<
>

Un gran legado: "Field of Dreams"

Reunimos las versiones de la película de Ray Kinsella y "Doc" Graham hace 25 años. Todavía están con nosotros. Getty Images

Hay muchas películas maravillosas de béisbol -- puedo recitar virtualmente cada palabra de "Bull Durham" -- pero ninguna que conecte con la audiencia de forma tan significativa como "Field of Dreams".

La película nominada al Oscar cumple esta semana 25 años de haber aparecido en las salas cinematográficas, y yo todavía recuerdo haberla observado con mis compañeros del equipo de softbol en Seattle antes de mudarme a St. Paul para cubrir a los Mellizos. Mientras estábamos afuera de la sala, nuestro jardinero central, Rags, notó que porque "Moonlight" Graham había pegado un elevado de sacrificio, él todavía no tenía un turno oficial. (No nos queda duda por qué Rags es ahora el anotador oficial de los Marineros). Todos asentimos con la cabeza y sonreímos, mientras intentábamos sin éxito el pretender que no estábamos conteniendo lágrimas.

Años después, durante un viaje para visitar a nuestros familiares en Milwaukee, mi hermano John insistió en que nos desviáramos varias horas de nuestra trayectoria para visitar la locación de la granja donde habían filmado "Field of Dreams", en Dyersville, Iowa. Volví ahí en septiembre de 2003, durante un viaje deportivo de Page 2 a lo largo del Río Mississippi. ¿Nuestro viaje previo? Olvídenlo. En esta ocasión, teníamos gente que había venido de sitios lejanos como Australia y Luxemburgo para visitar el campo.

Y también se encontraba ahí Chris Briones, un pelotero de 30 años. Él recién había finalizado su novena y última temporada en las Menores, y manejaba a casa en un viaje por todo el país, a lado de su padre, Seb.

Los padres de Briones se habían divorciado cuando Chris era un niño, así que no tuvo muchas oportunidades de ver a su padre cuando crecía. Los dos usaban este viaje para reconectarse; y mientras manejaban por Iowa, decidieron que tenían que visitar "Field of Dreams", incluso si esto significaba desviarse un par de horas. Cuando ellos encontraron el campo luego de buscar un poco -- esto era antes de que existiera el GPS -- ellos pensaban pasar alrededor de 20 minutos ahí. En lugar de eso, permanecieron varias horas, entrando y saliendo de los sembradíos de maíz, paseando y simplemente admirando el campo.

Y, por supuesto, al igual que en la película, ellos jugaron un rato a atrapar la pelota. Y una dupla padre-hijo compensó algo del tiempo perdido.

Briones actualmente es un scout para los Vigilantes. El mes pasado, nos contactamos de nuevo en un partido del entrenamiento primaveral, recordando ese día en Dyersville.

"Sin importar cuántos años viva, veré la película y sentiré que es MI padre, y que estoy ahí, jugando a atrapar la pelota con mi padre", recordó Briones. "Es algo que todo mundo debería tener la oportunidad de hacer. Es algo único. No tenía idea del significado que tendría eso; pero conforme han pasado los años, incluso 11 años después, es algo que nunca olvidaré. Es asombroso.

"Ambos hemos visto la película. Sabíamos de qué se trataba. Pero luego de que estuvimos ahí, fue una experiencia totalmente distinta a verla película. Él me llamaría y me diría, 'Hey, acabamos de ver 'Field of Dreams'".

Jeremy Affeldt, relevista de San Francisco, no ha acudido a la locación de "Field of Dreams", pero él conoce algo similar a la sensación de caminar por los sembradíos de maíz hacia un campo de béisbol. Él tuvo esa sensación cuando saltó al campo del Oakland Coliseum, donde él y su padre a menudo habían visto jugar a los Atléticos –y Jeremy alguna vez le dijo, "Algún día, jugaré aquí".

"De repente, caminas por el campo donde viste a muchos peloteros", dice Affeldt. "Es como si te llevaran al escenario de ellos, que es como a donde llevaron a Kevin Costner. Hablaron con él, convivieron con él -- fue lo mejor. Él conoció en el camino al personaje de James Earl Jones, quien parecía un autor gruñón, posteriormente se va de viaje, y luego observa el campo y simplemente se alegra. Como si hubiera alcanzado una paz interna.

