Roberto Martinez 10y

La Liga del ajedrez

Jugar al ajedrez con una pelota es posible. Lo hicieron el Atlético de Madrid y el FC Barcelona y empataron (0-0) en el estadio Vicente Calderón. El Barça se proclamó campeón de invierno. Título virtual que provée de una anécdota especial al hecho de finalizar líder la primera vuelta de la Liga española tras las primeras 19 jornadas, aunque no aporta valor agregado. Lo sabe Jorge Valdano, último entrenador argentino que consiguió colgarse ese título honorífico hace 19 años, en 1995, cuando dirigía al Real Madrid, como también Gerardo Martino, quien seguramente -y como debe ser- no le dará trascendencia.

Diego Pablo 'Cholo' Simeone, nervioso, acelerado, intenso e inquieto en su rectángulo. Gerardo Daniel 'Tata' Martino, contemplativo, reflexivo, paciente y estable en el suyo. Sus duelos como entrenadores se saldan con empates. Van tres (1-1, 0-0 y 0-0), aunque Martino rebasó en agosto el estado de satisfacción para alcanzar la felicidad de lograr su primer título con el Barcelona al ganar la Supercopa

Los tres encuentros entre Barça y Atleti desde que los dirigen ambos técnicos argentinos han sido practicamente un calco. Aplicado el Atlético para defender sin dejarse olvidado en los bolsillos ni una pizca de energía. Tozudo el Barça para atacar sin exhibir la profundidad de sus mejores momentos.

El Atlético jamás somete a debate la posesión de la pelota, por eso no le interesa que el Barça acumule entre un 63 y un 68% de la tenencia del balón. Lo que le interesa es convertir en una parrilla el terreno de juego cada vez que recibe su visita. No hay pala ni pinza para recoger y acomodar el carbón. El Atlético se basta con las piernas de sus once Simeones para distribuir las brasas.

Al FC Barcelona le incomoda tener que lidiar con un rival que ningunéa la pelota y se encariña con sus tobillos. El Barça no está diseñado para raspar y meter como si le fuera la vida en ello. Quizá hace unos años, cuando aún no había encontrado oro en el río, se arremangaba más. Hasta podía encontrar simpático ensuciarse. Pero con el oro ya convertido en trofeos en la vitrina, rehúye los chispazos. Y ya saben ustedes que cuando hay brasa, se suceden las chispas.

Entre uno que no quiere, o, mejor escrito, que desea pero se anima a cuantagotas porque conoce sus limitaciones; y otro que intenta, pero se agobia de sólo pensar en la cantidad de columnas que debe sortear en el área para meter un pase a la red, sólo puede suceder una cosa. Que la expectativa siempre sea infinitamente mayor al resultado y la calidad del juego.

El Atlético llena los ojos de cualquiera que lo ve tomando como parámetro a un grupo humano que entrega todo por un objetivo. Encarna a los 300 de Leónidas en Las Termópilas. Subiría al Everest con botines. Está dispuesto a dar su vida por tres puntos. Es el reflejo más fiel de Diego Pablo Simeone, su entrenador, quien en enero de 1997 antes de un Uruguay-Argentina aseguró que "para poder ganar tenemos que jugar con el cuchillo entre los dientes".

El Barça es un equipo confiable. Reeducado para adaptarse a las circunstancias. No tan brillante como en el pasado reciente, pero eficaz, inteligente. Experto. Con todo lo que sugiere el último término. Además, dotado de dos jugadores -Messi y Neymar- que nos van a encandilar en el Mundial de Brasil 2014. Capaces de hacer magia aún frotando dos piedras, de la misma manera en que los primitivos descubrieron el fuego hace miles de años.

La Liga está abierta porque ninguno se sacó ventaja y porque el Real Madrid (44 puntos; 52 goles a favor, 21 en contra) tiene todo a favor para reducir la que le llevan Barcelona (50; 53 goles a favor, 12 en contra) y Atlético (50; 47 goles a favor, 11 en contra). Por primera vez en varios años tenemos trío y no binomio. Cada cual con sus armas. Cada equipo con su propio y personal estilo. Y por vez primera, a diferencia de los últimos años, tenemos la seguridad de saber que por ese mismo motivo el pescado no está vendido de antemano, ni mucho menos.

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