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Timberwolves vuelve a decepcionar

Se suponía que esta sería la temporada de los Minnesota Timberwolves.
La franquicia logró por fin dejar atrás la era David Kahn, y gracias a un núcleo formado por un Ricky Rubio saludable, un Kevin Love en su mejor momento y una fuerza de la naturaleza como Nikola Pekovic, la expectativa era, como mínimo, regresar a los playoffs.

Los Lobos no forman parte de la postemporada desde 2004 y claramente todavía no se han recuperado de haber perdido a Kevin Garnett.

El delantero los llevó hasta las finales de Conferencia, donde dieron batalla a unos Los Angeles Lakers que acabaron sucumbiendo ante los Detroit Pistons.
Desde entonces todo ha sido decepción.

En 2008 les cayó Love en un cambio por O.J. Mayo el día del draft, y viendo cómo se dieron ambas carreras, la cosa podría haber sido peor. El problema es que a partir de ahí virtualmente cada decisión en el draft fue errónea.

La historia de 2009 es conocida: en un draft con Stephen Curry, DeMar DeRozan y Ty Lawson, los Timberwolves escogieron a Jonny Flynn y a Rubio, quien decidió quedarse dos años más en Barcelona.

A continuación escogieron a Wesley Johnson (en lugar de Paul George o DeMarcus Cousins) en 2010, a Derrick Williams (en lugar de Klay Thompson, Nikola Vucevic o Kawhy Leonard) en 2011 y a Shabazz Muhammad en 2013.

Los dos primeros ya no están y el último se ha pasado toda la temporada fuera de la rotación de Rick Adelman, a pesar de una multitud de lesiones en el perímetro. Está claro que todos esos errores los han pagado caros, pero la culpa tampoco puede recaer 100 por ciento sobre la gerencia.

Kahn cometió una infinidad de errores y probablemente nunca tendrá un puesto similar otra vez en la Liga. Kevin McHale ahora es entrenador y le va bien en Houston Rockets. Dwayne Casey está haciendo un trabajo más que aceptable al frente de los Toronto Raptors, y lo mismo sucede con Randy Wittman en Washington Wizards.

Flip Saunders está ahora a cargo del proyecto, y cuenta en Adelman con uno de los mejores estrategas de la NBA.

Es por eso que es culpa de mirar hacia la cancha para ver exactamente dónde está el problema, y todo empieza y termina con las dos caras visibles del proyecto.
Quizás es hora de aceptar que Love y Rubio no son tan buenos como pensamos.

LOVE: ¿JUGADOR FRANQUICIA?

La profundidad y competitividad de la Conferencia Oeste no ayudan, pero tampoco son excusa.

Esta temporada será la sexta de la carrera de Love como profesional, y seguirá sin haber jugado siquiera un minuto en playoffs. Es más, los Timberwolves ni siquiera han tenido más victorias que derrotas en una temporada desde su llegada.

Sus números son tan espectaculares como fascinantes (18.9 puntos y 12.3 rebotes en su carrera / 26 y 13 esta temporada, sin contar los 35 y 8 del miércoles en Dallas), pero el hecho de que no se hayan traducido en victorias es más que preocupante.

Esto es para tener en cuenta y analizar a fondo. Muchas franquicias esperan pacientemente el verano de 2015 para entregarles las llaves de su ciudad a Love, pero estamos hablando de un jugador que no ha demostrado en ningún momento ser un ganador.

Esta campaña es el mejor ejemplo: un equipo con Kevin Martin, J.J. Barea, Chase Budinger, Pekovic, Dante Cunningham y Luc Richard Mbah a Moute debería terminar por encima de .500. Puesto en otras palabras, los Timberwolves no tienen menos talento ni que Phoenix Suns ni que Dallas Mavericks, y sin embargo están ya demasiado lejos de estos como para meterse en playoffs.

El delantero estuvo saludable e hizo su parte desde lo estadístico, agregando además 4.2 asistencias y 38.2 por ciento en triples. Desde un punto individual, su temporada es una verdadera gema y Love uno de los mejores 10 jugadores de la Liga.

Sin embargo, el hecho de que no pueda liderar a un equipo veterano y capaz a los playoffs habla bastante mal de sus prospectos como pieza angular de un equipo contendiente.

RUBIO: ¿SOBREVALORADO?

Quizás su mayor problema hayan sido las expectativas: todo el mundo esperaba a un verdadero mago, una figura mitológica capaz de dar pases imposibles y elevar el nivel de todos con su mera presencia. Los resultados sin duda han decepcionado, tanto en lo colectivo como en lo individual.

Rubio es el mismo jugador hoy que en Beijing 2008, cuando deslumbró a todos jugando los Juegos Olímpicos con 17 años.

Las lesiones han frenado su crecimiento, pero su falencia sigue siendo la misma que cuando jugaba en Joventut Badalona: su tiro es pésimo y lo sabe todo mundo.

El tema es de tanta gravedad que el catalán es, desde 1965, el peor tirador de la liga con al menos cinco mil minutos disputados, según Basketball-Reference.com.

Sus problemas están en todos lados, ya que promedia 28 por ciento en la pintura, 27.7 de media distancia, 20 en triples esquineros y un bajísimo 45 por ciento en la zona restringida, según NBA.com.

Viéndolo en persona uno saca las mismas conclusiones: Rubio tiene un tiro lento e inefectivo, y por ende se lo nota dubitativo al tirar. Las defensas lo saben, actúan de manera acorde, y la ofensiva lo sufre.

Su capacidad como pasador está fuera de discusión, pero su tiro perjudica tanto al esquema que al parecer sus 8.5 asistencias por partido no alcanzan.

Su edad además engaña: Rubio es profesional desde los 14, por lo que su desarrollo ya tendría que haber sucedido. Que no haya pasado todavía es un fuerte indicio de que probablemente nunca suceda.

Los Timberwolves le dieron un contrato más corto a Love para reservarse el máximo para Rubio, pero desde hace un tiempo está claro que eso sería una pésima idea.

Es por eso que Love se irá a más tardar en el verano de 2015, y que Rubio quedará aún más expuesto.

El tema es solucionable: si Tim Duncan aprendió a meter sus tiros libres y Blake Griffin se puede convertir en un jugador confiable de media distancia, no hay razón en el mundo por la que Rubio no podría hacer lo mismo.

Hasta entonces, Minnesota seguirá sufriendo este triste presente, y las temporadas sin playoffs se seguirán acumulando.

La era Rubio-Love ha demostrado ser un fracaso rotundo. ¿No será hora de barajar y dar de nuevo?