Jerry Crasnick 10y

Sin brillo la marca de Pujols

Con dos swings majestuosos ante Taylor Jordan de Washington el martes en la noche, Albert Pujols se convirtió en el 26º jugador en la historia del béisbol en conectar 500 jonrones en su carrera. Pujols, quien ha sido neuve veces Todos Estrellas, tres veces JMV y uno de los más grandes bateadores derechos de toda la historia, es una adición más que bienvenida a una fraternidad que incluye seres como Babe Ruth, Hank Aaron, Willie Mays, Frank Robinson y Ted Williams.

¿Quién podría ser el No. 27 esa lista? Bill James, la autoridad definitiva en la materia, le da al bateador designado de los Medias Blancas de Chicago Adam Dunn (444 jonrones en su carrera) un 95 por ciento de posibilidades de alcanzar la marca de los 500. Miguel Cabrera, quien tiene 337 cuadrangulares a los 31 años, está cerca con un 91 por ciento, y entonces las probabilidades se caen de forma estrepitosa al llegar a Adrián Beltré, quien tiene 376 jonrones en su carrera, y a quien se le da un 54 por ciento de probabilidades de unirse al club.

Luego de un asalto brutal a la marca de los 500 a lo largo y ancho del béisbol durante la era de los esteroides, Pujols llega a romper una relativa sequía en cuanto a dicho record. Él es el primer toletero en celebrar el logro desde el 17 de abril de 2009, cuando el jardinero de los Mets de Nueva York Gary Sheffield empalmó un lanzamiento hacia la parte de adentro del poste de foul en el jardín izquierdo ante el relevista de Milwaukee Mitch Stetter y celebró con abrazos y choques de manos en el camerino y una ovación de pie de parte de una fanaticada agradecida en el Citi Field.

Quizás por el hecho de que Pujols no ha vuelto a ser un Todos Estrellas desde el 2010 y que ya no es visto como una de las estrellas más trascendentales del béisbol, el jonrón No. 500 no tuvo drama o expectativa. La membresía a este club es un momento seminal en una carrera que ha sido brillante desde el inicio para Pujols, pero que por momentos parece que se ha acercado al abismo.

¿Por qué EEUU y el mundo no estuvieron cautivados por la emoción de la persecución de la marca? La respuesta a esa pregunta tiene mucho que ver con la naturaleza cambiante de las marcas en el béisbol y al estado moderno de la diseminación de información alrededor de Pujols y su intento de llegar a dicha marca. En algún momento Aaron tildó los 500 jonrones como "una victoria personal en la resistencia y la voluntad de superar la adversidad". Ahora la mística se ha desvanecido, y cualquier jugador que se acerque a dicho umbral entra en una zona libre de prestigio.

Ustedes se preguntarán, ¿cuál es la razón? Han venido al lugar indicado.

La mancha de las PED

Comencemos con la parte obvia. Ninguna marca ha sido tan mancillada por las PED’s como los 500 jonrones. De los 26 miembros de dicha fraternidad, 10 lograron su membresía entre 1999 y 2009. Entre ese grupo, solo Ken Griffey Jr., Frank Thomas y Jim Thome nunca fallaron una prueba, aparecieron en el reporte Mitchell, rompieron a llorar en una entrevista con Bob Costas, señalaron de forma amenazante con un dedo ante el Congreso o fueron señalados como posibles usuarios de ayudas farmacéuticas.

Barry Bonds, Alex Rodríguez, Mark McGwire, Sammy Sosa, Rafael Palmeiro, Manny Ramírez y Sheffield no fueron tan afortunados. Algunos de ellos reconocieron sus vínculos con las PED’s, otros los han negado hasta el cansancio, y algunos no tuvieron muchas opciones sobre el asunto. Pero todos son parias hasta cierto grado – del Salón de la Fama, o la aceptación pública, o incluso empleo. Hay una razón por la que es tan importante el hecho de que Bonds haya llegado al campo de entrenamiento de San Francisco como instructor invitado por una semana en los entrenamientos primaverales.

Cuando el promedio de bateo para una marca es de .300, no tiene rival como el más despreciado y devaluado de los logros emblemáticos. Los fanáticos del béisbol han pasado más de una década alejándose de esos números; es casi ingenuo ahora dar la vuelta y abrazarlos.

