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Mandela y el tenis, en el recuerdo

BUENOS AIRES -- Recuerdos, anécdotas, encuentros. Mensajes de paz. Signos de lucha. Nelson Mandela dejó una huella muy grande en la sociedad y el mundo del tenis no estuvo exento. A continuación, algunas historias que acercaron a jugadores de ahora y de antes a la figura del sudafricano:

Boris Becker

El alemán conoció a Madiba en 2000, en la primera ceremonia de los Premios Laureus: "Antes del encuentro estaba ansioso; luego, conmovido. A lo largo de mi vida he tratado con mucha gente famosa, pero estrechar la mano de alguien tan inspirador como Mandela fue extremadamente especial. Su carrera política fue única".

El ex N°1 del mundo había sido uno de los fundadores de la Academia Laureus, en 1999, y hoy se mantiene como miembro activo: "Gracias al tenis pude viajar por el mundo y conocer muchos lugares interesantes. Pero también vi el lado oscuro: pobreza, violencia, drogas". La premisa de la institución es, precisamente, "promover la práctica del deporte como herramienta para el cambio social". Y esa primera gran ceremonia contó con el "padrinazgo" de Mandela, y con un discurso que Becker no olvida:

"El deporte tiene un poder inmenso; capaz de cambiar el mundo, de unir a la gente como muy pocas otras cosas. De entregar esperanza allí donde solo existe desesperación. El deporte le habla a la juventud en un idioma que entienden. Es capaz de derribar barreras con más fuerzas que un gobierno. Se ríe en la cara de todo tipo de discriminación".

"Los héroes que están aquí parados junto a mí son ejemplos de ese poder. Han demostrado valentía y entereza no solo en la cancha sino también para con la sociedad. Su legado será una comunidad en la que las reglas del juego sean las mismas para todos, con base en el fair play y en el espíritu deportivo". Becker estaba entre esos "héroes" signados por el sudafricano. Pero tenía muy claro que "ese poder nadie lo entendió y lo experimentó mejor que Mandela".

Siete años después, el alemán pudo recrear el encuentro, durante unas vacaciones en Sudáfrica. Mandela ya tenía entonces 89 años, pero se mostraba en público para difundir una nueva edición del solidario "Concierto 46664", el número con el que se lo identificaba en Robben Island (466/64): "Más allá de su avanzada edad, tenía plena vitalidad y un aura increíble". "Hoy el mundo ha perdido a nuestro Madiba, un gran hombre".

John McEnroe
El estadounidense fue recibido por Mandela en Johannesburgo, poco después de su asunción como Presidente, en 1994. Evocando aquel encuentro, McEnroe recordó esta semana el impacto que le causó conocer al sudafricano: "Fue muy fuerte, porque aquí teníamos a un hombre que parecía no tener ningún rencor por todo lo que había pasado y del otro lado estaba yo, quejándome de cada fallo y lo duro que era estar en el circuito. Mi perspectiva cambió muy rápido cuando entendí la forma en que el veía las cosas. Recuerdo que en ese encuentro yo pensaba: 'Este tipo es un ángel'. Es la persona más mágica que haya conocido".

Allí también fue cuando Mandela le confió a McEnroe que había escuchado, desde su prisión en Robben Island, la histórica final de Wimbledon 1980, aquella del tiebreak de 34 puntos ante Bjorn Borg: "Me sentí un idiota. De nuevo, yo protestaba fallos y él estaba en prisión. No tenía mucho de que quejarme. Pero al mismo tiempo me llenó de orgullo la idea de conectarme con él de esa manera; es una situación que uno no proyectaría ni en sueños. Y es increíble que un partido de tenis que significó tanto para mí haya tenido impacto también en él. Algo que no voy a olvidar nunca".

"Hubiera dado 10 millones de dólares para que sintiera que era un honor conocerme. Pero cuando me lo dijo me sentí ridículo. Era absurdo. Pero fue muy humilde de su parte. Le di la raqueta con la que jugaba en esa época, la agarró y la guardó. Fui muy afortunado de ser parte de ese momento".

