Alejandro Caravario 10y

Un tribunal despiadado

BUENOS AIRES -- Los casos policiales suelen tener un gran protagonismo en la agenda informativa, especialmente en los canales de noticias.

Se supone que la sangre es una mercancía exitosa. Y, por otro lado, la reiteración de hechos violentos reaviva temores colectivos y desconfianza (cuando no inquina) hacia los encargados de proporcionar seguridad (el Gobierno). Un escenario que algunos medios se empeñan en construir cotidianamente en virtud de sus intereses políticos y comerciales.

Los hechos policiales más atractivos son los que iluminan aspectos sociales, un estado de cosas al que nos asomamos por la ventana de un delito.

Por ejemplo, la muerte de María Soledad Morales permitió acceder a la trama política corrupta y criminal de Catamarca, a un funcionamiento del poder basado en la discrecionalidad, el elitismo y el sometimiento de los más débiles.

Tal descripción, nos hizo inferir el caso, seguramente no se ajustaba sólo a Catamarca sino a unos cuantos feudos de la Argentina profunda maquillados de democracias.

El episodio que ahora calienta las pantallas es el de la chica presuntamente violada, Giuliana Peralta, y los jugadores de Independiente Alexis Zárate, Martín Benítez y Nicolás Pérez.

Como otras veces, la necesidad de mantener el tema en el aire con escasa información (los tiempos de la Justicia no pueden adaptarse al vértigo que exige el minuto a minuto), los periodistas, animadores y panelistas se vieron obligados a lanzar sus hipótesis.

Y, lo más importante, a desnudar juicios infundados (no quiero llamarlos prejuicios), suposiciones discriminatorias y obtusas que probablemente permanecen en alguna habitación no tan remota de la conciencia de la sociedad argentina.

En primer lugar, algún programa canchero de la tarde -con pocas pretensiones analíticas, claro está-deschavó que la denunciante no es, en rigor de verdad, novia de Martín Benítez, como se dice, sino una suerte de amiga del plantel de Independiente que acostumbra a salir con unos y otros. Una polifuncional, la definiría un DT.

El periodista afirmaba haber recogido el dato en el interior del club de Avellaneda, y suponía que la veracidad de sus dichos demostraba sin más la inocencia de cualquier imputado.

Según cierta lógica machista (que no sólo enarbolan los machos), la mujer que denuncia una violación siempre es sospechosa de haber provocado de algún modo la incontinencia del agresor. Mucho más si la chica tiene fama de salir con un variado espinel de caballeros.

Para decirlo sin ambages, el periodista vespertino (panelista de un programa de avezados especialistas en materia de chimentos) sostenía a su modo que, dados los antecedentes de la chica, no tiene derecho a quejarse de un abuso. Bien violada está, qué joder.

Lamentablemente, el punto de vista no es exclusivo de este comunicador social.

En otra vereda, investidos de una dudosa corrección política (se colocan del lado de la víctima), hay periodistas que ventilan un lugar común que ha tenido consecuencias trágicas en los suburbios y frente a la policía: varón, joven y morocho es una combinación muy sospechosa.

De modo que, a falta de lectura de la causa judicial, la historia se reconstruye a partir de estos valores negativos. Los futbolistas son jóvenes y de orígenes humildes (no importa si estos tres tienen esa procedencia, las caracterizaciones de esta índole no se detienen en detalles). Así que a la noche de alcohol (se sabe que los jóvenes son viciosos) le siguió el desenfreno y la liberación de los instintos salvajes propios de esta gente. Fue lo que sugirió, por caso, con el fervor de una ciudadana indignada, una celebridad de la televisión.

Futbolistas y boxeadores, cuando el éxito y la fama los acompañan, gozan de tolerancia irrestricta. Cuando caen en desgracia por un hecho policial, pierden los fueros y se topan con el tribunal espontáneo que los acusa, en primer lugar y retrospectivamente, por su pecado de clase. Entre otros sinónimos del escueto cargo que han escuchado héroes deportivos como Maradona y Monzón figuran "negro" y "villero".

^ Al Inicio ^