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Las dos peleas de Matthysse

LAS VEGAS (Enviado especial) -- Eran ya más de las dos de la mañana cuando nos cruzamos con Lucas Matthysse en los pasillos del MGM. Venía del hospital, en donde fue controlado médicamente tras la lesión en el ojo derecho, sufrida ante la pelea con Danny García. Hubo un fugaz abrazo y luego, se encaminó hacia el patio de comidas, en busca de una hamburguesa.

"Tiene un ligera fisura debajo del ojo derecho, además de la lesión, claro", nos dijo su médico, el doctor Eduardo Leguizamón. "También tiene una inflamación en la mano derecha", agregó.

Atrás quedaba la noche de Las Vegas, con la magistral lección de boxeo de Floyd Mayweather sobre Saúl Canelo Alvarez, noche de exhibición del norteamericano, manchada por la increíble tarjeta de Cynthia J. Ross, que la vio empate en 114. Una locura. Floyd ganó todos los asaltos dando una clase de jab, ante un rival que sólo esporádicamente respondio a tanta expectativa.

Para Lucas Matthysse y Danny García la noche era, también, muy importante. No solamente porque el ganador tendría chances de enfrentarse en el futuro a Floyd, sino porque era la manera más directa de mostrarse en el gran mundo del boxeo. Arrancó muy bien Matthysse, trabajando con cautela pero lanzando buenos envíos rectos, tratando -y lo hizo muy bien- de anular el cruzado de izquierda de su rival; rotando la cintura y lanzando luego la derecha al cuerpo, Lucas fue construyendo su pelea.

García, a su vez, se preocupó desde el comienzo en anular al argentino en la pelea de corta distancia, amarrándose permanentemente. Cuando terminó el sexto capítulo, la pelea tomó un cariz totalmente diferente. Hasta ese momento, para Juergen Langos y Robert Hoyle ganaba Lucas 58-56, mientras que según Glenn Trowbridge, empataban en 57 puntos.

Cuando daba la sensación de que Lucas comenzaba a marcar el ritmo del combate, y García comenzaba a retroceder obligado por el argentino, apareció la lesión en el ojo derecho. Según el doctor Leguizamón, fue un golpe neto de García, aunque por el tipo de lesión pensamos que podría haber sido -como en el caso de Hagler-Roldán- un dedo en el ojo.

La inflamación sacó de pelea a Matthysse, ya que García se dedicó a trabajar de zurda, zona por donde el argentino no podía neutralizar los envíos. Más allá de que ya el boxeador de Filadelfia había cometido claras infracciones, sobre todo con golpes bajos -el referí, Tony Weeks, no fue lo suficientemente rígido con el tema-, algo quedaba en claro: Lucas estaba en problemas.

Se agrandó el trabajo de García, de ahí en más. "No lo veía -nos dijo Lucas- y él sacó ventaja de eso, no había otra manera de pelearlo que ir para adelante". Y lo hizo el argentino, pero en los asaltos 7 y 8, no logró encontrarlo a García quien, con un plan bien elaborado, trabajó de lejos, eliminó todo intento en la corta distancia y metió los mejores golpes. El ojo de Lucas estaba totalmente cerrado.

Remontó como pudo Matthysse en los asaltos que siguieron y, cuando terminó el 10º, la pelea estaba empatada para dos jueces en 95 puntos, mientras que para el tercero, García estaba arriba por 96-94. Esta lectura de las tarjetas no es ociosa, porque marca claramente que la pelea, cuando comenzó el 11º round, estaba abierta para cualquiera de los dos.

Pero en ese asalto llegó la caida del argentino. No fue clara, porque hubo también una mala posicisón de piernas ("Me resbalé porque estaba mal parado, me empujó y me pegó, todo al mismo tiempo", dijo Lucas) pero existió, y junto con la cuenta vino un 10-8 que, a esa altura, era casi un mazazo para el equipo argentino. Con la inflamación medianamente controlada, y sabiendo que ya no había ningún otro camino, salió Lucas a buscar una definición en el último asalto.

Fue inútil, aunque el referí le descontó un punto a García por reiterados golpes bajos. Para los tres jurados, el campeón del CMB y de la AMB en la división welter junior ganó ese capítulo, y entonces el combate quedó en 114-112 para Langos y Holyle y en 115-111 para Trowbridge, sin dudas el más generoso para el campeón.

El "hubiera" no existe en el boxeo o en la vida, pero también es cierto que, de no mediar la lesión, la pelea hubiera sido otra. García, peleando con mucha inteligencia, sacó provecho de la situación ante un Matthysse confundido que debió apelar más a su corazón que a su técnica para remontar la situación.

Ganó García, porque fue el mejor, pero queda para Lucas el consuelo de que, además de haber perdido en un combate muy parejo y de alta emotividad, tendrá seguramente nuevas oportunidades. No faltó, en los pasillos del MGM, el rumor de una posible revancha con Zab Judah, por ejemplo, aunque seguramente todavía es prematuro el tema, ya que el argentino deberá, primero y principal, descansar y reponerse, ya que este año ha concluído para él.

Perdió Matthysse, en la noche en que era el favorito de todos, en la noche que debía ser su consagración, en la noche más esperada del año. La vida suele dar sorpresas y un imponderable, que sin embargo está dentro de las reglas del juego, cambió su historia cuando la venia escribiendo con fina letra. Cayó con todos los honores y, seguramente, tendrá nuevas oportunidades.

El sábado, en la lujosa noche de Las Vegas, debió asumir dos peleas -una hasta el sexto asalto; la otra, diferente, hasta el final- ante un rival inteligente que supo hacer su combate.

Perdió Lucas, pero puede estar tranquilo, hizo lo que pudo. El sueño debe estar intacto. La vida continúa.