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Boca y los demás

BUENOS AIRES -- Boca vuelve a situarse en el ojo de la tormenta. A la pobre actuación del certamen pasado, se suman otras dos fechas sin triunfos en el Torneo Final.

Entonces, Gago contradice a Bianchi, quien encuentra insuficiente la actitud de los jugadores en determinados momentos. Y se crispan los ánimos ante los errores de Zárate, señalado como uno de los responsables principales de la caída frente a Belgrano en la Bombonera.

En el caso del marcador de punta, tal vez obre en su contra el hecho de que su representante es Mauro Bianchi, hijo del entrenador de Boca. Una flagrante superposición de intereses que pone en duda la ética profesional del DT, situación a la cual los dirigentes quizá deberían prestar mayor atención.

Mientras la insatisfacción se apodera de los hinchas y el periodismo se aboca a la crítica serial, se agiganta la figura de Riquelme, héroe en el exilio cuya ausencia crónica permite registrarlo como un salvador (ninguno es tan bueno como el que no juega).

Debido a la potencia de su camiseta, Boca concentra una demanda mayor que el resto de los competidores. Pero si somos realmente justos tendríamos que decir que no está jugando nada mal. Por lo menos, no lo hace peor que algunos que cosechan elogios y miran la tabla desde arriba.

Boca no dispone de un plantel tan rico como el de River, que alterna instantes lucidos con un fútbol raquítico y desdeñoso como el del segundo tiempo ante Central. Tampoco viene de salir campeón como San Lorenzo, que sin embargo se abrazó a una exigua victoria sobre Racing para capear el temporal en el que lo sumió el inicio de temporada.

A Boca no se le reconocen los tramos de juego preciso, como el del primer tiempo ante Belgrano. En cambio a Newell´s se lo sigue apuntando como "uno de los mejores equipos de la Argentina", aun cuando hace once fechas que no gana y su gestión ofensiva es incolora, inodora e insípida, suma inadmisible para una formación a la que se tilda de ambiciosa.

En fin, habría que revisar los clichés, los motes fijos y mirar de frente un fútbol que se torna dramáticamente pobre.

La verdad es que entre los candidatos al título y los que deberán luchar por la permanencia en Primera no se aprecian diferencias sustanciales. Pero en contra de lo que sostienen ciertos abogados de la medianía, estas semejanzas no vuelven más apasionante al fútbol sino más tedioso y mal jugado.

¿En cuál lista colocamos a Estudiantes? Es el único que enhebró dos triunfos consecutivos. Es el puntero y un equipo de una opacidad insufrible. Se está armando, de acuerdo. Pero le alcanza para gobernar las posiciones luego de dos fechas.

El único que luce distinto -más sólido, más estable y decidido, como salido de otra liga- es Vélez. Entre los otros, no existen grandes distancias. Boca, como todos, puede pasar en una semana del purgatorio a la felicidad.