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Wizards comienzan a levantarse

Antes de que comenzara la temporada 2013-14, el propietario Ted Leonsis estableció una meta bastante evidente: "Pienso que todo nuestro enfoque, toda nuestra atención, debe estar en llegar a playoffs esta temporada".

Trabajando bajo el peso de esta orden, los Washington Wizards lograron una temporada que les alcanzó para calificar, aunque en una Conferencia Este notoria por su debilidad y con Washington aferrado al calendario menos exigente en la NBA. Los Wizards, ya en playoffs, han logrado todo lo que se propusieron, aunque la forma en cómo alcanzaron esta meta modesta a veces ha sido igual de decepcionante como de gratificante.

Cuestionado acerca de si los Wizards habían alcanzado sus metas de pretemporada, Bradley Beal, el imponente escolta de segundo año, ofreció su opinión acerca de las modestas ambiciones de Washington: "Sabíamos que podíamos ser un equipo por encima de .500, y que podíamos ser un equipo que calificara a playoffs, y logramos ambos objetivos. Ahora, depende de nosotros el seguir avanzando en los playoffs".

Kevin Seraphin, jugador de cuarto año, agregó: "Queríamos simplemente llegar a playoffs, aunque fuera en el séptimo u octavo sitio. O el quinto. No importaba".

¿Pueden acaso culpar a estos Wizards, que durante mucho tiempo estuvieron en lo más profundo de la topografía de la liga, al no aspirar a algo más alto?

Las últimas seis temporadas desde su más reciente boleto a playoffs no siempre han seguido al pie de la letra el Plan de 10 puntos de Leonsis para los equipos profesionales. El punto número 5, por ejemplo, destaca el compromiso de Leonsis para ser paciente con los jugadores jóvenes. En la práctica, no todos los jugadores jóvenes fueron dignos de esa paciencia, y el "Concepto de los Nuevos Tres Grandes" de Leonsis desapareció rápidamente -junto al dinero de la cláusula de amnistía que todavía le manda a Andray Blatche- a un vacío previamente habitado por el optimismo organizacional.

JaVale McGee fue canjeado por Nene, Nick Young fue cambiado por Brian Cook y una selección en segunda ronda, y Jordan Crawford fue canjeado por unos cuantos partidos de Jason Collins y un lesionado Leandro Barbosa. Más recientemente, Jan Vesely, de 23 años -y la sexta selección global una temporada después de que John Wall fue reclutado como primero global- fue cambiado por Andre Miller, de 38 años.

El argumento que se hizo con todas estas maniobras, vistas de forma individual, fue que eran necesarias. Pero, consideradas de manera conjunta, cada transacción es otra estrofa de un lamento acerca del desarrollo de jugadores que se repite una y otra vez para aquellos que siguen al equipo.

A punto de arrancar su participación en playoffs, hay un grupo de aficionados de los Wizards que, desencantados con la dirección hacia dónde va la reconstrucción, verían con buenos ojos una rápida salida de postemporada que sirviera como la conclusión del régimen de 10 años de Ernie Grunfeld como presidente del equipo y el último suspiro de Randy Wittman como entrenador. Este conflicto interno, que está demasiado arraigado en Washington como para ser extirpado por la esperanza de una aparición en playoffs, es integral para entender por qué Dan Steinberg, del diario The Washington Post, se sintió obligado a organizar una mesa de debate donde se preguntaba, "¿Por qué la gente no está emocionada con los Wizards?"

Todo se reduce a las expectativas. La gente no consigue satisfacción del básquetbol, de la competencia, de la misma forma como una persona aferrada con cumplir objetivos tiene satisfacción por eliminar alguna meta de una lista razonable de asuntos por cumplir. Gozo, dolor y, en una forma similar, interés son generados por equipos que descaradamente ignoran objetivos en camino a ser sublimes o a caer en el abismo.

Mientras otros equipos se han ajustado y han superado sus expectativas iniciales, los Wizards han hecho apenas lo mínimo para alcanzarlas. Ante cada oportunidad para tener éxito, el equipo ha encontrado formas peculiares para navegar en la mediocridad.

Empatados con Miami y Toronto para el mejor récord en gira de la Conferencia Este (22-19), Washington completó la temporada con el peor récord en casa (también 22-19) de cualquier equipo que calificó a playoffs.

Con marca de 9-9 en diciembre, los Wizards brevemente tuvieron el tercer lugar de la siembra en el Este. Durante el transcurso de la temporada, el equipo fue cayendo en los standings con la misma determinación de un Slinky, pero no porque su juego se deteriorara. Todo lo contrario, mostró mejoría gradual, aunque no a nivel excepcional.

El problema fueron todos los demás. Mientras los Wizards mantuvieron su nivel, los Bulls superaron la pérdida de Derrick Rose y el canje de Luol Deng apoyados por un Joakim Noah que parecía de acero. Los Nets se levantaron de la tumba antes de darle descanso a su roster veterano, y los Raptors hicieron trizas cualquier pronóstico en camino a encontrar una identidad y el tercer sitio en la siembra.

Hay otras preocupaciones, con un matiz más fuerte. La estrategia anotadora de Washington involucra una cantidad pródiga de disparos entre 15 y 19 pies, uno de los tipos de disparos menos eficientes. Los Wizards utilizan la segunda cifra más alta de estos disparos, pero son el séptimo peor en eficiencia para convertirlos. Sin el triple (los Wizards son el quinto mejor equipo de la NBA desde larga distancia), la ofensiva de Washington sería abominable.

Y luego está el joven Otto Porter Jr., la tercera selección global de 2013. Las exclamaciones en voz baja, con tono desesperado y por ningún motivo irónicas, pidiendo a Porter han comenzado a filtrarse por encima del hombro de Wittman en el Verizon Center, durante los momentos finales de los partidos que ya están decididos. Como escribió William Carlos Williams en "The Descent", la caída de Otto "compuesta por desesperación y sin logros, deriva en una nueva revelación: que es todo lo contrario a desesperación". Al menos, esa es la esperanza para un novato que no estaba listo, pese a ser considerado uno de los prospectos más preparados para la NBA entre su generación del draft.

Esto es para decir que el éxito, en este caso, no está totalmente libre de decepciones. Derrotas en casa ante Filadelfia, Milwaukee, Boston y varios otros equipos que no llegaron a playoffs; ocho derrotas en tiempo extra (mayor cifra para cualquier equipo); y la inhabilidad para capitalizar de lleno con el calendario más fácil de la liga, se juntan para tener una verdad esencial: los Wizards pudieron haber logrado más.

Quizá todavía puedan hacerlo. Los playoffs comienzan hoy para ellos, y al no tener nada mejor qué hacer, los Wizards intentarán ganar la mayor cantidad de juegos que les sea posible. Cuando se le preguntó al "Tío" Al Harrington si sus compañeros más jóvenes estaban mentalmente preparados para lo que venía, simplemente respondió: "Más nos vale".

Ahora, los Wizards eliminarán a la postemporada de su conservadora lista de asuntos pendientes, y comenzarán a adquirir experiencia en playoffs. Para la joven pero inexperta línea trasera de Washington, integrada por Wall y Beal, quizá sea un paso necesario. Pero mientras los veteranos del equipo mantengan la ventana abierta para que los inexpertos puedan admirar el paisaje de playoffs, uno puede deducir que la próxima temporada, los objetivos serán ajustables.