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Esos Piratas de 1992

Han pasado 18 años desde que Andy Van Slyke se la pasaba buscando elevados en las brechas entre los jardines con su mezcla de instinto, velocidad y gracia que le hizo merecedor de cinco Guantes de Oro en su carrera. Cuando Van Slyke no está compartiendo sus opiniones como celebridad invitada en un programa de radio de deportes en San Luis y pasándola bien con su hijo Scott, jardinero con los Dodgers de Los Angeles, rutinariamente se encuentra a fanáticos de los Piratas de Pittsburgh que se le acercan para agradecerle por las memorias.

"Como jugador, uno no se da cuenta del impacto que uno tiene en la cultura de una ciudad hasta que te alejas de ella", dijo Van Slyke en entrevista telefónica. "Veinte años más tarde, la gente te cuenta historias sobre cómo se quedaron para un partido demorado por 2 horas y media y luego conectaste un hit y los enviaste a casa contentos, y ellos tenían que conducir por seis horas para irse a su residencia para levantarse temprano a trabajar el lunes. Una chica en San Luis me dijo que todavía tiene guardada en su armario una de mis viejas camisetas de los Piratas. Ella no la usa, pero todavía la conserva como un tesoro preciado".

Ese es el tipo de sensación que Jermaine Allensworth, Rob Mackowiak, Lastings Milledge y otros Piratas de reciente (y triste) cosecha no han tenido el placer de experimentar.

Los Piratas están a punto de echar un ancla emocional de 20 años al Rio Allegheny cuando arriben a su 81ª victorias y rompan la racha más larga de temporadas por debajo de los .500 para cualquier equipo en la historia de los deportes profesionales en Norteamérica. El manager Clint Hurdle y sus jugadores están recibiendo mucha felicidad de parte de los aficionados de los Piratas que necesitan volver a revivir los días en que eran liderados por Willie Stargell, en que su lema era "Somos una Familia" ("We Are Family") --y antes de eso por Roberto Clemente y Bill Mazeroski -- para volver a sentir aprecio y sentimiento por el equipo.

Andrew McCutchen y sus compañeros están reavivando algunos recuerdos agradables para los miembros del equipo de Pittsburgh de 1992, que están encantados de ceder el honor de ser el equipo de los Piratas en no ser un lastre para el orgullo cívico.

En el verano del '92, Pittsburgh era una de las franquicias modelo en el béisbol de Grandes Ligas. Los Piratas tenían un manager rudo y hablar simple en Jim Leyland, una superestrella en el jardín izquierdo en Barry Bonds y uno de los mejores lanzadores abridores en el béisbol en Doug Drabek. Ellos sobrevivieron la partida de su estelar jardinero Bobby Bonilla a los Mets de Nueva York a través de la agencia libre, y lograron record de 96-66 para ganar el cetro del Este de la Liga Nacional con nueve juegos de ventaja antes de quedarse cortos de llegar a la Serie Mundial ante Atlanta.

Los jugadores de Pittsburgh -- y los fanáticos -- no tenían idea de la impresionante serie de contratiempos, verguenzas y otras indignidades que les esperarían en las próximas dos décadas.

Bonds partió hacia San Francisco como agente libre, y los Piratas cayeron a ganar apenas 75 juegos en el 1993, y los golpes siguieron llegando. ¿Quién puede olvidar a Derek Bell declarando la "Operación Cierre" en 2002, o Randall Simon siendo noticia al año siguiente por tomar un bate para golpear una salchicha corredora en Milwaukee?

Los Piratas se poncharon al darle contratos de cuatro años a Kevin Young y Pat Meares, y desperdiciaron selecciones de primera ronda en el sorteo con Bryan Bullington, John Van Benschoten y Daniel Moskos. El manager Lloyd McClendon fue noticia al arrancar la primera base de sus cimientos y llevársela al dugout, y el gerente Dave Littlefield esencialmente regaló a Aramis Ramírez y Kenny Lofton a los Cachorros de Chicago en una movida para reducir salarios ordenada por los dueños.

Los Piratas se mudaron del estéril Three Rivers Stadium al hermoso escenario del PNC Park en 2001, pero aun así las derrotas seguían llegando. Jason Bay, Brian Giles y Jason Kendall fueron seleccionados al Todos Estrellas y Freddy Sánchez venció a Miguel Cabrera por el cetro de bateo en el 2006, pero esos jugadores cayeron víctimas de la maldición bautizada por el lanzador Jason Schmidt como la "Bucco Malaise" (Maldición del Bucanero). Los Piratas sufrieron un golpe adicional cuando José Bautista, un ex egresado de las fincas de Pittsburgh, explotó como una superestrella con 50 cuadrangulares en Toronto.

Al considerar todas las cosas, los fanáticos y jugadores de Pittsburgh han caminado un sendero por la selva del béisbol que se puede considerar de proporciones bíblicas. "Pops" Stargell, quien falleció el día en que abrió el PNC Park, fue el JMV de la Serie Mundial cuando los Piratas ganaron su más reciente cetro en 1979.

