Jim Caple 10y

Atlanta y su locura de nuevo estadio

Mientras una ciudad tras otra construía estadios cada vez más opulentos, espléndidos y caros, mi amigo Scooter y yo especulábamos acerca de qué grupo propietario de equipo sería el primero en quejarse que su catedral de $200 millones a $1 billón ya no era adecuada. Usualmente, yo escogía a los Medias Blancas y su nuevo Comiskey Park, mientras Scooter optaba por los Diamondbacks y el estadio de Arizona.

Ambos estábamos equivocados. Resulta que fue Atlanta y el Turner Field, pese a que ese parque es tan nuevo que ni siquiera era un estadio de Grandes Ligas cuando Lorde nació.

Turner Field fue el estadio principal para los Juegos Olímpicos de 1996, y luego fue convertido rápidamente a uno de béisbol para la temporada 1997, a un costo de $209 millones (significativamente más alto en la economía actual).

Luego de solamente 17 temporadas, Atlanta anunció la semana pasada que el estadio que fue lo suficientemente bueno para John Smoltz, Tom Glavine, Greg Maddux y Chipper Jones -- al igual que Carl Lewis y Michael Johnson -- ya no era adecuado para B.J. Upton y el Tomahawk Chop.

El equipo planea mudarse a un estadio nuevo propuesto para ubicarse a 14 millas de distancia, en el condado de Cobb, en 2017.

El costo proyectado para el nuevo estadio es de $672 millones, pero cualquier persona que haya lidiado con un contratista por una remodelación de cocina o baño puede asegurar que el costo real será substancialmente superior.

Cuánto serán obligados a pagar los contribuyentes sigue siendo una interrogante.

¿Por qué, después de solamente 17 años, los dueños de Atlanta dicen que el equipo necesita un nuevo estadio? Parte de su razonamiento es que el nuevo estadio acercará al equipo con su base de aficionados. Otra razón es mejor transportación a la nueva ubicación, que ignora el hecho de que el sistema de transporte rápido de Atlanta -- MARTA -- no brinda servicio al condado de Cobb.

Y otra razón sería que el simple hecho de jugar en un gran parque de pelota aparentemente ya no es suficiente para los dueños en la actualidad. El equipo también debe beneficiarse financieramente del entretenimiento de los alrededores, bares, restaurantes y centros comerciales. Ustedes saben, en caso de que a los aficionados les sobre dinero tras pagar boletos de $50, cervezas de $10, hot dogs de $6 y espacios de estacionamiento de $30 para ver un partido.

Puedo imaginar a un dueño de equipo viendo el Taj Mahal o la Basílica de San Pedro, para luego decir, "Sí, es bonito. Pero necesitamos más estacionamiento o una porción de las ganancias del bar deportivo".

Que la franquicia quiera mudarse a un área donde cree que puede generar un área de entretenimiento colindante y un área de compras es irónico, ya que el Turner Field no generó nada de eso en 17 años. Uno de los pocos establecimientos notables cerca del parque actual es un hospicio para pacientes terminales, que parece apropiado, ya que muchas de las esperanzas y sueños de los aficionados han muerto en Turner Field cada otoño.

Esto no es nada nuevo. Durante años, los equipos que han chantajeado a las comunidades para que financien nuevos estadios han clamado que esas instalaciones traerían desarrollo al vecindario y generarían empleos. En cuanto a promesas se refiere, esa tiene la misma validez como cualquiera hecha por los Cachorros de que una Serie Mundial está en el horizonte.

Por ejemplo, el Metrodome de Minnesota abrió hace 31 años y será destruido luego del partido final de los Vikingos en diciembre, para que en su lugar sea construido un nuevo estadio de $1 billón. Pero en esos 31 años -- incluso cuando albergó asistencias récords en béisbol y la NBA, al igual que la NFL -- el único negocio vecino que generó el Metrodome fue el Hubert's Sports Bar.

El estadio de $517 millones de Seattle abrió en 1999, pero pocos negocios vecinos han prosperado en el área. Mientras tanto, el alguna vez próspero vecindario de Pioneer Square atraviesa por momentos difíciles desde que el Kingdome (que estaba más cerca de Pioneer Square de lo que está el nuevo estadio) fue destruido. Hay muy poco alrededor del nuevo estadio de $800 millones de los Mets que no sea talleres mecánicos y tiendas de descuento.

Estas ciudades y estadios no son la excepción. Las excepciones son los estadios que de hecho generan negocios significativos en los alrededores. La mayoría de las instalaciones no lo han hecho, y eso incluye al Turner Field.

Es por eso que los nuevos estadios no deben ser vistos como impulsores económicos o como formas garantizadas para los equipos de convertirse en "competitivos". Solamente cinco equipos han ganado la Serie Mundial en un estadio construido durante la era "retro" de parques, que inició en 1992 con Camden Yards. Mientras tanto, los Medias Rojas han ganado más Series Mundiales que nadie más en la última década mientras juegan en Fenway Park, que tiene 101 años de existencia.

Los parques de pelota no transforman de forma significativa la economía de una ciudad. Ahí es donde nos reunimos como una comunidad para apoyar a nuestros equipos locales y aplaudir a nuestros héroes. Eso, por sí mismo, es una cosa significativa y hermosa. Si un estadio aporta algo más que una casa para nuestro equipo, gratos recuerdos, sentimientos de orgullo como comunidad, asientos confortables y algunos trabajos temporales con un sueldo bajo operando las concesiones, bueno, eso es un bono.

Lo que pasa dentro del parque de pelota es mucho más importante que saber si bares deportivos o un hotel abrirán sus puertas a un costado. Especialmente ya que cualquier negocio nuevo simplemente se llevaría ganancias de sus competidores en otras ubicaciones.

Atlanta es el primer equipo que se marchará de uno de los estadios increíblemente caros que fueron construidos durante la era "retro" -- pero no será el último. Los parques construidos en las últimas dos décadas son casi todos unos sitios soberbios para ver partidos. Pero los dueños son insaciables por más dinero. No importa el costo público extremo por estos estadios, y no importa lo bellos que sean, eventualmente los dueños del equipo exigirán remodelaciones muy costosas o un parque totalmente nuevo en una ubicación nueva y presuntamente más favorable.

Solamente podemos anhelar que la mayoría de los dueños esperarán mucho más de 17 años antes de hacer sus demandas inevitables.

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