Más allá de chismes y rumores, el único vínculo de Pujols con el uso de esteroides llegó cuando Jack Clark lo afirmó en un programa radial de entrevistas y lo llamó un “dopado”. Pujols radicó una demanda legal por difamación, y luego la retiró cuando Clark se disculpó y retiró la acusación. Ese debería ser el final de la discusión. Pero como han descubierto Craig Biggio, Jeff Bagwell y Mike Piazza, el mero acto de haber jugado en una era es suficiente para levantar sospechas y poner sombras sobre el legado de un jugador.

Las cuentas atrás ya no son lo que solían ser

Había una vez, antes de que la sobrecarga de información se convirtiera en una forma de vida, cuando la persecución de una marcha tenía el tiempo y el espacio para respirar, para percolar y para construirse. La ardua y larga espera de Aaron entre multitudes de fanáticos racistas fue suficiente alimento para el drama humano para abarcar un largo y frío invierno. Para el momento en que se paró en la caja de bateo ante Al Downing el 8 de abril de 1974, la nación estaba inmersa en el momento.

Ahora los fanáticos no están tan al tanto de la información como están asediados por ella, y momentos como estos, que suelen ocurrir una vez en la vída, son fácilmente recuperables. Si yo estoy en una cena cuando Albert Pujols conecta un cuadrangular y mi teléfono vibra con un alerta noticioso, puedo esperar hasta que termine el postre y en mi camino hacia el estacionamiento puedo ver el video de él recorriendo las bases. Entonces me puedo asegurar de que lo podré ver unas 500 veces más antes de cansarme de verlo.

Dada la amplia gama de noticias que hay en el ambiente, un conglomerado de medios en búsqueda de noticias que les den tráfico no tiene el tiempo o la energía de comprometerse con una persecusión de una marca de cuadrangulares que le pueda rendir beneficios. Solo por diversion, luego que Pujols conectara su jonrón 498 el sábado, entré a ESPN.com y a otros seis portales de deportes a nivel nacional. En tres de las páginas sus secciones de béisbol estaban encabezadas con la historia de que Bryce Harper había sido sentado por no correr tras conectar un rodado. Los otros portales tenína historias donde destacaban el inicio de Mark Buehrle con marca de 4-0, el gran mes de abril para los Cerveceros de Milwaukee, la blanqueada de Henderson Álvarez donde permitió dos hits ante Seattle y el debate de Mike Trout vs. Miguel Cabrera.

El domingo, Carlos Gómez se metió en una pelea en Pittsburgh, el intermedista de Baltimore Ryan Flaherty se convirtió en la más reciente víctima de la enfermedad de la “regla de transferencia”, y Pujols se fue de 4-1 sin jonrones en la derrota en Detroit. Luego de pasar un día como una nota más en los portales, él volvió a pasar desapercibido nuevamente.

Las marcas, también

Cuando los fanáticos se enfrascaron en una discusión sobre el béisbol y las PED’s, se dijo que los números son sagrados. Nos importaba porque estaba incrustado en nuestros cerebros que Babe Ruth había conectado 714 jonrones, o que Joe DiMaggio bateó de hit en 56 juegos corridos, o que Pete Rose le pasó a Ty Cobb con su hit 4,192.

Ahora ese concepto parece algo bastante curioso, particularmente en cuanto a los totales de jonrones. ¿Acaso alguien además de A-Rod y su contable sabe o le importa cuántos cuadrangulares tiene en su carrera? Y si no eres empleado del Elias Sports Bureau y de forma instantánea sabes cuantos jonrones tienen Sosa, Palmeiro y Ramírez, por favor, recibe nuestras felicitaciones.

Las respuestas, para los que no las saben, son 654, 609, 569 y 555. ¿Cuán mágicos o “sagrados” son esos números?

Estadísticas más sofisticadas superan a los números grandes y redondos

Cuando Aaron, Mays, Robinson y Banks completaron su recorrido No. 500 por las bases, eso les ungió una cierta estatura y grandeza. Los quinientos era un número gordo, redondo, fácilmente relatable que era testament de la longevidad de un jugador y su habilidad para producir a lo largo del tiempo.

Ahora tenemos medidas más sofisticadas disponibles para medir el corrido de bases, la defensive y otras contribuciones que deciden el valor de un jugador para su equipo y su lugar en el esquema general del deporte. Jeff Bagwell se retiró con 449 jonrones – lejos de la mágica cifra de 500 – pero Baseball-reference.com nos deja saber que él se ubica en el puesto 37 en la historia con un WAR (Victorias sobre reemplazo por sus siglas en inglés) de 79.6. Ese es un WAR significativamente mayor al de Reggie Jackson, Frank Thomas y otros miembros del club de los 500 jonrones.

