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Palermo

El diluvio. El terreno de juego, casi una pileta. Las ideas obnubiladas. Una creciente desazón. La poderosa sensación de no sobrevivir a una nueva amargura...

El escenario exigía épica y Martín Palermo provocó el delirio. Su gol en el estadio Monumental en el tercer minuto agregado al reglamentado la noche del 10 de octubre de 2009 desató un festival de emociones a flor de piel. En el césped, la locura. Fuera, desconocidos entrelazados por un abrazo multitudinario, con los ojos enrojecidos por el llanto.

La explosión de júbilo en el estadio Monumental cuando 'El Titán' Martín Palermo marca el gol que le vale a Argentina prácticamente el pasaje para disputar el Mundial de Sudáfrica 2010, es uno de los momentos más importantes del fútbol argentino en la era moderna.

Por la forma agónica en que el histórico goleador de Boca Juniors materializa esa victoria (2-1) versus Perú tras regresar a la selección 10 años después de haber sido convocado por última vez. Por la lección de vida que transmite un jugador al que jamás vencieron un manojo de lesiones graves ni sus propias limitaciones técnicas. Y porque la conquista fue propiciada por el prócer Diego Armando Maradona -en ese entonces seleccionador argentino-, quien recurrió al goleador del pueblo en un momento sumamente crítico.

La situación recordaba la tarde gris del 30 de junio de 1985, cuando Argentina, en el mismo lugar y frente al mismo rival, consiguió el boleto para disputar el Mundial de México 1986 al empatar (2-2) gracias a una patriada de Daniel Passarella y la arremetida de Ricardo Gareca disfrazado de Mario Kempes. La albiceleste llegó casi pidiendo permiso al Mundial en el que brillaría el propio Maradona y conquistaría su segunda Copa del Mundo. Después de 24 años, Palermo y su espíritu indómito disparaban nuevos sueños.

La alegría no se puede cuantificar, pero ¿cuántos decibelios provocó el festejo del gol de 'El Titán'? Tronó, aunque esta vez, de abajo hacia arriba. Decimos que la vida no se mide por los momentos en que uno respira, sino por los instantes que a uno le quitan la respiración.

Aquel 2-1 inspirado por Federico 'Pocho' Insúa y su buscapié intencionado, rematado por Palermo para conquistar el arco iris de las emociones, es, justamente, uno de esos momentos en que a cualquier hincha se le corta la respiración y entra en un trance inolvidable. Éxtasis puro. Catarsis. Desahogo. Liberación. Lo más parecido a tocar el cielo con las manos.