"Pongámoslo de esta manera: La última vez que los tipos en 'Duck Dynasty' se afeitaron fue cuando los Piratas ganaron el campeonato", dijo Van Slyke.

Lazos de union a través del camerino

Para poner todo ese sufrimiento en perspectiva, es justo e ilustrativo reflexionar sobre los desarrollos deportivos no relacionados al béisbol que han ocurrido en la Ciudad del Acero desde que los Piratas tuvieron por última vez un record ganador:

• En 1992, el coach de primer año Bill Cowher llevó a los Pittsburgh Steelers a un record de 11-5 y un puesto en los playoffs de la NFL. Los Steelers han logrado record combinado de 212-123 (para porcentaje de victorias de .633), han llegado 14 veces a los playoffs, han ganado dos Super Bowls y han perdido otros dos desde que los Piratas superaron por última vez la barrera de los .500.

• Mario Lemieux, Kevin Stevens y Tom Barrasso llevaron a los Pittsburgh Penguins a su segundo campeonato consecutive en la Stanley Cup de la NHL en 1992. Lemieux sobrevivió un linfoma de Hodgkin's, fue exaltado al Salón de la Fama del Hockey en 1997 y fue parte de un grupo que compró el equipo dos años más tarde. Los Penguins han conseguido record ganador en 16 de las últimas 20 temporadas, y ganaron otra Stanley Cup detrás del fenómeno Sidney Crosby en 2009.

• Los Pitt Panthers han hecho 12 apariciones en el torneo de baloncesto de la NCAA desde 1992. Eso incluye cinco viajes al Sweet 16 y una aparición en el Elite Eight en 2009.

Para aquellos que prefieren marcar sus noticias deportivas a través de señales culturales de Estados Unidos, "The Silence of the Lambs" fue la gran ganadora de los Oscares de 1992 y Natalie Cole arrasó en los Grammys. Otros eventos noticiosos de 1992: el presidente George H.W. Bush se enfermó y vomitó en una cena de estado en Japón, Kurt Cobain se casó con Courtney Love, Johnny Carson hizo su aparición final en el programa nocturno "Tonight Show" y la gasolina costaba $1.13 el galón.

Recordar los viejos días es una labor de amor para los viejos Piratas, muchos de los cuales siguen vinculados al béisbol en alguna capacidad.

Leyland se ubica 15º en el listado de managers con más victorias con 1,755 triunfos, y el ex receptor (y manager) McClendon y el ex coach Gene Lamont son parte de su equipo de trabajo en Detroit. Dave Clark y Jay Bell son coaches de Grandes Ligas, y Steve Buechele es un manager de liga menor con la organización de Texas. Bob Walk y John Wehner, otros dos miembros de la escuadra de 1992, son miembros de la transmisión de televisión en Pittsburgh. Un lanzador novato llamado Miguel Batista hizo una aparición especial de dos entradas para los Piratas en abril de 1992, y Kirk Gibson, que es ahora el manager de los Diamondbacks de Arizona, bateó .196 en 16 juegos con Pittsburgh antes de ser dejado libre en mayo.

Gary Varsho, un jardinero sustituto y favorito de Leyland, es ahora escucha con los Angelinos de Los Angeles. Sigue recordando el tomar su posición entre entradas en el Three Rivers Stadium y ver al mismo fanático con un letrero que decía "Los Bucs de Leyland Juegan Duro (Leyland's Bucs Play Hardball)". El mensaje resonó contra su cerebro.

"Siempre me tome ese mensaje como algo personal", dijo Varsho. "Estábamos orgullosos de utilizar ese uniforme y de ganar por esa ciudad. En Pittsburgh el ambiente es diferente. Ellos esperan tener jugadores que dejen todo por el equipo de la manera correcta. El haber pasado 21 años sin ganar -- eso es algo duro".

Los viejos Piratas eran un grupo talentoso con una actitud divertida y con mucha camaradería. Ellos solían darles a los jugadores que hicieran jugadas estúpidas una estatuílla dorada conocida como el "Sammy Award", en honor al favorito del camerino en 1980 Sammy Khalifa. McClendon recibió ese premio una vez por olvidar dejarle boletos a su esposa, y el receptor Don Slaught recibió otra por casi batear fuera de su turno. Incluso Leyland capturó un Sammy por estar en el baño mientras Bonilla era casi expulsado de juego por argumentar con un árbitro.

La plantilla completa de Pittsburgh se unía a través del baloncesto. Durante la temporada 1991, Van Slyke entró al camerino un dia con herramientas y una sierra y colocó un pequeño canasto en el medio del cuarto, y así nació el torneo Alrededor del Mundo del equipo. Los Piratas utilizaban pequeñas pelotas de baloncesto hechas con goma, y que tenían logos de Pizza Hut, y tenían que mantener varias en reserva , porque el intermedista puertorriqueño Jose Lind coleccionaba cuchillos, y le gustaba cortar las pelotas que invadían su espacio en el casillero.

Mike LaValliere, el diminuto receptor de New Hampshire, venció a Bonds, Bonilla y Van Slyke en el torneo antes de perder con el jardinero Curtis Wilkerson en las finales. Randy Tomlin, un lanzador zurdo fino, que medía 5 pies 11 pulgadas, ganó una segunda competencia. Decir que los torneos eran intensos era decir medias verdades.

