<
>

Oscar, un legado indiscutible

Oscar Schmidt levanta un trofeo que recibió al superar los 40 mil puntos de su carrera en 1998 Getty Images

CARACAS -- Hay figuras difíciles de olvidar en el mundo del básquetbol, por su singularidad, por su vigencia más allá del tiempo y por los logros conseguidos. Porque sólo unos pocos son capaces de conquistar los corazones de tantas naciones, de tantos enemigos.

Óscar Schmidt es uno de esos jugadores implacables temporalmente y son pocos los que no recuerdan alguna de sus actuaciones estelares, como aquella inolvidable final de los Juegos Panamericanos de 1987 en la que la selección de Brasil se deshizo de EEUU con un Schmidt prodigioso (46 puntos); o cuando él solito le levantó un partido a Puerto Rico en los Juegos Olímpicos de Atlanta con un triple que gestó la victoria en los últimos instantes.

Decidió no formar parte del elenco 'latino' en la NBA y alimentó sus récords individuales en Italia, España y Brasil. No le hizo falta brillar en la liga más potente del mundo, pero su compromiso quedó intacto en aras a convertirse en una auténtica máquina anotadora con un estilo más que definido. Incluso muchos, como el seleccionador de República Dominicana, Orlando Antigua, dicen alto y claro que Schmidt es "tan grande como Michael Jordan".

Por eso, por ser el máximo anotador en la historia de los Juegos Olímpicos (1.093 puntos), porque no hay nadie que haya metido más canastas que él en un partido de Olimpiadas (55 puntos ante España en 1988), por sus triunfos a nivel de clubes (se le retiró la playera en cuatro equipos) y por haber anotado 49,737 puntos a lo largo de su carrera (11,000 más que Kareem Abdul Jabbar); por todo eso y mucho más, Schmidt merece el reconocimiento mundial, trasladado en su última expresión gracias al hueco que tendrá en el salón de la fama de la NBA, un hecho que no deja de ser paradójico tras su negativa a participar en la liga.

EL FAVORITO DE SCOLA

Luis Scola creció gozando con el juego de Schmidt, al que adoró cuando le veía desde abajo, desde la ilusión de aquellos 10 años de edad y un racimo de sueños por cumplir.

"Óscar Schmidt fue siempre mi jugador favorito", confesó Scola antes del arranque de la segunda ronda del Campeonato FIBA Américas. "Lo vi en el Mundial del 90, cuando vino a jugar a Argentina. Yo estuve limpiando los pisos y tengo una foto con él", recordó rememorando la suerte que tuvo en aquel episodio.

"Curiosamente, se me veló todo el carrete, antiguamente no había cámara digital, era sólo carrete y la única que no se me veló fue la del "Pipoca" (João José Vianna) y la de él. Fue uno de mis jugadores favoritos. Después de 10 años jugué contra él. Él, jugando en el Flamengo y yo jugando para el Tau. Lo disfruté un montón".

'PICULÍN' UN ENEMIGO A SUS PIES

El boricua, Rafael 'Piculín' Ortiz, se midió a él durante toda su carrera y compartieron sentimientos comunes al ser otro de los jugadores que renegaron de la NBA, a pesar de que 'Picu' llegó a jugar en la liga estadounidense.

"A veces, algunos jugadores éramos apáticos a ir a la NBA porque amábamos mucho jugar con nuestro país", afirmó el puertorriqueño. "Sabemos que la NBA es una liga profesional en la que ahora se están viendo más los roles que antes. Quizás él entendió que no era su liga, al igual como lo entendí yo, aunque estuve y salí", confesó el que fuera jugador de Utah Jazz entre las campañas 1988 y 1990.

"Es un gran jugador, no hay duda de eso. Los número están ahí. Yo considero que es el primer jugador FIBA. Para mí es un jugador que ha roto todos los récords habidos y por haber, un gran guerrero, un ser humano excelente. En la cancha, su dominio total de anotaciones en cada juego era impresionante", apuntó.

Y 'Piculín' se queda con un momento clave para la carrera de Schmidt: la final de Indianápolis en la que Brasil le arrebató la presea a EEUU. El que fue su rival en numerosas ocasiones desarma las teorías de aquellos que piensan que Schmidt siempre le tuvo ganas a los estadounidenses.

"Me quedo con los puntos que siempre anotaba contra EEUU. Óscar se transformaba jugando contra EEUU. Por eso, mucha gente dice que le tenía mucho coraje por la NBA, pero yo no creo que fuera eso. Era simplemente el competidor que siempre fue. Siempre se hablaba que los mejores jugadores era NBA pero ahí estaba Schmidt para decir lo contrario", argumentó.

COACH MORALES LO SUFRIÓ

Carlos Morales, que actualmente cumple funciones de asistente de Paco Olmos en la selección de Puerto Rico y que estuvo siete años como coach de Puerto Rico, también sufrió en sus carnes la mordiente de Schmidt.

"Nosotros tuvimos el honor y al mismo tiempo la dificultad de tener que jugar contra él muchas veces. Era un tirador impresionante, un jugador que quizás no hacía otras muchas cosas, que no entraba al rebote o no defendía mucho, pero como tirador es muy difícil que haya habido uno mejor que él", comentó el también analista de ESPNDeportes antes de recordar aquella cita en la que se deshizo de su selección en los Juegos Olímpicos de Atlanta.

"Teníamos una ventaja en el último minuto y él dijo 'no, este partido no lo voy a perder'. Le sacó una falta con mucha inteligencia a su defensor y luego anotó los tres tiros libres y anotó otra canasta. Se echó el equipo al hombro y nos ganó", apuntó.

A Morales siempre le impactó la manera en la que lanzaba a canasta Schmidt, una forma singular y completamente anormal.

"Definitivamente, me quedo con su capacidad para lanzar. Estamos hablando de un jugador de 2.03 metros. De mucha estatura sacaba el balón desde muy arriba y la parte de la cabeza era imposible defenderle el tiro. Es que no sólo era defenderle el tiro, es que tú mirabas el tiro y decías, 'no, ése es un disparo malo, está lanzando echándose para atrás, está a ocho metros del aro', y las encestaba de todas formas", recordó.

DERROTA DE BRASIL ECLIPSA EXALTACIÓN

Schmidt tuvo una carrera de lo más prolífica después de participar en cinco Juegos Olímpicos luego de 29 años en la élite del básquetbol. Su recompensa ha llegado de muchas maneras distintas (miembro del Salón de la Fama FIBA desde 2010 y la inducción al Salón de la Fama de la NBA que se producirá el domingo), pero la vida le ha jugado una mala pasada luego de habérsele diagnosticado un cáncer cerebral.

"Todos respetan a Óscar por lo que hizo, pero ahora se habla más de él por el tema del cáncer cerebral", comentó Fábio Aleixo, periodista brasileño de Diário Lance!,

"La inducción será un acontecimiento muy importante para el baloncesto de Brasil. Lo malo es que este reconocimiento no va a tener tanta atención por el fiasco del equipo acá (Campeonato FIBA Américas). Ahora se habla mucho más de los problemas y las deficiencias que hay con el equipo de Brasil que con la entrada de Óscar en el Salón de la Fama. La entrada de Óscar puede quedar eclipsada", afirmó el periodista.

Pero ésta se producirá, y la nación entera, acompañada de todas las generaciones que le vieron en acción y un mundo del básquetbol rendido a sus pies, gozarán al ver a Schmidt recibir otro reconocimiento a su dilatada y espléndida carrera.