso y le quitará algo de presión a sus compañeros. Sin embargo, a la hora de la verdad, será imposible que ese pasado inmediato no influya sobre varios, aún sobre los que ya no son tan jóvenes.

A su favor los argentinos tienen que muchos de ellos conviven con la obligación por los buenos resultados a diario con sus clubes en torneos muy competitivos.

Pero la selección nacional es otra cosa. Es el equipo de todos y el que más atención acapara. Habrá que ver si este grupo es fiel continuador de esa historia reciente plagada de triunfos. O si más allá del resultado definitivo comienza a escribir su propia historia.

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