"Eso es un aspecto similar a lo que ocurre cuando un jugador de béisbol llega a las Mayores por primera vez, al entrar al vestidor o al campo".

EL ABRIDOR DE LOS ANGELINOS y aficionado al cine C.J. Wilson señala que "Field of Dreams" funciona tan bien porque se trata más acerca de relaciones personales que de béisbol. Incluso si una de esas relaciones es entre un granjero de Iowa y un jugador de béisbol que falleció muchos años atrás.

"Creo que hay mucha más sutileza con 'Field of Dreams'", afirma Wilson. "Es una de las primeras ocasiones en que algo mítico -- lo imaginario -- ha funcionado con una película de béisbol. Usualmente, eso no funciona. La película 'The Natural' es creíble en cierta forma. Pero con 'Field of Dreams' tienes que usar tu imaginación al punto en donde puedas estar en ese universo.

"Para mí, es como el Arca de Noé, donde todo mundo decía que estaba loco, y resulta que él tenía la razón".

Él está en lo correcto, porque "Field of Dreams" muestra que el béisbol tiene la magia para conectar a todos. Desde un sembradío de maíz en Iowa al Fenway Park a Chisholm, Minn. De Australia hasta Luxemburgo. Desde generaciones de familias, a compañeros de un equipo de softbol, a perfectos desconocidos. Y, especialmente, padres e hijos.

"Recuerdo las ocasiones en que jugaba con mi padre a atrapar la pelota", recordó John Axford, cerrador de Cleveland y quien estudió cine en Notre Dame. "Y me acuerdo de todas las ocasiones en que él se ponía en cuclillas para ser el cátcher cuando yo lanzaba, y él no tenía idea de hacia dónde iría la pelota, y de todas las veces que lo golpee. Me trae esos gratos recuerdos, y la sensación agradable del propio béisbol. Ahí es donde comienza todo para mí. Estar en el jardín, jugando a atrapar la pelota entre un árbol de manzanas y uno de peras que teníamos en casa".

Esa es una de las bellas ironías acerca de "Field of Dreams". La frase icónica de la película -- "Si lo construyes, ellos vendrán" -- fue usada como slogan de mercadotecnia cuando las franquicias intentaban chantajear a las comunidades para construir estadios extravagantes con fondos públicos que eventualmente costarían $250 millones, $500 millones, $1 billón e incluso más. La ironía es que el mensaje de la película es que no necesitas techos retráctiles ni suites de lujo para atraer a los aficionados. Un modesto campo con una tribuna de madera es suficiente para tener a los aficionados esperando en una kilométrica fila.

"Es lo único que necesitas, en realidad", dice Axford. "De donde yo vengo (Port Dover, Ontario), no había mucho, solamente el campo de béisbol. Había un gran espacio abierto, y encontraron el sitio para construir el parque de pelota. Todavía está ahí, y es una ubicación genial. La carretera principal que cruza el poblado va alrededor de los jardines, así que puedes ver todo el parque de pelota cuando entras al pueblo, es una vista muy agradable. Cuando eres niño, es lo único que necesitas".

"Es lo genial de esta película. Te lleva de nuevo a tu niñez".

Y a tus sueños.

En "Bull Durham", Costner le da a Tim Robbins una lista de clichés para utilizar con los periodistas deportivos. Pero él deja fuera quizá el más grande cliché de todos: "Es como un sueño hecho realidad". Esa frase es un cliché porque es cierta. Los sueños se hacen realidad en el béisbol, virtualmente todos los días.

"En 'Field of Dreams'", afirma Affeldt, "todos estos peloteros salen del sembradío de maíz, en ese campo que construyó Costner, que todo mundo dijo que era una mala idea, o que él estaba persiguiendo un sueño muy loco. Tal y como nos dijeron a cada uno de nosotros en el vestidor, que estamos persiguiendo algo que los porcentajes dicen que no podemos hacer. Y de todas formas lo conseguimos".

"Field of Dreams" se basó en la novela "Shoeless Joe" de W.P. Kinsella. A mí me agrada más el título de la película. Describe lo que todo campo de pelota es, sin importar que ese campo esté rodeado por un sembradío de maíz, o los padres apoyando a sus hijos en las Pequeñas Ligas, o a 35,000 aficionados apasionados llenando las tribunas, que cuestan en promedio $50 cada asiento.

Los campos de béisbol son donde se siembran los sueños, donde crecen y florecen de una manera magnífica.