<
>

Versiones del éxito

Los hinchas de Rancing festejaron más las desgracias ajenas que los logros propios Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- Se dice en la Argentina que el "exitismo" es una tiranía opresiva. Y que allí se encuentra la razón de la inestabilidad de entrenadores y jugadores, de la irregularidad general, de los argumentos conservadores que presentan los equipos, de los partidos insípidos.

En fin, todos están muy presionados, inhibidos, aterrorizados por la derrota, dice la letanía que repiten deportistas y analistas.

Algo de eso hay, aunque caben algunas observaciones. Por ejemplo, se supone que el "exitismo", si influyera tan decisivamente, dispondría a los equipos a una actitud voraz, a un ansia desenfrenada (aun errática y torpe) de doblegar al adversario.

Sin embargo, muchos de los presuntos afectados por la enfermedad del éxito demuestran una tibieza incomprensible en alguien que sólo concibe un resultado favorable.

Un caso es River. La temperatura de sus partidos durante el presente campeonato, salvo por la esporádica calentura de la tribuna, han tenido una temperatura de entrenamiento. A nadie parece importarle demasiado ganar o perder.

Otro detalle es que la variante local del "exitismo" es francamente light. Los hinchas argentinos se conforman con ganar. A veces con empatar sobre la hora. Y también con que simplemente pierda el enemigo histórico. Racing, todos lo recuerdan, ha festejado con más pompa la desgracia del vecino que sus propios logros.

No interesan demasiado las herramientas. Si el equipo juega mal pero los resultados son decorosos, el público jamás mezquinará el apoyo. Mientras la tribuna interprete que los muchachos ponen huevos, las demás exigencias merman. Vale decir, con que el equipo sume y transpire, alcanza.

Para desandar el lugar común del "exitismo" criollo convendría echar una mirada del otro lado del mar, donde Martino y su equipo son severamente cuestionados. ¿El motivo? Haber perdido dos partidos al hilo, algo que no ocurría desde abril de 2012.

Los catalanes llevaban veinte encuentros sin derrotas y mantienen las chances intactas en las competencias en las que patinaron. Pero no importa. El clima igual está caldeado y flotan rumores de despido.

En la Argentina, a cualquier DT con una campaña similar le levantarían un monumento, además de bautizar al estadio con su nombre.

En Barcelona, aunque el equipo gane 3 a 0 y se acerque a la perfección, no será elogiado si, por ejemplo, como ha sucedido, pierde la posesión de la pelota. Allá el lema es "Ganar, golear, gustar y poseer". De ahí no bajan las exigencias.

Martino debe recordar el "exitismo" argentino como un edén regido por la tolerancia, la paciencia y la gratitud.

Vean lo que pasa a su vez con el Balón de Oro de la FIFA. No es suficiente con la Champions, los torneos de liga, las copas nacionales. No. Las estrellas deben aprobar el escrutinio de sus pares.

Fuera de la cancha, más allá del los números de las planillas y de la ovación de los hinchas, hay que conformar al jurado internacional que unge al hombre del año. En esa arena se ratifica el éxito.

Y a los jugadores, como le sucede a Cristiano Ronaldo, les pica la insatisfacción si no lo ganan. Por más que luego se hagan los prescindentes. Allá sí la vara del éxito se ha colocado a una altura insoportable.