Jayson Stark 11y

Riesgos de ser un equipo comodín

Es el juego más prestigiado del béisbol en el que nadie quiere participar.

Y ya se aproxima, a una semana y media de distancia, a la cuerda floja más cercana a ustedes.

En el pizarrón favorito de Bud Selig, el juego de comodines todavía luce como una invención tremenda. Genera enorme drama en octubre, justo al inicio de la postemporada. Crea motivación poderosa a cualquier equipo para ganar su división, lo que siempre es una idea excelente.

Y para los equipos y jugadores que se encuentran disputando ese partido, será definitivamente mucho mejor que irse a casa para limpiar el garaje o ese viaje al dentista que habían estado posponiendo durante toda la temporada.

Pero…

Tómenlo de quienes lo han experimentado, y sentido la agonía de que su bella temporada finalice luego de un intenso día en el parque de pelota:

Jugar en el partido de comodines y "llegar a playoffs" no es lo mismo. No si la "recompensa" por ser un comodín es nueve entradas de vencer-o-morir en la cuerda floja de octubre.

"No se sintió como playoffs", dijo un todavía frustrado Brian McCann, miembro de los Bravos de Atlanta, que perdieron el juego de comodines del año pasado (alias el Clásico de la Regla del Elevado Dentro del Cuadro) ante los Cardenales. "No sé cómo explicarlo. Siento que, juegas 162 partidos, tienes 90 victorias, y de repente, ¿es un partido y te vas a casa?

"No sé cómo explicarlo, de otra forma que: no se sintió como si fueran playoffs".

Y lo entendemos. En "los playoffs", como siempre los hemos conocido, hay altibajos, Se desarrollan historias. Se gana fuerza. Y un par de horas horribles, en el primer juego de cualquier serie, no te arrojan instantáneamente por el precipicio de la postemporada. Pero en un partido de comodines, nada de eso aplica. Nada de eso.

De inmediato, es un séptimo juego... Es la forma como debes dirigirlo. Es un séptimo juego. No hay nada de 'les ganaremos mañana'. No tienes la oportunidad de recuperarte de un mal partido.

--Fredi González, Manager de Bravos

"De inmediato, es un séptimo juego", dijo el mánager de los Bravos, Fredi González. "Es la forma como debes dirigirlo. Es un séptimo juego. No hay nada de 'les ganaremos mañana'. No tienes la oportunidad de recuperarte de un mal partido".

Entonces, hace siete meses, los Bravos llegaron al entrenamiento primaveral, luego de un invierno de vivir con el dolor de esa derrota en el partido de comodines, sabiendo qué es lo que debían hacer.

"Pienso que todos teníamos una misión este año", dijo McCann, "ganar la división, para no tener que lidiar con ese partido".

Bueno, para su fortuna, ellos están a punto de lograr su misión. Pero alguien tendrá que jugar en Ese Partido. Y eso significa que en la División Central de la Liga Nacional, estamos siendo testigos de una fascinante batalla entre tres equipos cuya máxima aspiración en la vida en este momento es no ser uno de ellos.

"Luego del año pasado", dijo Jason Motte, cerrador de los Cardenales, actualmente lesionado, y quien formó parte del equipo que ganó Ese Partido el pasado octubre, "todos pensamos, '¿queremos jugar en ESA cosa otra vez?' Fue una locura".

Sí, incluso para el equipo que ganó el primer partido de comodines de la Liga Nacional, los recuerdos de Ese Partido aceleran el ritmo cardiaco a los Cardenales como si fuera la sección de percusiones de la Orquesta Sinfónica de Missouri.

Ellos vieron cómo se desarrollaba la locura ese día en el Turner Field. Ellos vieron a un muy buen equipo en la otra caseta, cuya temporada se desenmarañaba en tres horas bizarras –con una serie de jugadas extrañas, una regla del elevado dentro del cuatro la cual es debatida todavía por la gente, y una revuelta de 19 minutos, con todo y botellas arrojadas al campo, que asemejaba al comportamiento que se ve en algunos aficionados del fútbol soccer en Sudamérica.

Así que, aunque ellos fueron el equipo que sobrevivió, los Cardenales entienden mejor que nadie (excepto quizá por los Bravos) lo vital que es para el bienestar de su misión por el campeonato, el encontrar una forma para ganar la División Central.

