Dan Rafael 11y

Súper pelea 1: Hearns-Hagler

Es una gran época para el boxeo, con uno de los mejores años del deporte en épocas recientes apenas completando dos terceras partes, y un puñado de grandes funciones todavía por efectuarse antes de que el calendario de la vuelta de nuevo.

Con Floyd Mayweather Jr. defendiendo su corona libra-por-libra contra el mexicano predilecto "Canelo" Álvarez el 14 de septiembre, Juan Manuel Márquez en busca de una quinta corona contra el campeón welter Timothy Bradley Jr. el 12 de octubre y Manny Pacquiao preparándose para llevar boxeo de clase mundial a China contra Brandon Ríos el 23 de noviembre, nunca ha habido un mejor tiempo para celebrar la fastuosidad de las peleas de boxeo como el actual.

Entonces, en los próximos 10 días haremos la cuenta regresiva de las mejores peleas de box en la era de ESPN (remontándonos al 7 de septiembre de 1979, para aquellos que les interese le fecha exacta), seleccionadas por nuestro panel de expertos. Por supuesto, sabemos que pueden existir, ejem, desacuerdos acerca de un tópico tan subjetivo, así que nos gustaría saber qué opinan de nuestras elecciones, recibir las suyas y escuchar cualquier otro comentario que tengan relacionado con nuestro proyecto. Solamente envíen un tuit usando el hashtag #ESPNsuperfights y probablemente destaquemos su comentario.


Hay peleas plagadas de acción, y luego está esto: el espectáculo inolvidable brindado por Marvin Hagler y Thomas Hearns, que se golpearon con un desenfreno insensato tan impresionante, que llegó a ser venerada como la pelea de acción por excelencia, aquella con la que toda las demás son comparadas.

La pelea no duró mucho -- menos de tres rounds completos (8 minutos, 1 segundo, para ser exactos) -- pero quizá fueron los tres rounds más electrizantes en la historia del boxeo. Fueron tres asaltos de violencia pura en el escenario más grande del boxeo, entre dos de los mejores en el negocio que, junto a Sugar Ray Leonard y Roberto Durán, definieron al deporte en la década de los años 80.

Tanto Hagler como Hearns hubieran preferido una pelea contra Leonard. Hagler estaba hambriento por los reflectores y la enorme bolsa que eso traería, y Hearns quería la revancha de su única derrota, un knockout en 14 rounds en su legendaria pelea de 1981, por el título indiscutido de peso welter. Pero con Leonard en uno de sus retiros y fuera del panorama, Hagler y Hearns se apuntaron uno al otro.

Hagler, de 30 años y con récord de 60-2-2 (con 50 knockouts y habiendo vengado ambas derrotas), era el campeón indiscutido de peso medio. Hearns, de 26 años, tenía marca de 40-1 con 34 KO, y había dejado atrás la derrota contra Leonard obteniendo la corona súper welter, pero subiría de peso para retar por la corona de Hagler en las 160 libras.

Muchos olvidan que Hagler y Hearns originalmente estaban programados para pelear en mayo de 1982, pero Hearns sufrió una lesión en la mano derecha, forzando a que la pelea fuera pospuesta y posteriormente cancelada, enfureciendo a Hagler.

Ambos siguieron peleando contra otros rivales, pero cuando fue el momento correcto, Hagler-Hearns fue eventualmente pactada de nuevo, en esta ocasión para el 15 de abril de 1985, en la arena al aire libre del afamado Caesars Palace en Las Vegas. Una promoción masiva le siguió, incluyendo una gira de prensa de casi dos semanas, en más de 20 ciudades por todo el país.

Día tras día, Hagler y Hearns fueron cara-a-cara, se insultaron mutuamente y respondieron las mismas preguntas una y otra vez. Ellos rápidamente se cansaron uno del otro, y se molestaron de tal manera que casi llegan a los golpes durante la gira de prensa. En más de una ocasión.

Para cuando llegó el momento de que entraran al ring, parecía que querían matarse mutuamente.

Tras una enorme promoción, cuando sonó la campana, no hubo momento de espera. Ellos se atacaron uno al otro, y la pelea estaba en marcha. Golpe tras golpe, ningún hombre cedió en un increíble primer round considerado por muchos como el más grande en la historia del boxeo.

Fue una absoluta locura.

Hagler lesionó a Hearns de inmediato con un derechazo, y ellos pasaron el resto del round enfrascados en series feroces de intercambios.

Hearns le propinó una cortada en la frente a Hagler y, como nos enteramos después, también se fracturó la mano derecha -- el arma de poder que había despachado a muchos de sus rivales previos.

"Fue una pelea completa, lograda en tres minutos", dijo el cronista Al Michaels luego que el round terminara.

El ritmo disminuyó en el segundo asalto, pero esto es relativo. No había forma de igualar el ritmo veloz que los peleadores habían impuesto en los primeros tres minutos. De todas formas, estuvo llena de acción pese a que Hearns estaba levemente débil de sus piernas.

Ellos pasaron los últimos 30 segundos del segundo asalto en un intercambio extendido, mientras la sangre brotaba de la cortada en la frente de Hagler. Su esquina hizo un trabajo admirable cerrándola entre episodios, pero se abrió de nuevo en el tercer asalto. Con el rostro de Hagler cubierto por la sangre, el réferi Richard Steele pidió tiempo para que el médico de ringside revisara la cortada.

Consternado obviamente de que la pelea podría ser detenida por la cortada, Hagler se lanzó por el nocaut, presionando aún más de lo que había hecho en los primeros dos rounds. Él impactó a Hearns con un derechazo que lo sacudió y mantuvo la presión, eventualmente conectando otro derechazo limpio al costado de la cabeza de Hearns, que lo tambaleó. Hagler prosiguió con otros dos derechazos que dejaron a Hearns flácido y cayendo a la lona como una toalla desechada. De alguna forma, un Hearns semi-consciente logró levantarse a la cuenta de nueve, pero ya estaba ido. Steele puso un brazo alrededor de Hearns, y ondeó el otro brazo en todo lo alto, poniendo fin a una de las más increíbles peleas en la historia del boxeo.

Hagler, cuyo rostro era cubierto por una máscara de sangre, celebró, mientras Hearns fue cargado de vuelta a su esquina por un asistente. Ellos habían peleado tres rounds que vivirán por siempre.

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