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Por un salto de calidad

Del Potro no va a Nueva Yorik, donde fue campeón en 2009 Getty Images

BUENOS AIRES -- Cerca, pero un poco lejos, a la vez. Firme, potente, agresivo, punzante, con gran actitud, avisa pero le falta ese plus clave para terminar de concretar lo que tanto insinúa. Como ya había pasado este año en Indian Wells, Juan Martín del Potro le ganó a uno de los dos mejores del mundo en semifinales y perdió en la final de Shanghai con el otro. Con 25 años, el más joven de los top-10 de la ATP sabe que le faltan detalles para cerrar de la mejor manera una semana frente a las figuras, que se trata de saber imponerse en los puntos importantes, los que marcan la diferencia entre las estrellas y un gran campeón como él. Si bien ya ganó un Grand Slam, fue en 2009, previo a su operación de muñeca, y ahora busca ese extra para volver a ser protagonista en serio.

Desde su salto de calidad allá por 2008, con sus primeros 4 títulos consecutivos y el cierre de esa temporada jugando la Copa Masters, el gigante tandilense -conducido por Franco Davin- siempre fue un jugador para respetar por todos debido a su terrible potencia. Esa virtud lo convierte en un rival de sumo cuidado para cualquiera y supo progresar en césped, donde también logró valiosas victorias. Así, Del Potro es un hueso durísimo, al que todos los adversarios intentan cambiarle los ángulos, abiertos, y la altura de la pelota con disparos bajos, para no dejarlo impactar cómodo a la altura de la cintura. Es que saben que, si él pega bien afirmado, sus golpes, sobre todo su letal derecha, hace estragos y se trata de un jugador difícil de contener. Y vaya si viene de sufrirlo nada menos que Rafael Nadal en China.

Esta temporada, el argentino derrotó una vez al español, la figura de 2013, con 10 títulos (incluidos dos 'Majors'), y una a Novak Djokovic. En Indian Wells eliminó al serbio en semi y después fue detenido por Nadal y lo contrario ocurrió en Shanghai, cediendo con lo justo ante "Nole". Justamente, Del Potro es el único jugador en actividad que ganó un Grand Slam, el US Open 2009, pero todavía no pudo conquistar un Masters 1000, ya que perdió las tres finales de certámenes de ese nivel (todas en tres sets), en Montreal de aquel año ante el escocés Andy Murray y las dos de este año. Por eso, el suyo es un caso llamativo, ya que en general un jugador va dando sus pasos progresivamente. Además, también perdió una final en la Copa Masters, en 2009, y dos en equipo, en la Copa Davis, ante España en 2008 y 2011 (perdió sus tres singles entre ambas finales).

Todo esto no hace más que demostrar su potencial, su capacidad y nivel para estar en la pelea grande, en especial en canchas duras, de cemento, sus favoritas, y si aprovecha más sus tiros para atacar y acortar puntos definiendo en la red. Allí es donde él mejor se siente y se mueve, cómodo con el pique de la bola, buscando la iniciativa y pegando "escopetazos" con el drive para hacer correr y padecer a sus oponentes. De hecho, 12 de sus 16 títulos los logró en esa superficie (4 bajo techo) y las 7 finales que perdió fueron en ese piso. Y Nadal lo sufrió en la reciente semi de Shanghai, siendo contenido, aún en su versión más agresiva desde la base, sumada a su genial defensa y contragolpe, por un Del Potro imponente, decidido, consciente de que era la receta indicada, la manera de plantársele al zurdo de Manacor, arriesgando, y lo hizo volcando la mayor parte de sus disparos de derecha sobre el revés del español. Lo contuvo, no lo dejó dominar y fue 'La Torre de Tandil' el que hizo realmente lo que quiso.

Así, pudo cerrar una obra maestra y le propinó a Nadal la caída más abultada de las escasas 5 que padeció en la presente temporada. Pero eso no había podido lograrlo otras veces, como en aquella definición copera en Sevilla, cuando empezó aplastándolo con un 6-1 memorable, para terminar cediendo. Sin dudas que ganarles a Nadal y a Djokovic es la tarea más difícil para cualquier colega en este año y más aún de manera sucesiva. Por eso, es fundamental seguir enfocado, muy centrado en lo suyo, ya que vencer a uno de ellos no es garantía de que la tendencia será positiva y se puede concretar el doblete. De hecho, el fin de semana dominó duplicando en tiros ganadores al español y después fue detenido por el serbio, ahora desplazado por Nadal en la cima del ranking de la ATP, ya que supo cómo contenerlo en ciertos tramos de la final y, en especial, cómo jugarle a la hora de la verdad, cuando se definen las finales.