"Si no quieres jugar en ese duelo de comodines, tienes que ganar tu división", dijo Motte. "Así son las cosas. Definitivamente no quieres salir y jugar en ese partido, y que algo como la regla del elevado dentro del cuadro afecte el rumbo del partido".

Y eso, amigos, es la primera moraleja de la historia. Todos sabemos, mejor que nunca, que no es muy típico del béisbol el que un partido decida algo –y más algo tan importante. Lo sabemos, porque lo hemos visto en acción.

Este es, después de todo, un deporte donde solamente un equipo en las Grandes Ligas (los Medias Rojas) ha ganado el 60 por ciento de sus partidos esta temporada.

Y es un deporte donde el peor club del béisbol- el equipo de los Astros que se desplomó a 50 juegos por debajo de .500 esta semana—se impuso en partidos ante Yu Darvish, David Price, Bartolo Colon, Max Scherzer y James Shields.

Así que no hay que preguntarse por qué Joe Sheehan, de Sports Illustrated, rutinariamente se refiere a Ese Partido como "el Partido del Volado". No está tan equivocado.

Cualquier cosa puede pasar en un partido de béisbol. Cualquiera. Y no hay forma de asegurar que será lógica, imparcial, justa, honorable o conducente para que el mejor equipo siga adelante.

Pero ahora que ya dejamos todo eso en claro, aquí tenemos la segunda moraleja de la historia:

Nadie prometió que esto sería justo, imparcial, honorable o conducente a que el mejor equipo avanzara. Esto no es por lo que existe el juego. Le pueden preguntar al mismo comisionado del béisbol.

"Como Joe Torre siempre me decía", recuerda Bud Selig, "la vida no es perfecta. No podemos crear un sistema perfecto, sin importar lo que ideemos. Lo que hicimos (al añadir un segundo equipo comodín y producir el partido de comodines) fue añadir valor a ganar la división. Así que honestamente, el segundo comodín ha cumplido la meta para la que fue creado".

¿Y qué creen? Él está en lo correcto.

¿Saben lo que ustedes no han visto este septiembre? No han visto a un solo equipo siquiera contemplar lo que los Yankees hicieron a finales de septiembre 2010, cuando su gerente general, Brian Cashman, admitió que ellos "no intentaban ganar la división", una vez que estaba claro que ellos tenían mucha ventaja sobre el resto de los equipos peleando el comodín.

Así que acumularon récord de 3-8 en la recta final –y no importó. Descansaron jugadores, alteraron su rotación—y no importó. Ellos dejaron que los Rays terminaran en primer lugar –y no importó.

Pero eso importa ahora –porque ese partido de supervivencia entre comodines cambió todo.

"Eso agregó valor a los 162 partidos en la temporada", dijo Neal Huntington, gerente general de los Piratas. "Y pienso que eso es algo muy bueno para el béisbol. El significado de 162 jamás había sido tan grande. Y de ahí viene el dolor de un partido que pueda acabar con tu temporada. Por eso juegas para ganar tu división, y que nada extremo suceda en el juego 163 que ponga fin a tu campaña".

Los Piratas, por supuesto, tienen una perspectiva ligeramente diferente de todo esto –viendo lo agradecidos que están por la invención del segundo comodín como cualquier equipo en el planeta. Cuando han pasado 21 años desde la última vez que jugaste en octubre, no existe una fea manera de llegar a los playoffs, ¿cierto?

"No pienso que nos escucharán quejarnos acerca de llegar a postemporada", dijo Huntington con una carcajada, "aunque sea el playoff de un juego".

Pero ellos no tienen que confundirse con sus recuerdos de la regla del elevado dentro del cuadro para saber la diferencia entre los riesgos de jugar al juego de la ruleta de los comodines y los beneficios de terminar en primer lugar. Así que si ellos deben ir al límite y utilizar a uno de sus mejores abridores en el juego 162, ese es el plan.

"Si en el juego 162 tenemos la oportunidad de ganar la división por encima de terminar como uno de los comodines, estoy seguro que nos verán intentar ganar la división", dijo Huntington.

