Jordi Blanco
Corresponsal
11y

Barça y su nueva personalidad

BARCELONA -- A cada declaración una sorpresa, el discurso del vestuario del Barça ha acabado por dar a entender que el equipo está en tránsito hacia un nuevo fútbol. Por extraño que parezca, lo que habría sido considerado una herejía no hace tanto, empieza a darse por hecho.

"Habrá días en los que habrá que encerrarse y salir al contrataque", manifestó Messi en una frase tan rotunda como inesperada en el ideario del Barça. "Cuantas más variantes tengamos en el juego, mejor", justificó el delantero argentino. Pero sus palabras no hacen más que confirmar el cambio que se adivina en el horizonte.

El Barça que goleó al Ajax no fue muy distinto del que sufrió en Málaga o ganó sobre la bocina al Sevilla. Apenas el primer tercio de Mestalla ofreció el optimismo contemplado en el estreno oficial frente al Levante, porque a partir de ahí el equipo ha vuelto a descender en su rendimiento, en su alegría, en su rapidez de asociación y en el convencimiento.

"Estamos en un momento de transición" se sumó Alves, incidiendo en que "antes éramos previsibles y nos conocían" y sin hacer referencia a que el Barça de 2011 era igualmente conocido y previsible... y también inalcanzable para cualquier rival.

A medida que pasa el tiempo, el conjunto azulgrana ha cambiado sus hábitos. E introduciendo esas 'variantes' ha ido calando el discurso del 'nuevo fútbol'. Piqué habló de "balonazos" para escapar de la presión del contrario y Messi de "contragolpe". Y el entorno va recibiéndolo entre la incredulidad y el temor.

EL PASADO YA NO EXISTE
"Si somos fieles a la idea, si persistimos, si jugamos como queremos, ganaremos. Si juegas bien, al final siempre ganas. Si no juegas bien, ganas, pero no siempre". La frase de Guardiola, en el otoño de 2008, personifica el dogma en que se convirtió el fútbol del Barça.

Y el presente, el pasado inmediato y el futuro que se adivina ante las palabras de los jugadores y la imagen del equipo, da a entender que aquello acabó. La salida de Pep se entiende cada vez más. Y el cambio también.

Si Tito Vilanova alivió la presión que Guardiola mantrenía sobre la plantilla, su enfermedad acabó por destensar a los jugadores (hecho reconocido por ellos mismos) y Martino no ha recuperado (no lo ha pretendido) esa personalidad que convirtió en único al Barça.

Aquel Barça coral, solidario y que convirtió el rondo en una obra maestra del fútbol, dio paso a un equipo más explosivo pero también más individualista. Y en este tramo es donde la figura de Messi dejó de ser la guinda para convertirse en la pieza fundamental.

El Tata se presentó dando a entender que el objetivo era recuperar el mejor pasado, la imagen idílica del equipo de Guardiola, pero sus jugadores, en el campo y en la sala de prensa, le han desmentido porque este Barça no parece tener la intención de volver a ser el que fue.

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