Bernardo Pilatti 10y

Chávez Jr. probó que puede

Cuando dos rivales que se prepararon adecuadamente, en una pelea ponen carácter, actitud, ganas de vencer y sueltan por asalto un promedio superior a los noventa trallazos, ocurren espectáculos emocionantes como el que vimos el sábado en San Antonio, en Chávez Jr.-Vera II. Ganó el hijo de la leyenda, pero tal vez el resultado no fue lo más importante.

El mexicano, tal como lo prometió, se preparó a consciencia, puso disciplina, no tuvo problemas con el peso y luego de mucho tiempo, lo vimos superarse a sí mismo antes de superar a su rival de turno, un increíble Bryan Vera que con su trabajo jerarquizó le victoria de Julio César Chávez Jr.

Había mucha expectativa por saber si Chávez Jr. podía dar vuelta su mala imagen y desde el comienzo de la batalla vimos que lo conseguiría. Más liviano, más agresivo, trabajando cada asalto, golpeando como nunca y absorbiendo todo lo que le mandaba Vera.

Los dos trataron de controlar el ritmo con el jab y mantuvieron el intercambio por todo el combate. Cuando Vera cumplía el mandato de la esquina y mantenía la batalla en el centro del ring, su desempeño mejoraba. Pero la presión de Chávez Jr. conseguía siempre mudar el libreto. Lo empujaba sobre el ensogado y allí, en la corta distancia, recibía y asimilaba golpes de todos los colores, que es necesario aclarar, devolvía casi en la misma secuencia.

Hubo golpes bajos, cabezazos, momentos de cansancio para ambos y una rebeldía digna de elogio. Los dos salieron a golpearse duro y en ese escenario era natural esperar la victoria del más fuerte: Chávez Jr.

Tal vez las payasadas del último asalto, cuando ya sabía que había ganado, le quitan puntos en la consideración al mexicano, pero de todas formas ello no desmerece su gran trabajo. Él dijo que se lastimó la mano, lo cual le restó posibilidades. Además "cuando Vera está lastimado, es cuando es más peligroso" aclaró al darle el crédito a su rival.

Chávez también recordó que su balance y equilibrio tienen un gran enemigo: su pie plano, que no le permite desarrollar su plan de pelea de manera normal cuando de trabajar sobre piernas se trata.

Mi conclusión es que Chavez Jr. mostró que puede mejorar y dar espectáculo en la medida que le ponga disciplina y orden a su vida fuera del ring. Su nombre es una institución y debe respetarlo. Tal vez, esta victoria fue el inicio de un nuevo camino donde ya se impone un cambio en su esquina. Su posible futuro con Robert García, quizás le permita mejorar en área en que necesita reciclarse para no solo ser un noqueador. Es necesario que también sea un buen boxeador.


GANO SALIDO, CON AYUDA DE COLE

¿Puede ser el referí, sin hacer nada, el que más hizo para el definir el resultado de una pelea de título? La respuesta es sí. En la batalla que Orlando Salido le ganó a Vasil Lomachenko por decisión mayoritaria, el árbitro Laurence Cole demostró que ello es posible.

Salido no consiguió el peso en la báscula, a la cual superó por más de dos libras ni hubo tampoco exigencia de un límite para la noche del combate al cual llegó con 147 libras, doce más que su rival. Ya al comienzo de la pelea se notó que su exceso de tonelaje, traducido en mayor fortaleza, repercutiría en el curso del combate. Pero hubo más. El mexicano se cansó de dar golpes bajos. HBO mostró cinco de ellos, yo conté muchos más ignorados por Laurence Cole. El remate llegó en el último asalto, cuando totalmente extenuado, Salido se aferraba de manera escandalosa a su oponente para evitar el KO ante la reiterada pasividad de Cole.

La pelea fue muy pareja, también hay que aclararlo. El mayor volumen de golpes fue del mexicano, pero la contundencia y efectividad le correspondieron a Lomachenko. El ucraniano que en su segunda pelea profesional buscaba el título mundial de las 126 libras, debió cambiar su estrategia ante la superioridad física del oponente y trabajó la pelea en velocidad. A medida que el mexicano iba perdiendo energía, él aumentaba su castigo que en el último asalto pudo hasta significar una victoria por KO de no mediar la ineptitud de Cole.

Por mi conteo personal y sin tomar en cuenta los puntos que le debieron descontar a Salido, por los golpes bajos, Lomachenko debió ganar por 115-114. Dos de los jueces no lo vieron de esa manera, el ucraniano no pudo entrar a la historia como el primer pugilista en ganar un título en su segunda pelea profesional y el mexicano se salvó de integrar la humillante estadística.

Más allá de lo entretenida que resultó la batalla, tal vez, queda como una novedad que enaltece el espíritu deportivo, las declaraciones del perdedor cuando le preguntaron por su falta de reclamos ante los reiterados golpes bajos: "No hay excusas, los jueces me vieron perder y no voy a reclamar por ello. El juez hizo su trabajo y yo el mío".

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