Así que, si eso era la intención de la innovación, está funcionando. No hay mucho para discernir al respecto. Pero eso no significa que la idea sea amada de forma universal. Incluso la gente que ve la belleza de motivar a cada equipo para que presione el acelerador a fondo hasta la línea de meta tiene sus reservar acerca de la forma como el béisbol decidió hacerlo.

¿Por qué tiene que ser un partido de vencer o morir?

Uno de estos años, se darán cuenta de que un equipo que gane 100 partidos y quizá sea el segundo mejor equipo en todo el deporte, terminará en Ese Partido.

¿Y qué creen que escuchará si un equipo con 100 victorias es eliminado en algún octubre por un equipo que solamente ganó 87?

Ustedes podrían escribir ese libreto el día de hoy. ¿Cierto? ¿Por qué gastamos seis meses determinando quiénes eran los mejores equipos, y luego enviamos a uno de ellos a casa por un formato que, claramente, no es justo?

Buena pregunta. Y no difiere mucho de lo que los Bravos todavía preguntan luego que ganaron 94 partidos el año pasado –el mismo número que los Gigantes, que ganaron la Serie Mundial—y fueron eliminados en una derrota surrealista por un equipo que solamente ganó 88.

"Sé que es por los aficionados", dice González. "Y pienso que los aficionados obtuvieron lo que querían –mucho alboroto por ese partido, parecido a uno de fútbol americano, con muerte súbita. Pero pienso que no hay motivo que impida el convertirlo en un formato a ganar dos de tres".

Ah, pero sí hay una razón. Y antes de que los peloteros y dueños estuvieran de acuerdo con este sistema, lo consideraron mucho.

Cuando los jugadores debatieron la idea en una reunión del comité ejecutivo de la asociación de peloteros, antes de que comenzaran las negociaciones, "hubo mucho sentimiento a favor de que fueran dos de tres", dijo David Prouty, abogado de la asociación, "hasta que les dijimos el precio a pagar si fuera una serie a dos de tres.

"Y el costo era que los equipos que ganaran su división tendrían que esperar hasta una semana, esperando que finalizara la ronda de comodines. Una vez que expusimos eso, de repente los jugadores dijeron, 'un partido suena mucho mejor'".

Pero no todos están de acuerdo acerca de que se necesitaría una semana. Hemos escuchado todo tipo de propuestas. Comenzar la serie un día después que termine la campaña regular. Jugar una doble cartelera. Jugar los tres partidos en el parque del primer comodín, etcétera. Pero no hay ningún indicio de que cualquiera de estas opciones sea considerada seriamente –o que alguna vez lo fuera.

"Debes dejar libre al menos un día después de la temporada para los desempates –probablemente hasta dos días", dijo Prouty. "Y luego quizá debas incluir un día para viajar. Hay que determinar los horarios de la televisión. Así que realmente sería una semana –sin contar algún retraso por lluvia".

"Ya tenemos restricciones de tiempo", afirmó Selig. "Ya estoy preocupado porque si la Serie Mundial se va a siete partidos el mes que entra, terminaremos el 31 de octubre. Así que ya no podemos añadir partidos. Entiendo las críticas, en verdad. El vencedor de ese partido estará emocionado. Y el perdedor no lo estará. Lo entiendo. Pero, francamente, esto es mejor por un sinnúmero de razones".

Entonces, ¿lo entienden? Así son las cosas. Y no van a cambiar. No entre hoy y el próximo fin de semana. Quizá nunca. Lo que significa que quizá sea hora para dejar de quejarse acerca del juego más prestigioso en el que nadie quiere participar –y simplemente vivir con eso.

"¿Saben qué? Es algo alocado que podamos jugar 162 partidos, y luego todo se reduzca a un partido de vencer o morir", afirma Motte. "Pero la forma como lo veo, es parte de la diversión. Trae tu mejor juego, y disputa un partido donde cada strike, cada bola, todo lo que ocurra sea mucho mayor".

Sí, hay presión. Pero desde el punto de vista de un pelotero, me encanta. Y a ustedes también debería encantarles.

"Cuando llega ese momento", dijo un pelotero que jugó en Ese Partido el año pasado y vivió para contarlo, "es por lo que jugamos este deporte".

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