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Accidentado debut de Fernández

José Fernandez ha sido una máquina de movimiento perpetuo desde que los Marlins de Miami le informaron que había efectuado su último lanzamiento de la temporada 2013. Al menos, él descubrió que mantenerse ocupado es un gran antídoto contra el aburrimiento.

Durante un viaje a Nueva York, Fernández acudió a una firma de libros de Dwight Gooden y platicó brevemente con uno de sus ídolos del béisbol. En el Citizens Bank Park, él jugueteó con el Phillie Phanatic. En momentos de descanso, atrapa pelotas en los jardines, escarba las provisiones de la caseta en busca de semillas, controla la licuadora en el vestidor para hacer unas asquerosas pero a la vez nutritivas malteadas de vegetales, y gasta mucha energía apoyando a sus compañeros en su misión por rebasar las 60 victorias.

Por supuesto, él preferiría pasar su tiempo leyendo los reportes de los escuchas y enfrentando a las alineaciones rivales. Pero cuando la dirigencia decreta que 172 entradas y 2 tercios son suficientes y es hora de planear la siguiente campaña, el fenómeno de 21 años no puede hacer mucho para abogar por su caso.

"Ojalá y pudiera lanzar todo el año", dijo Fernández. "Me siento realmente fuerte y pienso que puedo lanzar 200 innings, pero ellos saben lo que hacen. Debo sentarme y entender que estamos en último lugar y no hay motivo para presionarme. Ellos quieren ir a la segura".

Los Filis, Nacionales y Tigres -- los tres equipos a los que Fernández hubiera enfrentado en la recta final -- están ciertamente agradecidos por ese indulto.

Fernández dejó de lanzar hace dos semanas, con números que fueron impresionantes bajo cualquier óptica, sin mencionar aquellos para un novato. Él es segundo en las Mayores, superado por Clayton Kershaw con efectividad de 2.19, y se clasifica cuarto detrás de Kershaw, Matt Harvey y Max Scherzer con un WHIP de 0.98. Él contuvo a los bateadores rivales a un promedio de .182 y logró un récord en casa de 1.19. Su WAR de 6.6 lo empata en el tercer lugar entre los abridores de Grandes Ligas, detrás de Kershaw y Chris Sale, de Chicago.

Nada mal para un muchacho que iba a lanzar en la sucursal Doble A de Jacksonville hasta que lesiones en el hombro sufridas por Henderson Alvarez y Nathan Eovaldi le ayudaron a conseguir un lugar en la rotación de Grandes Ligas al final del entrenamiento primaveral. La noticia tomó por sorpresa a Fernández, quien tuvo que ir al centro comercial para comprarse tres trajes y cumplir con el código de vestimenta del equipo.

Seis meses después, la gente a su alrededor busca comparaciones a ciegas. La lista de admiradores incluye al mánager de los Marlins, Mike Redmond, quien era un receptor suplente con el equipo hace 10 años cuando Josh Beckett, A.J. Burnett, Brad Penny y Carl Pavano se estaban estableciendo.

"No creo que haya estado cerca de alguien que es tan maduro", dijo Redmond. "Sus lanzamientos son muy avanzados. Josh y A.J. tenía gran repertorio, pero todavía tenían que trabajar en algunas cosas -- bien fuera problemas con el comando, curvas, cambios o lo que sea. Ustedes ven a José y no hay muchas debilidades. Y él solamente mejorará conforme aprenda acerca de los bateadores y acerca de la liga. Te asusta un poco".

El eje de la franquicia

Los Marlins renunciaron a la temporada 2013 el pasado noviembre cuando canjearon a José Reyes, Mark Buehrle y Josh Johnson a Toronto, pero hay motivos para pensar que el próximo capítulo del béisbol en el Sur de la Florida quizá no sea tan doloroso como se pensaba inicialmente. Giancarlo Stanton todavía está ahí, y traerá una gran cantidad de talento si los Marlins deciden canjearlo antes de que llegue a la agencia libre en noviembre de 2016. El jardinero Christian Yelich parece una realidad, Adeiny Hechavarria ha mostrado destellos de magia defensiva en las paradas cortas junto con un OPS de .564, y el sistema de sucursales tiene algunos elementos prometedores.

