Martín Urruty 10y

El futuro es hoy

AUSTRALIA -- Puestos a la tarea de analizar el inicio del 65º Campeonato Mundial de Fórmula Uno aparecen tres caminos posibles: añorar lo que empieza a ser recordado como un pasado mejor, enumerar caminos teóricos que podría haber tomado el reglamento o desmenuzar hechos concretos para ver más allá de lo que muestran los resultados. Quizá este presente sea lo que el futuro le depara al automovilismo: menor consumo, energías alternativas y otro sonido. Al cabo, hacia allí va la industria automotriz como evolución global. Hoy resulta irrefutable que para el público que sigue las carreras, la ensordecedora y fina melodía de un motor a combustión no pasó de moda para que sea reemplazada por el ronco ronroneo del impulsor híbrido que ni alcanza a tapar los chillidos de los frenos. Pensar ahora en un automovilismo sin ruido es como pretender armar una filarmónica con mimos.

Esta Fórmula Uno que ya ni tiene motores sino unidades de potencia dejó en las calles de Australia algunas certezas, varias sorpresas, decepciones e interrogantes. Si la confiabilidad, principalmente del maremágnum de circuitos, dispositivos y sensores comprendidos en el motor V6 a combustión, turbo, enfriador, generador eléctrico, sistema de recuperación de energía cinética y baterías para almacenamiento, era el asunto que desvelaba a los equipos y hasta a la Federación Internacional del Automóvil después de los sucesos de la pretemporada, ahora pueden aliviar tensiones. Aunque hubo cuatro bajas (dos por un choque) en las primeras cinco vueltas, con dos campeones involucrados, la tasa de llegada fue del 63,6%: se clasificaron 14 de los 22 autos. Acaso por el miedo colectivo al abandono, cálculos de consumo de combustible, falta de experiencia y trabajo con los nuevos vehículos, nadie arriesgó demasiado y el Gran Premio en Melbourne fue chato y sin emociones. Eso impulsó a un pedestal al finlandés Valtteri Bottas, quien con un rendidor Williams-Mercedes se animó a pasar. Ni más ni menos.

Más allá de los fundados temores, la pretemporada también había dejado un dato: el rendimiento de los impulsores Mercedes-Benz -los que más kilómetros de pretemporada completaron- y en particular del equipo Mercedes. Nico Rosberg se hizo notar de entrada. Protagonista de una estupenda largada, el alemán saltó de tercero a primero rumbo a la curva inicial, desde donde construyó un dominio abrumador. El hijo de Keke le sacó más de 24 segundos a Daniel Ricciardo, su escolta en pista, casi 27 al novato Kevin Magnussen, medio minuto a Jenson Button y más de 35 segundos a Fernando Alonso. Nico logró su cuarta victoria mundialista. Su padre había ganado en las calles de Adelaida el primer Gran Premio australiano en 1985, usando como Nico el número 6 y también luego de haber partido tercero.

Mientras Rosberg comenzaba a dar muestras de contundencia, su compañero Lewis Hamilton, autor de una pole position que no pudo sostener en el pique hacia la primera curva, empezaba a languidecer hasta que entregó su auto en boxes al cabo de tres vueltas por la falla de un cilindro. El problema había sido detectado en la vuelta previa. También en ese lance, el giro de calentamiento, en este caso el segundo ya que la primera partida fue anulada por un problema en el Marussia de Jules Bianchi, aparecieron los inconvenientes en el impulsor Renault del cuádruple campeón Sebastian Vettel. El alemán, 12º en la grilla, paró un giro después que Hamilton. Cortó así una seguidilla de nueve victorias consecutivas, las conseguidas en el extraordinario cierre de 2013. El campeón se quedó junto con los ingenieros analizando los datos de su auto y los que emanaban del RB10 de Ricciardo. El australiano hizo en su casa y en carrera lo que Red Bull no había podido en toda la pretemporada: dar más de 20 vueltas seguidas. El recién ascendido de Toro Rosso tuvo a la mano su primer podio en Fórmula Uno y el primero de un piloto local en el Gran Premio de su país, pero unas horas después fue despojado por los comisarios. Ricciardo no tenía mucha idea de su falta: el Red Bull había gastado más combustible que el permitido (100 kilos por hora). Aunque la escudería campeona había sido advertida por el comisariato de la FIA durante la carrera para que ajustara su consumo, Red Bull no hizo caso al pedido con el argumento de que el sensor de la FIA medía erróneamente. Ricciardo fue excluido y Red Bull anunció que apelará la medida.

