Bruno Altieri 10y

El jugador imposible

Kevin Durant recibe el balón y gira. El defensor lo observa e intenta anticipar el movimiento. Es un pase de baile dubitativo, poco ortodoxo, que involucra ambos pies en un gesto que anticipa el bochorno inevitable.

Durant se divierte con lo que provoca, pero su expresión corporal disfraza ese sentimiento. Es un niño riéndose a carcajadas dentro de un hombre de rostro duro, sin fisuras. Tirador implacable en un western del lejano oeste; jugador de poker adiestrado en una mesa de novatos. Durant es la carta que quiebra esperanzas, que arruina fortunas, que destroza sueños ajenos.

"Este muchacho mide casi siete pies y sale de las cortinas como Ray Allen", dijo alguna vez el alero Shane Battier. Una descripción absolutamente cierta, pero al día de la fecha incompleta. Durant parece haberse tragado unas cuantas horas de video de LeBron James, porque a su capacidad sobrenatural de anotación le ha agregado una ubicuidad sorprendente en el ataque. Durant toma rebotes, Durant corre, Durant anota y ahora también, en su versión 3.0, Durant defiende, Durant la pasa y Durant genera juego desde el armado.

Pensemos en la evolución de este talento. En su llegada a la Liga, KD era un anotador revulsivo, que se excedía en los tiros de media distancia y que tenía serios problemas para lograr ventajas con su mano izquierda. En la actualidad, Durant podría considerarse el mejor jugador de todos los tiempos en el NBA Jam: sus tiros son propios de un videojuego, ya que alternan triples con penetraciones quirúrgicas hacia el aro. Una manera de entender dónde está el verdadero negocio, encrucijada del moneyball en el básquetbol de los híbridos; lanzar por encima ante los pequeños, penetrar como una pantera endiablada ante los grandes.

Sin embargo, esto no explicaría a ciencia cierta el crecimiento de Durant en esta temporada. En primer lugar, lo que ha mejorado es su manejo de balón. Ha pasado de tener más pérdidas que asistencias a poder pasar la pelota con fluidez, mejorando en grande sus números en este apartado. Es una gran noticia contra los atrapes, porque ya nada será lo mismo cuando la defensa se ponga frenética con Durant. El Thunder requiere esta modalidad de KD, porque cuando el entorno mejora, él encuentra más espacios. Por supuesto, aún tiene ataques de obstinación recurrentes, pero es muy diferente tener un paciente en recuperación que reconoce su problema a una persona que ni siquiera ve el muro antes de estrellarse.

Mover el balón puede significar una cuota de aburrimiento para los fanáticos, pero a largo plazo es la diferencia entre ganar y perder. Y créanme que lo único que le interesa a especímenes como Durant es el trofeo de campeonato.

Durant está promediando 35.3 puntos con 51.3% en tiros de campo en su racha de 36 juegos en fila con 25 unidades o más por aparición. Esto, absolutamente asombroso, sólo es superado por Michael Jordan (40 consecutivos), Oscar Robertson (46) y Wilt Chamberlain (80. Sí, en serio: 80). De todos modos, no se trata sólo de lo que produce en el costado más visible del juego. Si bien las camisetas se seguirán vendiendo al ritmo de sus anotaciones, KD ha mejorado considerablemente en el rubro defensivo, como nos informa ESPN Stats & Information. En la defensa de pick and roll cedía 0.753 puntos por jugada en 2012-13, ahora 0.726; en los tiros de frente al aro cedía 0.888 puntos por jugada en 2012-13, ahora 0.826; en movimientos uno contra uno cedía 0.667 puntos por jugada, ahora 0.594. La actitud, la confianza y el desarrollo físico conspiraron para que esta mejora sea recurrente. Hoy luce en el Top 15 de la NBA en estos apartados.

La salida de Russell Westbrook fue problemática para el Thunder pero ayudó a la mejora de los números de Durant. Veamos, no se trata de más participación (algo de eso puede haber, eso está claro) sino del surgimiento de otra pieza clave en el perímetro: Reggie Jackson. La versión superhéroe de Durant, que terminó agotándolo en los playoffs pasados, es pura kryptonita para el Thunder. Es atractiva y corta tickets, pero al final del camino conduce a los peces más prometedores a morir en la orilla. LeBron lo aprendió y construyó un arcoiris desde sus manos; Durant lo está empezando a entender en esta temporada.

Jackson es un creador de oportunidades único. Si bien hay que revolver en la historia para encontrar un creador de tiros más polifacético que Durant, Jackson le ha dado a Oklahoma la posibilidad de tener mejores tiros. Calidad por encima de cantidad. Sus rompimientos veloces hacia el aro son diferentes a los de Westbrook. Ni mejores ni peores, diferentes. Westbrook acostumbra a finalizar él mismo las jugadas y Jackson alterna definiciones con penetración y descarga. Es asistencia o, en su defecto, pase anterior a la misma. No es casualidad que Durant, con Jackson en cancha, promedie 1.1 puntos más que sin él (30.5 contra 29.4), 4.5 más en valoración +/- (7.9 sobre 3.4) y lo más llamativo, 6.2 triples contra 4.5 sin él. ¿Por qué se produce esto? Simple: el rompimiento del perimetral encuentra al tirador bien ubicado. Y Durant es letal cuando está a pie firme, ya sea de frente al aro, como en la esquina y a 45 grados.

Nos informa ESPN Stats que Durant y Jackson jugaron juntos 1550 minutos de los 3380 posibles esta temporada. La única combinación que participó más para el Thunder es Durant y Serge Ibaka.

Mencionado Ibaka, pasemos ahora al tema de las alineaciones. Casi por casualidad -o no tanto-, Scott Brooks encontró el entorno perfecto para su súper estrella. El mismo entrenador que le enseñó a ser un camaleón, pasando de la posición dos a la tres, hoy lo utiliza como cuatro híbrido con Caron Butler como alero natural. Y lo que genera con esto es un equipo chico, vertiginoso, que tiene en Ibaka y Nick Collison dos internos que corren la cancha como perimetrales. Cuando se escucha el galope, sálvese quien pueda. De una buena vez por todas, el ancla que traía Kendrick Perkins en sus hombros ha desaparecido. El trueno, entonces, sirve -¡al fin!- para anunciar la lluvia.

Durant ha duplicado su PER desde su temporada de novato, y con 30.4 posee, al día de la fecha, el mejor de su carrera. Esto es llamativo y destacable, pero volvamos a los inicios: Durant ha encontrado el éxito individual apoyándose en lo colectivo. En este juego, no existe el todos para uno. En este nivel, no existe el uno para todos. Es una combinación de ambos conceptos para utilizar las armas de destrucción masiva sólo cuando se hace inevitable el procedimiento. Durant ha tomado la píldora que alguna vez tragó LeBron, para dejar de lado lo que se ve en función de lo esencial.

Los números, hoy, hablan maravillas de Durant. Sin embargo, es mucho más que eso: su inteligencia y capacidad de desarrollo lo han transformado en un coloso de las ofensivas. En un jugador que ha dado vuelta el juego como un reloj de arena para pulir defectos y enaltecer virtudes. Es sólo cuestión de meses, días, horas. "Tiene tanta hambre por mejorar... Puede hacer todo, y él no sólo quiere hacer todo sino que además quiere ser perfecto en cada uno de los rubros", dijo Justin Zomelo, entrenador personal de KD.

Kevin Durant recibe el balón y gira. El mundo lo observa e intenta anticipar el movimiento.

Ya es demasiado tarde.

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