En lo más alto de la lista, los Marlins tienen a un abridor joven con la competitividad, aptitud y habilidades físicas para guiar a un staff. El repertorio de Fernández genera comparaciones con un joven Justin Verlander, y él tiene el carisma y la vitalidad de Pedro Martínez.

Sus antecedentes están bien documentados. El padrastro de Fernández, Ramón Jiménez, desertó de Cuba en 2005. José, su madre (Maritza) y su hermana (Yadenis) hicieron tres intentos en balde a bordo de una lancha con motor para seguirlo hacia Estados Unidos. El tercer intento fallido hizo que José fuera a prisión, y fue expulsado de la escuela para atletas de élite operada por el gobierno a la cual acudía. Finalmente, en 2008, madre e hijos se establecieron en Tampa luego de una horrorosa travesía -- en un punto, Fernández se arrojó a las aguas del Golfo de México para salvar a su madre de morir ahogada -- que los llevó a México y luego a Hidalgo, Texas, en camino a Florida.

Yelich ya estaba familiarizado con la historia de Fernández por lo que había escuchado en las noticias, pero lo oyó de primera mano por primera vez cuando estaba sentado en un aeropuerto junto a Fernández en julio de 2012. Ellos iban al Juego de Futuras Estrellas en Kansas City, cuando comenzaron a charlar de béisbol y temas en general.

"Estábamos ahí, platicando y matando el tiempo, cuando me dijo todo a las 6 de la mañana", dice Yelich. "Cuando yo tenía 14 años, estaba en octavo grado haciendo quien sabe qué cosa. Ni siquiera supe qué decirle. Yo estaba así como, 'Uhh, ¿quieres que te compre algo en Starbucks?'".

Visto contra esa situación, el béisbol fue algo muy sencillo.

Fernández requirió muy poca preparación luego que los Marlins lo reclutaron con la selección 14 del draft 2011, procedente de la Preparatoria Alonso en Tampa. Se fue 14-1 con efectividad de 1.75 y 158 ponches en 134 entradas durante dos escalas en Clase-A durante 2012, e impresionó a los dueños de tal forma que los Marlins desafiaron la costumbre y le permitieron eludir los últimos dos escalones de las Menores.

Antes de que Fernández ponchara a ocho bateadores en cinco entradas durante su debut en Grandes Ligas contra los Mets de Nueva York, le dijo a la prensa que cubre regularmente a los Marlins que las únicas cosas que lo asustan son las montañas rusas y las víboras.

"He estado en prisión. Me han disparado. He estado en aguas abiertas", dijo Fernández, "no estoy asustado por enfrentar a David Wright. ¿Qué puede hacer él?".

El parteaguas

Si hubo un momento a inicios de temporada donde Fernández validó la de los Marlins hacia él, ese fue contra los Filis el 13 de abril. Miami se sostenía a una ventaja de 1-0 en la sexta entrada, cuando Hechavarría puso la carrera del empate en segunda con un error de lanzamiento. Luego de lanzar cinco rectas seguidas entre 95 y 97 millas, Fernández ponchó a Ryan Howard con una curva de 82 millas para terminar con la amenaza. Fue el lanzamiento 85 y el último de la noche para él, y los Marlins vencieron a los Filis 2-1.

"Eso me dio un poco más de confianza", afirmó Fernández. "Es el turno al bat del que me sigo acordando".

Fernández es un gran creyente de establecer metas -- a corto plazo, a largo plazo, concretas y abstractas. Él revela que cuando comenzó la temporada con el club de las Mayores, aspiraba a 15 victorias y una efectividad de 2.50. Se quedó corto en el departamento de victorias, con récord de 12-6, pero logró demoler su objetivo de efectividad.

