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El dueño

Vettel obtuvo su segunda victoria en fila y sexta en una docena de carreras este año AP

BUENOS AIRES -- El 64° Campeonato Mundial de Fórmula Uno ya tiene dueño. Es de uno conocido en estos tiempos, Sebastian Vettel, quien despuntó a la notoriedad cinco años atrás cuando apenas cumplidos los 21 ganó bajo la lluvia y con Toro Rosso en el templo de los adoradores de la velocidad: Monza.

El alemán Vettel, desde aquel día el vencedor más joven de la historia, volvió a triunfar en el Autodromo Nazionale. Su segunda victoria en fila y sexta en una docena de carreras este año le reporta una ventaja de 53 puntos en el certamen, lo que se traduce como más de dos competencias de diferencia con respecto a Fernando Alonso, su vencido en Italia. Luego de la despedida de Europa, el campeonato es de Vettel y Red Bull. Sólo ellos pueden perderlo.

Cuando quiso y como quiso, tal los métodos que suele usar el tricampeón, Vettel marcó el ritmo al cabo de los 53 giros. Sostuvo la pole position en la largada, aún cuando el precio fue frenar a último momento en la primera variante, con bloqueada de la rueda delantera derecha incluida, lo que le dejó una gran vibración durante las primeras vueltas hasta que paró a cambiar neumáticos. Los movimientos fueron precisos. En la única detención, pasó del compuesto más blando elegido por la mayoría para el comienzo al caucho más duro, y administró recursos según el pedido del equipo desde boxes.

El único sobresalto del campeón se lo provocó la caja de velocidades, que Red Bull había retocado para presentarse en Monza, el circuito con más alta velocidad final, y que tiene un gran porcentaje de tránsito con el acelerador a fondo. Desde los garages instaron a Vettel para que acortara los cambios altos. Así, el alemán empezó a pasar de sexta a séptima marcha antes de que el motor alcanzara su tope de revoluciones. Su compañero Mark Webber recibió una instrucción similar, pero el sufrimiento de su RB9 estaba en los cambios bajos. El australiano, que se despide del Mundial, tuvo que apurarse para pasar de segunda a tercera y de tercera a cuarta.

Si Red Bull no consiguió un doblete en la casa de Ferrari fue porque Fernando Alonso se metió en medio de los autos diseñados por Adrian Newey. El asturiano se esmeró por recuperar temprano lo perdido en clasificación, luego de ese malentendido con el equipo para trabajar en la succión de Felipe Massa. Una partida de las suyas, veloz en el arranque y precisa para acomodarse en la fila, le permitió al bicampeón 2005/2006 saltar de quinto a tercero al llegar a la chicana inicial. Camino a la Curva Grande empezó a apurar a Webber, a quien no tardó mucho en superar. Lo hizo poco después, con una precisa maniobra que inició por afuera al frenar en la Roggia. En ese lance, un roce dañó el spoiler del Red Bull.

Con el único objetivo de arrimarse a Vettel en la pelea del campeonato, Alonso y Ferrari tomaron riesgos estratégicos que no pagaron tan alta apuesta. La Rossa mantuvo en pista a su piloto con gomas blandas un par de giros después de que el alemán cambió neumáticos, pero el intento de acortar la brecha con el líder no prosperó. No bien volvió a pista, Vettel dejó en claro que tenía resto para sostener el embate y al español no le quedó más recurso que detenerse para montar el caucho fresco.

Los Red Bull y las Ferrari terminaron encastrados en perfecta sincronía: adelante los primeros pilotos de cada escuadra, seguidos por sus escuderos. Massa, que temprano le había dejado paso a Alonso no bien el ovetense se deshizo de Webber, no pudo contener al australiano, que quedó adelante luego de la detención, y por eso no subió al podio. La permanencia del paulistano como compañero de Alonso en la Scuderia requiere de una rápida reacción para levantar su juego.

Si la consistencia y contundencia de Vettel ya no sorprenden, otro alemán llamó la atención en Monza. Nico Hülkenberg, que de viernes a sábado mejoró más de 2s3 su tiempo con el Sauber-Ferrari y supo colarse tercero en la clasificación, concluyó quinto con el auto del equipo suizo. El increíble Hülk perdió un par de puestos camino a la primera curva, pero luego sostuvo el ritmo para cerrar una carrera memorable mientras busca opciones para 2014. Sauber, que contará con una fuerte asistencia económica de consorcios rusos que impulsan a un piloto novato, lo liberó para que busque otra escudería.

Como si el triunfo no fuera suficiente para su escape en el campeonato, Vettel contó con ayuda externa. Lewis Hamilton y Kimi Räikkönen no pudieron remediar el estropicio de la clasificación. El inglés, que largó 12°, apenas pudo arribar noveno. El finlandés, que en la carrera anterior cortó una larga seguidilla de arribos en la decena que anota puntos, padeció en el comienzo la rotura del alerón delantero luego de un toque con el mexicano Sergio Pérez y jamás estuvo en condiciones de arrimarse al podio. Concluyó 11°.

La rica historia de McLaren, que celebra medio siglo de su nacimiento, no merece este opaco presente. Checo Pérez y Jenson Button viajaron juntos hacia lo máximo que pueden colectar en estos días, unos pocos puntos. Sólo el inglés lo consiguió al llegar décimo. Los otros latinoamericanos quedaron lejos de ese sueño: el mexicano Esteban Gutiérrez fue 13° con el Sauber y el venezolano Pastor Maldonado, cuyo Williams perdió ritmo desde temprano, acabó 14°. Su suerte en 2013, un año que ya tiene dueño, parece echada.