Carlos A. Nava 10y

Un evento para la historia

SURPRISE, Arizona -- Cuando comenzó el más reciente Clásico Mundial de Beisbol en el 2013, pocos o nadie daban esperanza a Puerto Rico de pelear por el campeonato, o de siquiera sortear la primera ronda, que se llevó a cabo en su suelo.

Pero tres semanas después, la selección boricua se quedó a un triunfo de ser el monarca del torneo de pelota más importante a escala mundial.

Puerto Rico llegó a la final, con un conjunto mezclado de jóvenes, veterano y unos cuantos estrellas ligamayoristas.

Era una gran diferencia con respecto a otras novenas favoritas, como el eventual campeón República Dominicana, cargados de una completa constelación de súper estrellas.

"Yo estaba bien orgulloso de ser puertorriqueño y de tener un equipo de puertorriqueños en la final, de tu país, inclusive cuando no los comparaban con los otros equipos", recordó el entrenador de primera base de los Indios de Cleveland y leyenda del beisbol boricua, el ex receptor Sandy Alomar.

Este miércoles, Puerto Rico cumple un año de realizar una de sus gestas beisboleras más heroícas de los últimos tiempos, que para su mala fortuna culminó con la derrota en el juego por el cetro frente a Dominicana.

Pero para la mayoría de peloteros boricuas, actuales y pasados el mayor triunfo estuvo fuera del terreno de juego.

"Gracias al Clásico Mundial, tuvimos la oportunidad de unirnos como pueblo y tener cuatro días sin criminalidad", mencionó el jardinero central de Puerto Rico, Ángel Pagán. "Todo mundo en la calle se trataba como hermanos".

"Ver la patria de uno así es como ver el país perfecto", agregó la semana pasada en el campamento primaveral de sus Gigantes de San Francisco.

En el campo de juego, Pagán fue parte en el 2013 de un conjunto cuyas victorias en la primera ronda sobre España y Venezuela los pusieron en la segunda ronda del Clásico, donde cuatro años antes había terminado con una derrota frente a Estados Unidos.

Esta vez, los boricuas vengaron la ofrenta, al vencer a los estadounidenses 4-3 para avanzar a las semifinales contra el ex campeón Japón, que ya esperaba en California desde casi una semana antes y con varios partidos de preparación contra equipos de Grandes Ligas asentados en la Liga del Cactus.

En cambio, los puertorriqueños tuvieron que viajar desde Miami a San Francisco, donde apenas horas después de bajarse del avión sorprendieron a los japoneses, como ya habían hecho frente a Venezuela y los anfitriones.

Pagán tuvo la oportunidad de jugar la final del Clásico en el parque de pelota de sus Giants, donde apenas meses antes se había coronado campeón en la Serie Mundial.

Pero aseguró que el 20 de marzo del 2013, con su selección nacional, el partido fue mucho más especial.

"Yo como puertorriqueño cuando juego con mi país en el pecho lo doy el todo por el todo", dijo. "Yo ya no estoy jugando por una organización sino juego para mi patria".

Puerto Rico llegó a la final sólo con cuatro jugadores estelares de Grandes Ligas: Pagán (Gigantes), Carlos Beltrán (Cardenales de San Luis en 2013), Alex Ríos (Medias Blancas de Chicago y Vigilantes) y Yadier Molina (Cardenales).

El resto fueron peloteros ligaminoristas, como el lanzador Nelson Figueroa, quien blanqueó en seis entradas a Estados Unidos en los cuartos de final, o Mario Santiago, quien hizo lo propio en más de cuatro capítulos frente a Japón en las semifinales.

El resto eran prospectos, como Francisco Lindor, quien a sus 23 años fue llamado a la selección como el principal talento joven de los Indios.

"Estaba súper emocionado, súper orgulloso", comentó Lindor, en el campamento de los Indians a dos semanas del primer aniversario de la final boricua en el Clásico Mundial.

Otros jugadores que no pudieron reportarse como su selección nacional, como el receptor de los Vigilantes de Texas Geovany Soto, dijeron que disfrutaron el torneo desde afuera y compartieron el orgullo de sus compatriotas.

Para Soto, fue imposible jugar, ya que en el 2013 competía por un puesto en el roster de los Vigilantes y consideró que si abandonaba el campamento primaveral para reportar con la selección era probable que perdería su empleo.

"Añoré mucho estar ahí porque no pude jugarlo", señaló. "Bien orgulloso por los muchachos que jugaron".

El entrenador de receptores y de primera base de los Vigilantes, el ex receptor boricua Bengie Molina, dijo que el despliegue beisbolero y la pasión que mostró su selección nunca pasó desapercibida en el país.

Cuando Puerto Rico jugó contra Japón la semifinal, 74 por ciento de los televisores en la isla sintonizaron el partido durante los momentos finales, de acuerdo a Major League Baseball, organizadores del Clásico.

Fue el programa de mayor audiencia en Puerto Rico en el 2013.

"El país es muy chiquito y el beisbol está acabándose", dijo Molina, en el campamento de los Rangers. "Lo que queremos nosotros es que el beisbol siga y eso nos puso más en el mapa, puso el beisbol más adelante".

"Ahora todo el mundo tiene una fiebre de pelota y esa es la misión".

Pagán dijo que ya espera con ansia el próximo Clásico Mundial de Beisbol, programado para el 2017.

Mientras tanto, siempre recordará la proeza beisbolera de la que fue partícipe con su país en el 2013.

"La verdad que jamás me voy a olvidar de olvidar de ese equipo", afirmó. "Hicimos cosas que otros equipos jamás pudieron hacer".

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