Arthur Ashe
El vínculo entre Ashe y Mandela fue icónico. Referentes de una lucha política común, ambos fueron conociendo la historia del otro, sin cruzar palabra hasta la liberación del sudafricano, en 1990. Desde entonces, entablaron una relación muy estrecha, que siguió hasta la muerte del estadounidense, en 1993, tras diez años de lucha contra el SIDA, cuyo virus había contraido en una transfusión de sangre. Para el ex N°1 y triple campón de Grand Slam, Mandela fue un amigo, un líder y un sabio. Así lo cuenta en su biografía, Días de gracia:

"El primer acercamiento que tuve hacia la figura de Mandela, entrados los '60, irónicamente se dio a través de un tenista blanco: Ray Moore, también sudafricano, con quien solía charlar de filosofía y de los mecanismos del apartheid. 'Pienso que hay un hombre capaz de sacar a mi país de este desastre', me dijo en una ocasión. '¿Es blanco?', pregunté. 'No, es negro. Un abogado encarcelado en Robben Island. Su nombre es Nelson Mandela'. '¿Mandela? Nunca escuché de él'. 'Ya lo harás. De hecho, creo que será Presidente algún día'. Por entonces, la idea de que un negro presidiera Sudáfrica era inverosímil...".

"En 1990, en ocasión de un discurso público que dio en Nueva York, me acerqué a David Dinkins, alcalde de la ciudad y viejo amigo mío, y le pedí que me presentara a Mandela. Sabía que Nelson amaba el deporte pero tal vez no me reconocía a simple vista. Entonces lo vi a David llegar a Mandela y susurrarle algo en el oído, ante lo cual Nelson elevó la cabeza rápidamente y sonrió. '¿Arthur está aquí?', preguntó. David me señaló, Nelson se dirigió hacia mí y me dijo: 'Oh, ¡mi hermano!'. Me contó que en la cárcel había leído los tres tomos de mi libro A Hard Road to Glory, sobre deportistas negros de Estados Unidos. Un amigo en común se los había dado como regalo".

"En 1991, pude realizar una última visita a Sudáfrica, como parte de una delegación de afroamericanos invitada por el propio Mandela. Para poder hacer ese viaje, me vi obligado a mentir en la aplicación por la visa y declaré que no tenía ninguna enfermedad infecciosa. Nunca trato de mentir, pero lo hice. Necesitaba estar en Sudáfrica una última vez, hablar cara a cara con mis amigos allí y ver por mí mismo los cambios, que, en cierto sentido, no eran muchos, pero había dos muy significativos: ya no quedaban los signos estatales del apartheid ("solo para blancos") y, más increíblemente, la población negra parecía transformada, segura de sí misma, sin miedo. Estaban listos para el futuro".

"Para el siguiente encuentro que tuve con Mandela, yo ya había hecho pública mi enfermedad. Inmediatamente después de mi anuncio, él fue uno de los que me hizo llegar su apoyo: 'Espero que sientas mi abrazo a través de los continentes. Te amamos y te deseamos lo mejor', decía su carta. Tiempo después volvió a Nueva York y lo fui a visitar al hotel. Hablamos mucho de la problemática del SIDA: de cómo me afectaba personalmente y del flagelo mundial que resultaba. Fue placentero ver que estaba muy informado del tema y libre de los prejuicios que hacían a
muchos otros líderes políticos evitar el asunto. Me hizo saber cuán pobres eran las instalaciones médicas para los negros en Sudáfrica y yo
yo le conté de mi Fundación para combatir el SIDA y que esperaba colaborar a la lucha en África".

"Una vez más, me quedé anonadado con su sabiduría. Cuando pienso en él, mis propios esfuerzos políticos parecen diminutos. Es uno de mis héroes genuinos y la representación ideal de lo que para mí debe ser un líder político. Todos podemos aprender de su ejemplo. Su vida ha sido una lección de resistencia".

James Blake
Más allá de un resultado, un festejo o un título, el estadounidense siempre extendió su orgullo al hecho de representar desde el deporte a la cultura afroamericana, conciente de que en el plano ideológico hay todavía una lucha vigente. El día de su retiro, sin ir más lejos, recordó a Martin Luther King y enfatizó: "Hay nuevas cosas por las que movilizarnos". Desde esa posición, sus palabras sobre Mandela, de ayer y de hoy, cobran un matiz especial.

