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Una "aburrida" ceremonia

CIUDAD DE MÉXICO -- Según la prensa, la ceremonia inaugural de la Copa del Mundo 1986 fue "aburrida y poco espectacular" y tuvo en los abucheos al presidente Miguel de la Madrid su momento más saliente. Así lo contó el periódico La Vanguardia.


Miguel de La Madrid pasó por el peor trago de sus tres años y medio de mandato al ser abucheado de manera repetida y unánime por el público que asistió al partido inaugural de la XIII Copa del Mundo. Los silbidos fueron tan intensos que en el estadio ni siquiera so pudo escuchar una sola palabra de su breve discurso de salutación.

Los primeros silbidos dedicados al presidente se registraron cuando compareció en el palco de honor. Se repetirían con más fuerza cuando le dedicó unas palabras de elogio el presidente de la FIFA, Joáo Havelange, en su discurso de apertura.

Los periodistas nacionales y extranjeros residentes en México no salían de su asombro al constatar la bronca general dedicada a Miguel de la Madrid, porque en este país nunca se había censurado en público a presidente alguno durante su mandato.

La presidencia es en México una institución sagrada y hasta ahora venerada, pero el descontento de la población por la crisis económica ha llegado a unos niveles tales que se eligió la magna ocasión de la inauguración del Mundial, con una audiencia por televisión de más de 2.000 millones de personas, para abuchear fuertemente al presidente y al sistema que personaliza.

La ceremonia inaugural fue poco vistosa, sin ritmo y con muchas dosis de aburrimiento. En un país con gran capacidad de organización y con experiencia en el montaje de grandes acontecimientos, se ofreció un espectáculo pobre y con la única nota vistosa de las piñatas que colgaban de los techos de la tribuna y que dejaron caer una lluvia de papelitos metálicos con los colores mexicanos.

Se aducirán razones de presupuesto, pero en cualquier mitín o acto organizado por el partido gobernante, el PRI, se derrocha mucho más dinero que el escaso destinado a esta ceremonia.

En realidad el espectáculo de la ceremonia inaugural fue el inusitado abucheo al presidente, dedicado por un público que es precisamente el de mayor poder adquisitivo de México, porque el ciudadano medio, y menos las clases desheredas, en el mejor de los casos tan sólo podrán seguir el Mundial por televisión.

Televisa, el consorcio televisivo privado que ha organizado el Mundial, fracasó en su primer acto, el que contaba con mayor audiencia. No sólo por la pobreza de la ceremonia, que contrastaba sin ir más lejos con la vistosidad de la inauguración en el estadio del Barcelona del Mundial de España, sino también por la mala organización en muchos aspectos, en especial en lo referente a los periodistas que cubren el evento.

Lo que sí funcionó a la perfección fueron las medidad de seguridad. Esta Copa del Mundo, que Televisa se empeña en promocionar como el Mundial de la comunicación, en realidad va a ser el Mundial de la seguridad.

Todos y cada uno de los espectadores fueron registrados y cacheados con aparatos detectores de metales. La inspección era igualmente minuciosa para los automóviles. De hecho, el estadio Azteca estaba militarizado. Soldados con uniforme de campaña vigilaban todo el contorno del recinto deportivo. Otros soldados de civil, fácilmente reconocibles, actuaban como acomodadores. Los controles eran continuos hasta poder llegar a la localidad. Varias tanquetas completaban el espectacular dispositivo de seguridad, destinado a prevenir cualquier atentado terrorista.

Este Mundial de México también va a portar un elemento novedoso al mundo del fútbol: la "ola". Importada del fútbol americano, la "ola" consiste en alzarse del asiento, levantando en forma progresiva los brazos. En pocos segundos el estadio se ve sacudido por una ola que va dando vueltas una y otra vez.