El estar firme y mentalmente positivo, ganador, es clave contra esta clase de adversarios, los que saben jugar mejor en esos momentos y huelen si el de enfrente tiene dudas, aprovechando la mínima chance para tomar ventaja y no aflojar. Por algo son los top. En eso debe progresar Del Potro, en plantárseles mano a mano y no ceder terreno, ya sea con la iniciativa ni cometiendo algunos errores no forzados, porque el tenis es indudablemente un deporte donde el rubro psicológico cobra un papel determinante. Cuántas veces se dijo -y se seguirá diciendo- que jugar bien es cosa de muchos, pero conseguir ese "click" en los pasajes definitorios es cuestión de unos pocos, de los elegidos. Por eso, si bien este año el argentino ya logró tres títulos, todos ATP 500, y es la cuarta temporada en la que alcanza al menos esa cifra, viene superando a los rivales inferiores y necesita ese plus para poder obtener torneos más importantes, en los que en teoría necesita derrotar al hilo a dos rivales de los top-3 o top-4.

Por eso, ese paso es fundamental para luego conseguir otro ascenso, dejar el 5º puesto que ocupa actualmente y volver a ser 4º, el mejor lugar que ocupó en el ranking. Para llegar y permanecer allí se requiere de una altísima regularidad, sobre todo en los torneos más grandes. Y claro que ahora tiene sus posibilidades, pero se trata de él mismo de poder tomarlas, de ganarles un poco más seguido a Nadal y a Djokovic, y de hacerlo también contra Murray, ahora 4º por su inactividad por lesión, y ante el español David Ferrer (3º). Además, la inestabilidad de Roger Federer (7º) en 2013 le permite enfrentarlo, si le toca hacerlo en el final de este año, con mayores opciones, más allá de todo lo que Del Potro lo respeta y del récord personal negativo de 4-13 frente al suizo.

Para volver a sus duelos contra Nadal y Djokovic, los grandes animadores actuales, al argentino está claro que le resulta un poco mejor cruzarse con el español. Más allá de lo que siempre representa, está 4-8 ante Nadal (4-4 en canchas duras) y 3-10 contra Djokovic (el serbio ganó 7 de los 9 choques en superficie dura, también sus predilectas), ya que si Del Potro está preciso, como pasó en Shanghai, puede controlar más a Nadal y no dejarlo meter en el rectángulo de juego, haciéndolo jugar retrasado. En cambio, Djokovic lo "apura" más desde la devolución y así el tandilense no lo desequilibra tanto con su saque, además de que el serbio logra abrirlo más y quitarle estabilidad en el centro de la cancha, llevándolo a desplazarse a ambos lados y en varios casos a contrapierna. Por eso, tras la final, dijo que se volvió a sentir "muy cerca" tras "otro muy buen partido", pero le faltó ese punch que sí tuvo el ahora Nº 2 del mundo.

Se entiende la bronca de Del Potro en el final, pero es cuestión de entender que esto es parte del proceso de adaptación a la durísima lucha mano a mano ante semejantes rivales, los que precisamente están más acostumbrados y saben cómo resolver en los puntos decisivos. El argentino admitió que se siente mejor enfrentando a los monstruos y que "me gusta hacerles buenos partidos a los que están arriba". Ya clasificado por cuarta vez a la Copa Masters de Londres, es tiempo de que mire con más decisión hacia adelante, sin conformarse, como lo hizo tantas veces ante Federer. Necesita imponer autoridad y presencia, tratar de ser dominante en dos o tres choques al hilo ante estos adversarios para concretar otro golpe mayúsculo, como aquel del US Open de hace cuatro años. Hay materia prima y ahora volvió a verse cerca, pero debe creérsela más, autoconvencerse de que es realmente posible. Sólo él tiene la respuesta.