Washington Cucurto 10y

Hinchas de River incrédulos

BUENOS AIRES -- Buen día queridos lectores, les escribo en exclusiva desde el bondi, desde la calle misma y desde mi celular. ¡Con el whatsApp el mundo cambia! Quizás esté haciendo historia, esta mañana horrenda, esté... ¿cómo se dice?, batiendo un record o abriendo escuela: ésta es la primera crónica deportiva delirante escrita íntegramente por telefonito.

No es moco de pavo, se siente la respiración, la adrenalina sube, voy apretado, al lado del chofer. ¡Qué jodido es ser chófer de colectivos en el centro de una ciudad tan convulsionada y con tantos autos en la calle! Dicen que, para el 2020 habrá diez autos por persona en el mundo, lo cual indica que serán los automóviles los nuevos habitantes del Planeta.

Me tenía que bajar en Once y ya voy por Congreso, no tengo forma real de llegar a la puerta para tocar el timbre. A mi lado van dos hinchas enfervorizados de River. Vienen de la trasnoche total después del partido con Newell´s, se fueron a comer pollo con papas fritas a un resto peruano de la calle Rioja. Yo trato de anotar todito con mi celu, apenas puedo mover mi dedo salvador que recauda información en vivo a lo loco. No me quiero perder nada, pero sobretodas las cosas no quiero que ustedes se pierdan de nada. Escuchen esta charla, no tiene desperdicio:
--Pellizcame, Juancito, decime que no es mentira, demostrame que no estoy soñando.
--¡Juancito Rocamora! ¡Es verdad, le ganamos a Newell´s! ¡Sé que parece un sueño, que hace apenas un año era algo imposible, pero hoy le ganamoosss!
--¡No puede ser, Javier, no lo acepto! ¡No me la banco! ¡No quiero ilusionarme al pedo! Pero... ¿cómo hicimos para ganarle a Newell's?
--A puro huevo, Juancito, date cuenta volvemos a ser los mejores.
--¡No lo creo, debe ser una broma de Tinelli! ¡Todavía no lo creo!

Evidentemente los hinchas de River no podían creer lo que estaban viviendo. Anoche se metieron el campeonato en el bolsillo, ganaron el partido del siglo. Dando empujones, apoyando un poco también a las transpiradas señoritas, llegué hasta el fondo del bondi y bajé.

Me paró a ver la tapa de los diarios en una parada del centro y veo de golpe, una aparición única: un borracho tambaleándose, en cuero, con la camiseta de River dando falsos círculos felices por encima de su cabeza. Llevaba de la mano a cinco nenitos, todos muy chiquititos...

Una señora pituca, que compraba la revista Gente me hizo un comentario: "Hay que porquería la vida, míralo a éste como anda". El pobre hombre no podía mantenerse parado, pero andaba con los niños de la mano. Me dio una ternura y tristeza a la vez. Todos se paraban para prejuzgarlo, mirarlo mal." ¿Cómo podés andar así, tan borracho con los chicos?" "¿Qué sentirán esos niños?"

La escena mirada desde el rápido agujero puede parecer dura. Pero los adultos tenemos la virtud de pensar que los niños piensan como nosotros. O peor. Queremos hacer que los niños piensen como nosotros. Son los hijos del borracho que la pasan mal, para el mundo. Para mí, son los hijos del hincha de River y son lo más grande que hay. Porque hay que emborracharse y salir a la calle en cueros a pasear con los chicos, no todos tienen el valor por temor al qué dirán...

Esta breve crónica es para los hijitos del hincha de River que vi ayer, no importa si choborra o cuerdo. Ojalá saquen lo mejor de la vida que tiene cosas buenas y malas. Ojalá saquen la alegría sana de ser feliz siendo hinchas de River. Ser feliz con River, como el viejo. Más allá de los quilombos de la vida.

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