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Mano a mano

Como si le hubiese hecho falta un reto, una reconvención pública, la Fórmula Uno produjo en Bahréin el mejor Gran Premio de una temporada con demasiados cambios poco bienvenidos. Aunque el triunfo de Mercedes jamás estuvo en duda en Sakhir ni en las anteriores dos carreras este año, sus pilotos pelearon varias veces mano a mano en la noche del desierto, iluminada para estrenar competencia en versión nocturna -como hacen sus vecinos de Qatar con MotoGP- y así congraciarse con los televidentes europeos. El Campeonato Mundial respondió con una interesante carrera a las críticas del cuádruple campeón Sebastian Vettel, quien castigó en una entrevista el ruido de los autos y el formato de GP de bajo consumo (lo que generó la molestia de Jean Todt, el titular de la FIA), el mandamás Bernie Ecclestone y el presidente ferrarista Luca Di Montezemolo.

La división principal de automovilismo en el mundo tiene autos de dos categorías: Mercedes integra una liga propia y los otros diez equipos, otro campeonato. Si no había resultado claro en las calles de Melbourne ni en el calor húmedo de Sepang, en el desierto del Golfo Pérsico quedó marcada la huella de una superioridad que puede ser apabullante. Los Mercedes, que habían manejado el ritmo y la ventaja a gusto hasta la neutralización del auto de seguridad, le sacaron 24 segundos al tercero -del ganador Lewis Hamilton al mexicano Sergio Pérez- en los últimos 11 giros, medio minuto al mejor Williams (Felipe Massa) y 32s5 a la mejor Ferrari (Fernando Alonso).

La batalla entre Hamilton y Nico Rosberg tuvo varios rounds. El primero fue en la partida, camino a la curva inicial. El inglés salió mejor desde el segundo cajón, Rosberg no alcanzó a cerrarle el paso y Hamilton emergió adelante luego del primer viraje a derecha. El siguiente encuentro cercano fue en la 18ª vuelta, cuando el alemán pasó a Hamilton en la primera curva, pero se fue unos metros de largo y permitió la recuperación del campeón 2008. En el giro siguiente hubo otro intento: Rosberg, con bloqueada de neumáticos incluida, se mantuvo adelante luego de la variante 1, pero Hamilton lo rebasó en el encadenado de curvas posterior. Después llegó el cambio de estrategias en Mercedes, que calzó a Hamilton un nuevo juego de blandas y a Rosberg, dos giros más tarde, uno nuevo de medias. La diferencia de compuestos y su duración con la temperatura nocturna más baja impulsaron un juego ajedrecístico que quedó trunco por la entrada del auto de seguridad.

El dramático final deportivo fue herencia de lo que podría haber sido un drama mayor. El venezolano Pastor Maldonado cometió un nuevo exceso en su campaña mundialista. Recién salido de boxes, llegó a la curva inicial y embocó al medio al mexicano Esteban Gutiérrez, justo cuando el regiomontano estaba doblando. La trompa del Lotus levantó al Sauber, que dio una vuelta en el aire hasta apoyar primero la goma trasera derecha y así volver a caer sobre sus maltrechas ruedas. El arco de protección por encima de la cabeza del piloto tocó el pavimento y se desprendió la cámara de televisión montada en la cima. Aún atontado por el sacudón, Gutiérrez atinó a preguntar por radio: "¿Qué fue eso?". Los servicios de rescate tardaron demasiado en arrimarse al auto del mexicano, que terminó bajando por propia cuenta. Maldonado, primero castigado con una parada obligatoria en boxes durante diez segundos, a lo que luego se le sumaron un retraso de cinco lugares en la grilla de la próxima fecha y tres puntos de sanción en su Superlicencia, siguió viaje. Después de varios segundos, los comisarios neutralizaron la carrera.

El incidente propició que la fila se volviera compacta y la carrera tuviera 11 vueltas finales de definiciones mano a mano. Los Mercedes se escaparon rápido. Rosberg trató de sacar provecho de los neumáticos más blandos para superar a Hamilton, forzado a usar en el cierre el compuesto medio. El alemán lo intentó en el 47º giro y otra vez en el 53º, cuando de nuevo encaró por adentro, se pasó de largo y Hamilton recuperó lo que era suyo. Detrás, Checo Pérez tuvo que refrendar lo que había conseguido más temprano. El tapatío había pasado con una maniobra agresiva a su cotizado compañero Nico Hülkenberg en la 26ª vuelta y a Massa dos giros después. Al final aguantó al australiano Daniel Ricciardo, quien se acercó amenazante y rápido.

El desarrollo de la carrera dejó a Williams con mucho menos de lo esperado. Los autos del viejo Frank fueron los mejores clientes de Mercedes-Benz durante buena parte del recorrido, pero flaquearon al final, superados por Force India y Red Bull. Ferrari, en cambio, jamás estuvo en el juego. Frente a Di Montezemolo y a Piero Ferrari (hijo del Vecchio), quienes viajaron especialmente a este Gran Premio, Alonso y Kimi Räikkönen hicieron poco. La llamativa facilidad con la cual las F14T fueron doblegadas por los Williams y los Force India fue indisimulable para el presidente de la marca, que levantó las cejas y se alejó de la pantalla. Más allá de gustos, estética y reglamento, los coches de la Scuderia son demasiado lentos incluso para el segundo campeonato. Quizá sea tiempo de que Di Montezemolo mire y se enoje también en su casa.