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Una de fantasmas

BUENOS AIRES -- Ahora que River sigue en caída libre, surgen los sucesivos fantasmas. Visiones del pasado que, de todos modos, no alcanzan como consuelo.

Es cierto que a River es difícil encontrarle méritos. A su falta de ideas, se le suma la escasa voluntad (¿convicciones débiles?, ¿temores?), lo cual redondea un producto chirle, casi indescriptible. En la noche con Vélez presentó una versión aún más anémica que la vista ante Lanús en la eliminación de la Sudamericana.

Entonces, como desquite módico por la serie de decepciones, la hinchada exhuma nombres que, en comparación con el triste presente, suenan a utopía.

El público mentó a Trezeguet, que la viene metiendo en Newell´s. Y también a Cavenaghi, que se baraja como un posible repatriado.

Más permeable a la crítica que en los momentos de fortaleza, Ramón Díaz tuvo que aclarar que el delantero francés fue despedido en su momento por motivos futbolísticos, no por caprichos, ni vendettas, ni internas familiares como le gusta repetir a las malas lenguas.

Ramón es proclive a mirar hacia el pasado del club, pero sólo para rescatar con orgullo una grandeza que él dice conocer e interpretar mejor que nadie. En cambio, no parece que de las disputas aún frescas vaya a surgir ninguna solución.

Trezeguet, Cavenaghi y el Chori Domínguez han quedado en el archivo como víctimas de una injusticia. Del entrenador en el primer caso y del presidente en los otros dos.

Como los tres pusieron el hombro (y un apellido de jerarquía) cuando River cursaba el peor momento de su historia, son objeto de reivindicación.

Aunque el añorado Trezeguet convierta en Newell´s los goles que River necesita como el aire, es justo decir que en el equipo de Díaz no rindió como en el ascenso y que sus lesiones impiden apostar a una continuidad confiable (también en su nuevo club estuvo inactivo por problemas físicos).

Quiero decir, hay que enfocar sin distorsiones idealistas. No sólo porque la nostalgia rara vez resulta constructiva, sino para reconocer que River, que fue convenientemente reforzado a pedido de su entrenador, tiene ahora mucho más potencial que en cualquiera de las temporadas recientes.

No está mal demostrar gratitud por los futbolistas desterrados. Pero me animo a conjeturar que ellos no cambiarían las cosas si decidieran regresar.

Con uno de los mejores arqueros del torneo (si no el mejor), con Álvarez Balanta, Vangioni, Lanzini, el prometedor Kranevitter, Carbonero y dos delanteros de lujo como Mora y Teo Gutiérrez, entre otros, River no tendría que estar echando mano a los recuerdos sino extremando las exigencias con su cuerpo técnico para cambiar esta anodina actualidad. ¿Cuántos planteles del fútbol argentino tienen este surtido de nombres?

La falta de elaboración en ataque, de explotación de los laterales (Carbonero está desperdiciado), de solidez anímica y de deseo es una factura para Ramón, cuyas decisiones tácticas y su capacidad de contagio están dejando que desear.

La conducción política que asuma tras las elecciones deberá esmerarse en el diagnóstico deportivo y en sacarle jugo a sus inversiones (conversación larga con Díaz de por medio), antes de pensar en nombres fáciles para impactar en la sensibilidad el hincha.