Más allá de la exclusión y el motivo tan propio de estos tiempos, imposible de imaginar décadas atrás, Red Bull mostró con Ricciardo que acertó en la elección para reemplazar a Mark Webber. Pero, además, dio cuenta de una asombrosa recuperación después de su pésima prestación en pretemporada. La marca austríaca había quedado novena entre los equipos que más kilómetros recorrieron en los 12 días de pruebas, sólo delante de Marussia y Lotus, que ni siquiera estuvieron en todos los tests. Sin embargo, en sólo un par de semanas fue capaz de acomodar el coche diseñado por Adrian Newey para que completara el recorrido y con decoroso rendimiento.

McLaren también acertó. Y no sólo porque el MP4/29 asoma mucho mejor que su antecesor, ayudado por la gran prestación de Mercedes. Arrogante como suele ser, Ron Dennis, de vuelta al frente del equipo, afirma que él tomó la decisión de reclutar a Magnussen directo desde la Fórmula Renault 3.5 en la que fue campeón 2013 para ponerlo al lado de Button y en reemplazo del mexicano Sergio Pérez. El hijo de Jan (debutante con McLaren en Aïda 1995, aunque luego corrió siempre con Stewart) fue una de las máximas figuras de la carrera: a pesar de la espantada del auto en la partida, cuando se cruzó con Rosberg, Magnussen mantuvo velocidad, ritmo, concentración y calma para que su estreno fuera con podio, como antes lo habían logrado -por caso- Jacques Villeneuve y Lewis Hamilton (también en Australia), al cabo campeones mundiales. Magnussen puso a Dinamarca por primera vez en un podio de Fórmula Uno.

Si de Lotus, ganador en Australia 2013, se esperaba poco y nada debido a sus problemas de rendimiento y confiabilidad, Ferrari en cambio desentonó y decepcionó. Alonso y Kimi Räikkönen acumularon padecimientos y jamás estuvieron en condiciones de pelear más adelante. El asturiano sólo ganó lugares por abandono (Hamilton) o exclusión (Ricciardo) y fue superado por Button. Más allá de la posición, Ferrari tomó nota de un par de datos relevantes: fue superado por los otros dos motoristas (Mercedes, como se esperaba, e incluso el convaleciente Renault) y Alonso quedó ¡a 35 segundos del ganador! en una carrera que tuvo interrupción del auto de seguridad. Demasiado lejos. Y podría haber sido peor si se tiene en cuenta que Hamilton paró, Felipe Massa fue sacado brutalmente de pista por Kamui Kobayashi y Bottas cometió un error que le costó la rotura de una goma. Esos tres, al menos, tenían velocidad para terminar delante de la F14T del asturiano.

Después de los aplausos a Bottas por su empuje durante toda la carrera cabe preguntarse hasta dónde hubiera llegado sin ese topetazo a la pared cuando ya estaba encima de Alonso, lo que derivó en un pinchazo, cambio obligatorio de neumáticos y -para su fortuna- neutralización de la carrera. Sus tiempos de vuelta lo proyectaban al podio. El finlandés ya le aportó a Williams más puntos que los anotados por el equipo durante todo 2013.

El debutante ruso Daniil Kvyat batió una marca de Vettel. Se transformó en el piloto más joven en sumar. Ungido directamente a F-1 como campeón de GP3 Series, el novato de Toro Rosso, sexto piloto más joven en hacer su estreno, anotó con 19 años y 324 días y mejoró en 27 días el record que tenía el ahora tetracampeón. Entre las pérdidas de Vettel, seguro que es la que menos cuenta.

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