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El temor de Codesal

BUENOS AIRES- Sonó otra vez el teléfono de mi casa. Era Edgardo Codesal, el famoso árbitro de fútbol que dirigió la final de la Copa del Mundo de Italia 1990. Este señor andaba por Buenos Aires, por un tema delicado: lo perseguía el fantasma de Curitiba.

Edgardo Codesal es lector de mis crónicas en ESPN.com, desde aquellos años en que mi pluma virtuosa hacía furor junto a la de Faitelson en cada Copa Libertadores. Pensar que me seguían miles de hinchas mexicanos... para pegarme.

El desprecio general, es lo que me une a Codesal. "Cucu, soy fanático tuyo, nadie escribe como vos y te sigo desde hace 20 años". Me dijo el excelente árbitro mexicano. Y agregó: "Por otro lado, sos el único argentino en el que puedo confiar. Ayudame, me persigue el fantasma de Curitiba para matarme".
Nunca creí que el Fantasma existiera en realidad. Escucho su historia desde que comencé en este mundo del fútbol. El fantasma surgió por primera vez en un estadio de Curitiba y de ahí le quedó el apodo. El Fantasma de Curitiba se dedica a "ajusticiar" árbitros que no cumplen con lo esperado en sus presentaciones mundialistas.

El gran árbitro mexicano se hospeda en el Hotel Presidente y ahí lo fui a visitar.

Codesal me trajo el pito con el que dirigió la gran final Argentina-Alemania de Italia del 90 y me lo obsequió. "Tomá, Cucu, esto es por todas las sonrisas que me robaste en tus crónicas y relatos". El pito era de oro y lo guardé emocionado en mi mochila. Saqué mi último libro de poemas Cucurto, 1000 poemas editado por la editorial Interzona y se lo regalé.

Hecha las presentaciones. Edgardo Codesal me dijo que vino a Buenos Aires para ayudar a varios árbitros argentinos (entre ellos Pitana) y puedan hacer una excelente performance en Brasil 2014.

De pronto me sorprendió con una confesión: "En la calle Salta, hay un lugar donde se ajusticia árbitros". "¿Cómo?", le pregunté. "Sí, Cucu, -me dijo-, el Fantasma de Curitiba tiene su guarida en un hotel de Constitución. Ata a los árbitros, los baña con agua fría en pleno invierno, les hace aprender de memoria el Manual del árbitro, les muestra fotos de Blatter y de Grondona".

"Incluso hasta lleva a varias botineras para que se paseen en paños menores mientras ellos marcan posiciones adelantadas y penales difíciles de cobrar y todo ocurre mientras ellos están atados de pies y manos", me dijo Codesal.

"No creo que cobrar un penal inexistente, sea una tragedia, Cucu. Vine a pagar por mis errores, a cobrar mis aciertos, así es la vida, Cucu. Soy mexicano y amo el fútbol. Pero no quiero que a los árbitros se nos culpe de todo".

Decidí acompañarlo, pero antes comimos un puchero en el bar El Globo y luego sí, nos encaminamos, un poco tomados, rumbo al hotel de El vampiro de Curitiba. Yo estaba dispuesto a hacerle un reportaje para este gran sitio.

Continuará...