Alejandro Caravario 10y

La vedette del verano

BUENOS AIRES -- Mauro Matos es un delantero eficaz. Aunque no le sobran recursos, con su destreza para el juego aéreo y su inteligencia para caminar el área se ha vuelto un jugador relevante.

A tal punto que, en un verano de escasos movimientos en la góndola futbolera, fue el objeto de deseo de dos equipos grandes. Primero intentó llevárselo Independiente, pero el recuerdo de su delicada situación financiera lo obligó a desistir.

Luego fue San Lorenzo el que lo juzgó útil. Aunque ya había firmado Blandi, el entrenador Bauza defendió su incorporación. Acaso sean veleidades de campeón. O la previsión de alguien que deberá competir en tres frentes de alta exigencia.

Lo cierto es que San Lorenzo finalmente logró los servicios del codiciado Matos, quien no veía la hora de irse de All Boys, donde estaba peleado a muerte con el presidente Bugallo.

De todas maneras, que un jugador como Matos, que viene de una breve e inocua experiencia en México como lanzamiento internacional, sea la vedette del verano dice algo del estado del fútbol.

Dice, en principio, que nadie tiene dinero. Y que la ida y la vuelta de futbolistas más o menos importantes –de la Argentina o de mercados próximos– ya no será el título que encabece las secciones deportivas.

Se destacaron los regresos: Cavenaghi a River, Enviti a Banfield, Banega a la Argentina, esta vez al club de sus amores, Newell´s, donde hizo las divisiones inferiores. Fuera del impacto sentimental de estos pases, la aguja se movió poco y nada.

Las novedades y el fortalecimiento de los planteles habrá que obtenerlos de otro modo: con la promoción sistemática de juveniles.

El ejemplo de Vélez, el más consecuente en su política de exportación de los futbolistas criados en la casa, tiende a afirmarse por necesidad.

Vélez también ha demostrado que una razonable estrategia de ventas no obliga a desmantelar el equipo. Y en este punto, en el equilibrio entre maduración de futbolistas, consolidación de una base duradera y las exigencias económicas que obligan a exportar, reside la clave de la felicidad.

Claro que una formación intensiva de juveniles no se logra en dos días. Implica, entre miles de variables, la elección correcta a la edad correcta, el fogueo progresivo, el acompañamiento profesional, la inculcación de un lenguaje que identifique al club, planificación de acuerdo al desarrollo físico… En fin, la receta es compleja. Pero, a la corta o a la larga, obligatoria.

En paralelo, la detección de talentos promisorios en ligas menores o categorías de ascenso es una alternativa interesante, que los clubes suelen descartar en forma apresurada.

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