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El juego de las miradas

Mathysse está muy confiado Ramón Cairo para ESPN.com

LAS VEGAS -- En el medio del gigantesco lobby del MGM, se alza el clásico ring con el clásico león dorado que se colocan en la semana de las grandes peleas. Sólo que esta vez, a diferencia de otras jornadas, no solamente hay una multitud expectante, sino también una pasarela alfrombrada de rojo, en un escenario elevado y altamente expuesto.

La pasarela no es, justamente, para bellas modelos que presenten colecciones de ropa sino para duros peleadores que el sábado 14, en este mismo hotel, lucharán por el honor y el futuro. Por un lado, Floyd Mayweather frente a Saúl Canelo Alvarez y, por el otro, Danny García ante Lucas Matthysse. Hay una excitación diferente en el aire. Y hay, por cierto, un público inquieto que reacciona ruidosamente ante la mención de cada nombre.

Podría decirse que la imaginaria aguja marca el punto más alto de gritos y aplausos cuando se menciona a Floyd, claramente para favorito para la victoria, pero también podría asegurarse que los gritos celebrando la mención de Canelo, no le van en saga. Es que hay mucho mexicano. Y mucha música mariachi. Y muchas menciones del maestro de ceremonias hacia el orgullo mexicano. Y, mientras la música atrona el aire y se caldea el clima, es el momento de las figuras...

Cuando Lucas paseó por la pasarela, aparecieron los gritos y las banderas argentinas. No es fácil calcular cuántas personas lo alentaron, pero fueron muchas y muy ruidosas. Como siempre, el argentino se acompañó con la música de AC/DC, "Highway to Hell". Mascando un chicle, vestido con un jogging negro, saludó a todos y hasta le apuntó con el puño, en señal de confianza, a la cámara de ESPNdeportes.com.

Daba la impresión de que era el único en el ámbito, que no estaba excitado. Con un rostro casi indiferente a todo lo que pasaba a su alrededor, esperó la llegada de su futuro oponente. Danny García, el campeón regular welter junior del WBC, apareció con sus anteojos negros, su look de exposición, bailoteando ligeramente.
Stop. Detenemos la acción y las imágenes de ambos se congelan cuando quedan frente a frente, en la habitual parada para los fotógrafos.

No se puede decir que un boxeador le tenga miedo a otro. Es imposible de aceptar, de la misma forma en que, en esos niveles, si se puede establecer la cuota de respeto que uno le pueda marcar al otro. Y, en este caso, se podría decir que el juego de miradas fue, también, un juego de desafíos y actitudes. Matthysse le clavó los ojos a García, quien siguió moviéndose un poco al compás de la música, hasta que lentamente, se sacó los lentes oscuros para devolver la mirada. Ante la sonrisa casi sardónica de Matthysse, Danny no tuvo mayor respuesta. No duró demasiado, pero nos dio la sensación de haber estado ante una clave de la pelea.

Danny García, a los 25, suma 26 peleas, todas ganadas, 16 KO. Lucas Matthysse, a los 30, tiene 34 victorias, con 32 KO, 2 derrotas y una sin decisión. Decir que a esta altura de sus carreras pueden temerle a alguien, sería osado, irreverente. Pero no se puede negar, tampoco, el tema de los límites que impone cada uno. Una clave para tener en cuenta. Porque dio toda la sensación de que hubo un tremendo contraste entre la gran tranquilidad de Lucas y la aparente inquietud de García.

El tema se potenció cuando el padre de Danny hizo un show aparte, lleno de gritos, desplantes y hasta insultos de alto calibre y de muy poco nivel, dirigidos a Matthysse quien, indiferente a todo, siguió dando entrevistas personales. Si, ya se sabe que es una especie de "modus operandi" de García padre, pero los que tienen más experiencia, dicen que estuvo más exultante que nunca, como si quisiera tapar alguna preocupación con una cortina de insultos y amenazas.

Después fue el turno de Floyd Mayweather y Canelo Alvarez. Estalló el ámbito. Y, más allá de la enorme simpatía que despierta el mexicano, se vio a un Mayweather lleno de confianza: "Soy el hombre intocable", dijo. Se expusieron separados. No hubo juego de miradas. Floyd llegó casi una hora después, cuando ya Canelo se había ido.

Lucas con todo su grupo, no esperaron ni a Canelo ni a Floyd. Se fueron por un costado, en un compacto grupo que, como siempre, confía en la victoria. Nos decía Mario Arano que Lucas jamás planifica una pelea. Y fue entonces cuando Arano, que es su promotor, nos aseguró que para esta pelea, Lucas está tranquilo. Tranquilo como su mirada. Aunque como bien se sabe, la tranquilidad suele ser la más clara señal de tormenta.