Cuando Fred McGriff y José Canseco fallaron en llegar a los 500 jonrones, ellos lamentaron el golpe que esto representaba para su aspiración a llegar al Salón de la Fama. Por el contrario, Adam Dunn es una línea casi segura para llegar a los 500 jonrones si decide seguir jugando más allá de esta temporada. Pero ¿acaso alguien piensa que tiene un lugar seguro en Cooperstown?

En el otro lado de la balanza, Chipper Jones se fue del béisbol hace dos años con 468 cuadrangulares y ni un solo remordimiento. Si Jones tenía alguna duda de que el hecho de haberse quedado corto por 32 jonrones de esa marca le dejaría fuera del Salón de la Fama, no hubiese sido suficiente para evitar que tomara su gira de despedida y se fuera de cacería.

El contexto lo es todo. Cuando una temporada de 20 victorias es menospreciada porque sabemos que las victorias son en gran parte una consecuencia del apoyo ofensivo y la efectividad de un bullpen de un equipo, la consecuencia natural es que las 300 victorias no van a tener la misma mística. En un mundo de bateadores, los jugadores completos tienen más valor que los que solo saben hacer una cosa. Y cuando tres jugadores han sobrepasado los 700 jonrones y cinco más han llegado a los 600, la fatiga se apodera de la marca, y los 500 jonrones pierden mucho de su aura.

El jugador de un solo equipo es una especie en peligro

De los 26 jugadores en el club de los 500 jonrones, solo 10 lo hicieron con sus equipos originales. El último en poder decir que lo hizo así fue el legendario tercera base de los Filis Mike Schmidt, quien conectó su jonrón 500 en 1987 con su buen amigo Harry Kalas en la narración, que dejó un sonido para la historia. ¿Habría tenido el mismo valor para Schmidt si hubiese conectado ese jonrón en otro uniforme, digamos, el de los Piratas? Por supuesto que no.

No podemos echarle la culpa a Pujols por haber firmado un acuerdo de 10 años $240 millones con los Angelinos hace 2 años y medio. De igual forma, tampoco podemos culpar a los Cardenales por dejar ir a su jugador franquicia. Ellos ganaron el banderín de la Liga Nacional el año pasado con la 11ª nómina más alta en MLB y con 17 jugadores desarrollados en sus fincas en su roster de 25 peloteros en la Serie Mundial.

Pero el cambio de uniforme en esta etapa de su carrera puso la persecución de Pujols de los 500 jonrones bajo una luz diferentes. Los fanáticos de San Luis llegar a conocer y a amar a Pujols como el ex 13er seleccionado en el sorteo que llegó al equipo del 2001 en los entrenamientos primaverales, que silenció una multitud en Houston con un monstruoso cuadrangular ante Brad Lidge, que se unió a Ruth y Jackson en la lista de triple jonroneros en un juego de Serie Mundial, y que compartió con el gran Stan Musial. La admiración y afecto de la ciudad por su jugador insignia creció con cada uno de sus 455 jonrones en uniforme de los Cardenales.

De seguro, los fanáticos de los Angelinos tienen razones para celebrar el jonrón 500 de Pujols. Pero lo harán con una perspectiva diferente por el camino que ha recorrido. El que Pujols llegue a la cima como un Angelino no se compara con que Eddie Mathews batee su jonrón 500 en uniforme de los Astros de Houston, pero ustedes entienden lo que quiero decirles.

Inevitablemente, los cínicos van a apuntar al “prejuicio de la Costa Este” porque el logro de Pujols tuvo menos atención que la que merecía. Pero, ¿acaso no enalteció la historia el hecho de que Derek Jeter lograra su hit 3000 hace tres años en el mismo uniforme que ha utilizado desde que salió de la secundaria en Kalamazoo, Mich.? Lo mismo aplica para Mariano Rivera al lograr su primer salvamento y su No. 652 en uniforme de los Yankees.

Pujols, que sin duda va a estar en el Salón de la Fama, debe enorgullecerse por su logro y disfrutar de la compañía en la que está ahora. El resto de nosotros celebraremos junto a él. El momento en el que el jonrón 500 sobrepasó la cerca sigue siendo uno muy especial. Pero los días de estar cautivados o inmersos totalmente por la persecución de una marca como esa han quedado en el pasado.

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