"Ellos se lo tomaban bien en serio", dijo el ex coach de los Piratas Rich Donnelly, quien es ahora manager de liga menor en la organización de los Mets. "Los chicos estban tan molestos por perder en el torneo de Nerf, que casi no querían salir a jugar un partido de playoffs. Pienso que Bonds perdió ante Van Slyke y no le habló por toda la postemporada".

Eso no era algo inusual. Una vez Bonds se refirió a Van Slyke como la "Gran Esperanza Blanca", y la dinámica entre ambas superestrellas era en su mejor momento helada.

"Esos dos nunca se hablaban uno al otro except cuando Andy le gritaba 'La tengo' en los jardines", dijo Donnelly.

La desesperación y, por último, una nueva esperanza

La línea de demarcación entre el éxito y la tortura se convirtió en oficial cuando Francisco Cabrera de los Bravos conectó sencillo que trajo al plato a Sid Bream en el Atlanta-Fulton County Stadium en el decisivo Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional de 1992. Cuando el oficial Randy Marsh declaró a Bream quieto, se desató una depresión a nivel de toda la región del oeste de Pennsylvania. Dada la economía de la región, los Piratas sabían que ellos tendrían problemas para mantener intacto su roster. Cuando Bonds se fue para firmar un contrato record de seis temporadas y $43.75 millones con los Gigantes en diciembre de 1992, comenzó de forma no oficial el declive.

"Sid Bream se deslizó, y la ventana se cerró sobre nuestros dedos", dijo Van Slyke. "Hay bebés que nacieron en Pittsburgh que se fueron a la Universidad y que nunca han visto a su equipo ganar. En esencia, ellos perdieron una generación de fanáticos de béisbol".

El hijo de Donnelly, Bubba, estelar jugador de baloncesto en Robert Morris University a principios de la década de los 90, se tomó bien a pecho esa derrota.

"Yo vivía en Ohio en el area tri estatal, y se lo que le sucedió a esa ciudad", dijo Donnelly. "Fue como si hubiese muerto un familiar. La gente tuvo que ir a consejería. Hubo personas que moderaban programas radiales y que no pudieron hablar. Nos montamos en el avión de vuelta a casa, y Andy Van Slyke lo tildó como 'el vuelo a ninguna parte'.

"Bubba lloró tanto esa noche, que su ojo se infectó. Fue al oculista al día siguiente, y mientras estaba sentado en la silla al serle examinado el ojo, le dijo al médico lo que le había ocurrido, y el doctor comenzó a llorar también. Entonces las enfermeras comenzaron a llorar con ellos. Eso le desgarró el corazón a todo el mundo".

Por algún tiempo, los fanáticos incondicionales de los Piratas estuvieron reacios a creerse el éxito del equipo este año por temor a que les rompieran de nuevo el corazón. Los Piratas tuvieron buenos inicios de temporada en 2011 y 2012 para colapsar en agosto y septiembre, así que los locales tenían sus razones para dudar.

Pero los fanáticos han vuelto a creer. El promedio de asistencia de Pittsburgh de 26,787 fanáticos es el más grande desde la inauguración del PNC Park, y Hurdle le dice a los reporteros cada día los cuentos de las buenas recepciones que obtiene en sus viajes al Starbucks y a la tienda Giant Eagle.

Los Piratas, en medio de una gran serie con San Luis este fin de semana, han tenido algunos problemas recientemente, y se han demorado un poco más en llegar a la marca de 81-81 para hacer su temporada de .500 algo oficial. Pero solo es cuestión de tiempo. ¿Podrán valerse de la magia de esta temporada para que su viaje a la postemporada dure más que un solo partido entre comodines de la Liga Nacional? Esa es la siguiente gran pregunta.

LaValliere, quien vive en Bradenton, Fla., siente que los Piratas están listos para dar el paso adelante cuando pasó casi dos meses ayudando al coach Jeff Banister a trabajar con los receptores del equipo en la Liga de la Toronja.

"Al final del entrenamiento primaveral, ellos enviaron a algunos jugadores de Grandes Ligas a Triple-A", dijo LaValliere. "En años recientes, ellos tenían a tipos de Triple-A jugando en Grandes Ligas. Ese fue el primer indicio de que tenían un equipo sólido. Ellos tenían mucha más profundidad y tenían muchos brazos buenos, así que no me sorprende lo que ha sucedido. Personalmente, no creo que ellos se vayan a conformar con romper su mala racha. Ellos buscan más".

Por lo menos, el final de esa humillante racha de 20 años de futilidad será causa para que los fanáticos de béisbol en Pittsburgh abran su bebida fría favorita y celebren. Como dice Donnelly, ningún equipo ha ganado una Serie Mundial con record perdedor.

"He sido fanático de los Piratas desde que tenía 5 años, y se una cosa", dijo Donnelly. "El día que pasen la marca de los .500 o que ganen el banderín -- o ambas -- va a haber mucha celebración allí".