"Su pérdida es algo trágico, pero hace que uno mire hacia atrás y vea todo lo que logró. La mayoría de la gente no podría conseguir en cien vidas lo que él en 95 años. Su lucha nos ha dejado como testamento la persistencia en sus creencias. Si todos tuviéramos ese tipo de pasión y visión, el mundo sería un lugar mucho mejor para vivir", reflexionó en diálogo con el portal Tennis.com.

"La mañana de su fallecimiento justo leí una frase muy significativa -siguió-: 'Este mundo no se trata de ser un pez gordo, sino del efecto que tienes en otros'. Y el hecho de haber visto esa cita para luego enterarme de la muerte de alguien que personificó ese concepto, bueno, me resulta particularmente interesante".

Ya durante el último Wimbledon, el ex top-ten había manifestado su admiración: "Uno sale a jugar un partido de tenis y cree que está haciendo algo importante, pero todo se pone en perspectiva cuando alguien muestra ese tipo de convicción por la que es capaz de ir a la cárcel y pasar 27 años allí. Es esa voluntad de pelear por lo que uno cree. Y con ello cambia un país y cambia la historia. No puedo ni procesar la idea de tener ese efecto sobre el mundo. Todos le debemos una enorme gratitud".

Roger Federer
Indudablemente, para el suizo la figura de Mandela remite al encuentro que no fue. El séptuple campeón de Wimbledon siempre expresó su estima por el sudafricano, pero nunca tuvo la chance de conocerlo. Fue uno de sus sueños pendientes, como definió más de una vez. La chance más concreta se dio este mismo año, cuando Roger visitó Sudáfrica junto a su madre Lynette, nacida en la misma tierra de Mandela. Allí gestionó la posibilidad de encontrarse con Madiba, pero no hubo caso:

"La idea era más que nada ofrecer mis respetos y, si tenía tiempo y le parecía bien, conocerme y pasar un rato conmigo. No creo que hubiéramos hablado de nada en especial, simplemente lo que a él le sintiera cómodo. No me gusta presionar a la gente para que hable de cosas que no quiere. Ese no es el objetivo al conocer a alguien de la talla del Presidente Mandela", explicó. "Obviamente me desilusionó no poder concretar el encuentro, pero al mismo tiempo lo entiendo totalmente. Por mi cabeza pasaba eso: 'Si se da, genial; si no, es comprensible'".

Federer describió a Mandela como "una persona muy inspiradora y con mucha influencia en la gente": "Creyó firmemente en algo y tuvo que pagar un precio muy alto por ello. Eso es algo con lo que uno se puede encolumnar fácilmente. Una actitud que despertó cariño y respeto en todo el mundo". Además, evaluó: "Creo que el deporte es una gran herramienta educativa, sin que eso implique ir en detrimento de la escuela. Pero el deporte tiene un gran peso en la sociedad. Si se lo utiliza bien, es un instrumento muy potente".

Serena Williams
A diferencia de Roger, la mejor tenista de la actualidad sí pudo conocer al líder sudafricano, en una experiencia que no dudó en calificar como "uno de los mejores momentos" de su vida: "Solo el hecho de estar con él, de compartir una charla, para mí fue algo fantástico. Me hizo entender que la vida está llena de altibajos, pero que lo importante es cómo te recuperas de esas caídas, cualquiera sea el contexto".

Serena visitó Sudáfrica el año pasado, en una gira que también incluyó una exhibición en Nigeria, junto a Venus. En la tierra de Mandela, las Williams ofrecieron clínicas de tenis en Soweto, la ciudad en la que Madiba vivió antes de su condena en Robben Island. Tras el viaje, la N°1 del mundo buscó interiorizarse más en la lucha de Mandela y comenzó a leer su autobiografía, Un largo camino a la libertad: "Es una historia sencillamente asombrosa".

"Fue una persona muy coherente, muy inteligente. Y una figura fundamental para muchísima gente. Creo que todos, sin importar el color de piel o la nacionalidad que uno tenga, podemos aprender de su valentía, de su fe y de todo lo que representó en vida. Una vida que cambió millones. Que su legado perdure por siempre".

Fuentes:
-Fundación Laureus
-Centro para la Memoria Nelson Mandela
-Sitio oficial de Wimbledon
-ATP Champions Tour

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