Quizá quiera añadir "evitar situaciones vergonzosas" a la lista. Su temporada terminó el 11 de septiembre, con un episodio lleno de tensión ante Atlanta, que comenzó cuando él se quedó parado en el plato admirando un cuadrangular que le había conectado a Mike Minor, y luego escupió en la dirección de Chris Johnson mientras daba vuelta por tercera base. Por esa conducta, Fernández se ganó una amplia crítica de la política de "respeta el juego", e incluso Redmond sugirió que él se podría beneficiar si bajara un poco sus emociones y actuara de manera más profesional.

La abundante confianza que Fernández tiene en sí mismo lo puede colocar en algunas situaciones delicadas. Él apenas hablaba inglés cuando llegó a Florida, pero de todas formas se metió en problemas el primer día en la escuela cuando su maestro lo regañó por hablar en su celular durante la clase.

A su favor diremos que Fernández buscó a Brian McCann y Minor luego del incidente ante Atlanta para ofrecerles una disculpa.

"Me dejé llevar", confiesa Fernández. "Espero que haya sido la última vez. Les dije, 'Lo siento' y pienso que eso arreglará algunas cosas. Aprendí de eso y estoy intentando mejorar. Para eso estamos aquí -- para aprender, aprender, aprender".

Los compañeros de Fernández con más experiencia le hacen recordatorios sutiles cada vez que él se pasa de la raya. En contraste con el jardinero de los Dodgers Yasiel Puig, quien parece cometer los mismos errores una y otra vez, y que a veces parece ser a prueba de mentores, Fernández toma las sugerencias con calma y está resuelto a solucionar las deficiencias.

"Le hacemos saber cuando se pasa de la raya", dijo el receptor de los Marlins Jeff Mathis. "Él es un gran jugador y un gran muchacho como para tener ese tipo de problemas sobre su cabeza. Sabe que no debió hacerlo. No creo que ocurra de nuevo".

Durante esta memorable temporada de novato, casi todos los días ha habido una nueva maravilla para admirar. Fernández trajo a Maritza al campo para los Viernes de Fuegos Artificiales luego de los partidos en casa, y se echó un clavado en la fuente de cuadrangulares detrás de la barda de jardín central en Coors Field durante una serie en Denver.

Caminando hacia el futuro, Fernández está determinado a aceptar las sutilezas del pitcheo y llevar su juego a alturas más grandes en 2014. Sus 28 aperturas esta temporada le enseñaron que las zonas de strikes son más reducidas en Grandes Ligas, que pueden ocurrir cosas malas con dos outs, y que lagunas mentales contra los últimos tres bateadores en la alineación rival pueden ser costosos.

"Te pueden anotar cinco carreras, y cuando abres los ojos, ya pierdes 5-0", dijo Fernández.

Por cierto, sus peores actuaciones de la temporada se dieron contra Cincinnati en abril y Tampa Bay en mayo. Él consiguió efectividad de 1.67 en junio, 2.06 en julio, 1.15 en agosto, y 0.64 en septiembre, así que él rápidamente controló la situación.

En ocasiones esporádicas, cuando Fernández vuelve a las andadas o se distrae de su objetivo, algunas imágenes vívidas destellan en su cabeza y lo mantienen motivado.

"Las Grandes Ligas son, para mí, lo más extraordinario", dijo. "Respeto este juego con mi vida. Sé que mucha gente ha pasado por muchas cosas, pero no ha sido fácil para mí. Pasé por muchas cosas por las que un muchacho no tenía que haber experimentado a los 14 o 15 años. Hace que aprecie la libertad que tengo (en Estados Unidos). Cada vez que tengo la oportunidad de formar parte de este juego, es impresionante".

El pitcheo terminó en 2013, pero la educación continúa. A los 21 años, José Fernández ha llegado al fascinante cruce de caminos entre un pasado cautivante y un futuro sin límites.