<
>

La insoportable levedad de Twitter

BUENOS AIRES -- El presidente de Racing, Gastón Cogorno, anunció que ponía su renuncia "a disposición" a través de Twitter. Luego, por el mismo medio, matizó la afirmación y dijo que los vicepresidentes Rodolfo Molina y Víctor Blanco bien podrían dar un paso al costado para dejarlo trabajar.

Luego de la orgiástica y ridícula celebración a la que se entregaron la dirigencia y el público de Racing por el descenso de Independiente (un título propio no habría desatado semejante felicidad, algo que lleva a a reflexionar sobre el sentido de ser hincha), los ánimos se cayeron en picada por el pobre rendimiento deportivo, lo que terminó en el actual hervidero político.

El palacio racinguista, como en las viejas épocas de crisis continuada, arde en corrillos, internas, traiciones, rajes intempestivos de entrenadores y apretadas de los hinchas, entre otros condimentos. Mientras, el equipo, al que le sobran nombres interesantes, vegeta en el piso de la tabla con una marca escandalosa: obtuvo 2 puntos sobre 24. El nuevo técnico extraído de la galera no logró torcer el panorama sombrío.

Pero no quiero detenerme en esta historia, cuyos detalles, por remanidos, resulta aburrido abordar. Lo novedoso y llamativo es el escueto canal de comunicación elegido por la máxima autoridad de Racing para dar cuenta de sus decisiones (en rigor, vacilaciones) en medio del polvorín.

Cuando socios y público esperan una explicación (argumentos, revisiones, opiniones), el presidente se despacha con apenas un par de líneas.

Quien interpreta mal (por sobrevaloración o conveniencia) el lugar de las redes sociales, tiende a pensar que las recientes tecnologías lo reemplazan todo. Al margen de Twitter, no existen otras instancias de comunicación.

En el caso de Cogorno, esta visión favorece la evasión. Evita otra clase de contacto con sus votantes, dar la cara, compartir un espacio que, al fin de cuentas, tratándose de un club, es el espacio común.

Las redes sociales han tenido una gran proyección en el mundo político. Alientan la sensación de intimidad, el relato en tiempo real, la ilusión de tener una vía directa con un candidato o funcionario.

La propia presidenta, Cristina Fernández (entre muchísimos otros), utiliza Twitter asiduamente para apuntar pareceres sobre temas diversos y cambiantes.

También se permite en esos comentarios (bajadas de línea) una informalidad que reprime en otros ámbitos. Pero jamás se le ocurriría hacer un anuncio de máxima importancia institucional (digamos, la nacionalización de YPF) en 140 caracteres.

Resulta curioso que el mismo poder de síntesis, pero aplicado a la pintada de paredes en forma anónima, se tome como una expresión representativa. ¿Por qué suponer que allí se manifiesta la opinión de una muchedumbre racinguista a disgusto y con ganas de romper todo?

Una cosa es la concisión y otra los recursos evasivos a través de la red o la sobreinterpretación acerca de las actividades muralistas de algún trasnochado.

Esperemos que en lo sucesivo, las discusiones (no sólo en Racing) gocen de la amplitud que los temas graves merecen. Y que se den en el lugar adecuado, de cuerpo presente, con nombre y apellido.