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El temor cambió el rumbo del clásico

AP

BUENOS AIRES -- El temor puede vestir diferentes disfraces durante un partido de fútbol. Más cuando hay demasiadas cosas en juego. Una pierna que se repliega para evitar el contacto contra el rival en una jugada de pelota dividida. Una estrategia de especulación. Un pase sencillo que se falla. La elección de un reemplazo... Su aparición en escena durante el clásico entre Real Madrid y FC Barcelona, cambió el rumbo y el destino del match.

Karim Benzema (Lyon, Francia, 19 de diciembre de 1987) jugó un clásico brillante. Marcó dos goles (en los minutos 20 y 23), complicó siempre al eje de la zaga azulgrana y disfrutó de cinco ocasiones más para aumentar su recaudación. Gerard Piqué, en la mismísima línea de gol, evitó que firmara un hat trick a los 26'. A los 51 y a los 58 minutos Víctor Valdés hizo lo propio al detener sendos disparos de El Gato. Y a los 12' y 46' había emitido dos remates de cabeza que se fueron apenas desviados. La defensa del Barcelona nunca logró decodificar sus movimientos en un sector carente de liderazgo y en el que se sucedieron numerosos desacoples.

Aún con semejante performance, Carlo Ancelotti decidió prescindir del francés en el minuto 65, después de que Sergio Ramos fuera expulsado tras cometer penal sobre Neymar dos minutos antes. Benzema ya había sido el jugador sacrificado por Carletto durante los primeros 45 minutos en el Camp Nou, decisión que colaboró para la derrota blanca (2-1), y el entrenador italiano recayó en el error este domingo. Acaso porque la escala de valores que decide el destino del actual Real Madrid no se rige por méritos en la cancha, sino por el precio de mercado de cada jugador y la cantidad de camisetas que vende. Si lo sabrá Gonzalo Higuaín, quien harto de este tipo de cuestiones, dejó la Casa Blanca para recibir cariño y participar de una competencia deportiva más equitativa en Italia.

El emblema Cristiano Ronaldo llegó procedente del Manchester United en julio de 2009 a cambio de €98M. Gareth Bale lo hizo en septiembre de 2013 por €101M. Pero Florentino Pérez 'apenas' pagó €35M + 6 de bonus al Olympique Lyonnais por Benzema en el verano de 2009. El Gato, un jugador excepcional cuyo concurso en la cancha supera en ocasiones, y con amplitud, el valor del que entregan sus glamorosos compañeros. Su precio de mercado ante los ojos del faraón, sin embargo, no le da otro estatus que el de un plebeyo Clase A. Se suma a ello que Benzema siempre acepta y encaja sin chistar.

Imagínense por un instante los decibelios de los truenos si Ancelotti hubiera optado por quitar del césped del Bernabéu a los 65 minutos a Cristiano Ronaldo, casi ineficaz de no ser por el penal que le regalaron en la jugada previa al 3-2 (55'). O las repercusiones mediáticas si el sacrificado hubiera sido Gareth Bale, cuya labor en el clásico se redujo a no mucho más que dos asistencias. La entrada de Raphael Varane era necesaria en el Real Madrid después de la expulsión de Sergio Ramos, pero la salida de Karim Benzema liberó al Barça y lo hizo gigante para dar vuelta la historia. En cambio, el temor de provocar la ira posterior de Narciso le hizo dar un paso en falso a Ancelotti. Media hora antes del final del partido tanto el clásico como la Liga eran suyos, pero sus propios miedos conspiraron contra él. En el otro banco, a Gerardo 'Tata' Martino no le tembló el pulso cuando debía quitar a Neymar porque en el Barcelona funciona adecuadamente la méritocracia.

¿Pagar 199 millones de euros por conseguir sólo esto en el momento en el que supuestamente hay que darle un tiro de gracia al mejor equipo de la historia para arrebatarle la hegemonía? ¿Pagar una fortuna descabellada para victimizarte de manera infame?

Benzema habrá dormido tranquilo después de comprobar que tenía pocas cosas para reprocharse. No habrá sido el caso, seguramente, de algún otro. Es lo que tiene no estar a la altura de un desafío planetario. Es lo que tiene estar muy por debajo del mejor jugador del mundo. Es lo que tiene trabajar en el club que preside uno de los hombres más poderosos del mundo. Es lo que tiene ser un entrenador sin plena independencia ni poder de decisión.