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Memphis pone a sufrir al Thunder

LOS ÁNGELES -- No es fácil ahondar en las debilidades de las bestias, encontrar el talón a Aquiles o clavar la lanza en el ojo del cíclope para hacerle perecer. Difícil, pero no imposible. Memphis Grizzlies consiguió frenar los pálpitos de una marea azul y blanca que empujó hasta el último suspiro a Oklahoma City Thunder en el Chesapeake Energy Arena, y lo hizo clavando la estaca en el corazón de un plantel que no supo burlar a una de las mejores defensas de la liga, que fue incapaz de sacar provecho de su condición de local y que no pudo ir al rebufo del esplendor de un Kevin Durant insaciable y un Russell Westbrook implacable.

El encuentro tuvo todos los ingredientes de una serie de playoffs que apunta a ser espectacular. Si a esto se le añade el morbo por la reedición de la eliminatoria del año pasado y ese elemento de revancha que campea en las mentes de los jugadores y el ferviente público de Oklahoma, el entretenimiento está asegurado, y la competitividad, y las ansias por demostrar que los dos equipos están capacitados para pasar a la siguiente ronda. Para ello habrá que sudar sangre y lágrimas, e incluso así su clasificación no estará asegurada.

Después de caer en el primer encuentro de la serie, Memphis salió a la duela con la idea de impedir que los engranajes del Thunder funcionaran con normalidad. Lo consiguieron por momentos, en oleadas certeras que no fueron suficientes para evitar el brillo de Durant (36 puntos, 11 rebotes y cuatro asistencias) y Westbrook (29 puntos, ocho asistencias y siete rebotes). Entre los dos lograron casi un 62 por ciento de los puntos de un plantel que evidenció una falta de equilibrio que podría pasar factura.

Sin embargo Oklahoma dejó la misma sensación que en muchos momentos de la temporada regular: no hay profundidad de banquillo suficiente como para ser contendiente al título. Jugadores como Durant y Westbrook pueden dar campeonatos, pero sus escuderos también tienen que ser determinantes.

El banquillo del Thunder tuvo una aportación de 14 puntos entre cinco jugadores que participaron una media de 14.4 minutos entre todos. El armador reserva de los Grizzlies, Beno Udrih, logró las mismas unidades que el banquillo de sus rivales en idéntico número de minutos sobre la suela. En total, el banquillo de Memphis superó al de sus rivales en 19 puntos. Es entonces cuando el cíclope se debilita.

Y la jugada de cuatro puntos protagonizada por Durant tras anotar un triple imposible a falta de 13 segundos para el final no sirve de nada cuando los elementos no se conjuran, tampoco la actitud guerrera de Westbrook o la pizca de suerte y compostura que hay que tener para enviar un encuentro a la prórroga con el único tiro de campo (que le pregunten a Kendrick Perkins). La solidez defensiva de Memphis provocó que los locales no fueran capaces de anotar más que un 39.8 por ciento de sus tiros de campo y un 30 por ciento en triples (durante la temporada regular su balance de anotaciones fue del 47 por ciento y de 36.1 en triples). Los Grizzlies tuvieron un 10 por ciento más de efectividad en ambos apartados.

La presión defensiva funcionó gracias a la gran labor de Marc Gasol y Zach Randolph en la pintura y a la consistencia y capacidad de incomodar los lanzamientos exteriores del resto de sus compañeros. Marcaron el ritmo a su gusto y se aprendieron algunas lecciones de la derrota anterior. Memphis fue capaz de robarle una victoria clave a sus rivales justo antes de las dos citas que le esperan como locales. Han sabido buscarle las cosquillas a una de las bestias de la Conferencia Oeste y ahora queda esperar a la capacidad de reacción de Oklahoma.

El espectáculo está servido.