Carlos Irusta 10y

El boxeador del pueblo

BUENOS AIRES -- Lo bautizamos, sin pretensiones, "El campeón del pueblo" tras aquella victoria inolvidable frente a Adrien Broner en el Alamodome de San Antonio, Texas. Vimos cómo, tras la pelea, fue esperado en la puerta del Marriot por un centenar de personas. Eran de diferentes partes, latinos en su mayoría, aplaudiendo a un peleador sanguíneo, temperamental y silencioso que terminaba de ganar la pelea de su vida, contra todos los pronósticos. De la misma manera que, unas horas antes, todo un estadio se puso de pie para aplaudir su victoria.

Olvidemos, por un momento, las estadísticas, los porcentajes, las apuestas y las bolsas. Ya habrá tiempo para todo eso. En este momento, con la noticia fresca -esperada, ya casi sabida, pero recién ahora concretada en forma oficial, definitiva y lista-, se siente que llegó el turno de Mediana. Pelea difícil, claro, ante un genio con guantes, un radar humano, un boxeador extraordinario. Pero son los grandes desafíos los que marcan a los que quieren ser grandes de verdad.

Y así como El Chino Maidana fue abajo en las apuestas contra Víctor Ortiz, Amir Khan o Adrien Broner, así estará ahora, confiando en su corazón de peleador y en su espíritu inclaudicable.

¿Qué es de la vida sin las ilusiones o los desafíos? Dicen que la historia no la escriben los cobardes. El Chino, asesorado por Sebastián Contursi, persiguió su posibilidad de pelear con Adrien Broner sin tener ningún reparo en lo que decían (decíamos) los llamados expertos. Es más, cuando le comentaron que en una encuesta en las redes sociales era el candidato más fuerte para la gente del boxeo para pelear con Mayweather, su respuesta, fue, sencillamente: "¿Qué encuesta?"

Genuino, sin marketing, sin maquillaje, sin frases altisonantes, Maidana tiene la elocuencia de los peleadores que, cuando suena la campana, salen a jugarse la vida por el triunfo. Khan lo tuvo por el suelo en el primer asalto tras un tremendo gancho al hígado. Terco y áspero, Maidana se levantó, aguantó, y estuvo a punto de ganar por nocaut. Ni que decir de las caídas que sufrió frente a Víctor Ortiz, ni las caídas que le provocó al favorito de Golden Boy, quien terminó buscando con la mirada a su rincón para terminar con la pesadilla y que, luego, jamás fue el mismo. (Khan, nos parece, tampoco fue el mismo luego de haber estado a punto de perder por nocaut con El Chino. Víctor Cayó, tampoco. No es casualidad).

Nadie puede negar que Floyd es un boxeador extraordinario, pero en la vida, y en el boxeo, los imposibles no existen. Maidana, que espera ser padre para marzo, sabe que está ante la oportunidad de su vida. Y que -aunque a muchos les pueda parecer mentira- no es solamente por una gran cantidad de dólares: está en juego la gloria, su sangre de boxeador, su raza de peleador.

Es, hoy, el boxeador del pueblo. Sin casi haber dicho nunca una frase llamativa, se ganó a la gente por su sencillez, por su fuerza espiritual, por su elocuencia con los guantes puestos. Se aguantó las bromas de Broner y nos comentó: "Igual, por más que hable, no le entiendo nada, así que siga hablando…" Y, en otros casos, respondió con una sonrisa. "No importa dónde va a ser la pelea", nos dijo. "Igual le voy a ganar". Y, cuando le mencionamos la posibilidad de pelear con Floyd, fue más parco todavía: "Es un gran boxeador, pero vamos a ver qué pasa cuando le pegue".

Dicen que los hombres duros no bailan. Dicen que el boxeo es un deporte de mudos. Dicen que, cuando suena la campana, se acabaron las palabras, las posturas y los desafíos. Cuando suena la campana afloran los hombres.

Maidana, un noqueador explosivo, es también el boxeador del pueblo. Y esa noche, que lo sepa desde ahora, tendrá a todo un pueblo detrás de él, el pueblo del boxeo, formado por argentinos, pero también por mexicanos y latinos en general. Porque en este hombre sencillo y callado, está también la esperanza de que, una vez, a un boxeador del pueblo le toque levantar los brazos en triunfo.

¿Difícil? Sí, claro. Pero recordar que, en la vida como en el boxeo, nada es imposible.

^ Al Inicio ^