Washington Cucurto 10y

El temblor

BUENOS AIRES -- Quizás porque la intensidad de la vida porteña ya no daba para más, acepté una invitación de uno los grandes escritores vivos de México, Luigi Amara, para asistir a la Feria del libro Independiente del D.F. Y de este modo, un tanto repentino, comienza mi amancebado romance con el mejor país del mundo, México.

A penas puse mis pies en México apareció mi querido amigo X-Pollo, una celebridad de la cultura mexicana. No hay lugar en el D.F. y en Puebla que no se tenga al X-Pollo como un referente ineludible de todo lo que no hay que hacer en la vida.

La salvajienta y apasionada sociedad mexicana es extremadamente futbolera. Y fue lo primero que me dijeron, hay dos equipos de Carlos Slim que jugarán la final del torneo Clausura. Dos grande equipos como son el Pachuca y el León.

El León se conoce como los Panzas Verdes y son los campeones actuales; ahí juega el genial Boselli. Mañana jugarán en León, que es una ciudad del centro del país, famosa porque hacen zapatos de calidad mundial. Al Pachuca se les nombra los Tuzos; y a la ciudad de Pachuca se le conoce como "la bella airosa".
No sé nada más de estos dos equipos. Pero en las calles se oía una controversia, nacía una polémica futbolera. ¿Pueden jugar una final dos equipos de un mismo dueño? Es como si dos hermanos, se enfrenten en un ring. Le quita realidad.

Sin embargo, por esta vez, deberíamos dejar de lado el fútbol. Mi tétrico y alegre X-Pollo me dijo, "Cucu, ten cuidado, cabrón, la semana pasada se vivieron dos temblores". Me asusté, me dijo que duerma vestido y cerca de la puerta.

X-Pollo, me exageró: "por nada del mundo corras o bajes escaleras, porque es la muerte". Y me dijo algo que nunca entenderé, que me pusiera debajo del triángulo de las Bermudas...

Soy afectivamente impresionable y dejé de pensar en el Pachuca y en el León. En pocas palabras, soy hipocondríaco y sentí que mi estancia en México era una cuestión de vida o muerte.

Me compré un balde por si se caían las lámparas y permanecí vestido siempre y listo para salir corriendo cuando el temblor apareciera.

A la noche, tomé muchos mezcales, me fui a dormir y a las tres de la mañana sentí que el mundo se venía abajo, la cama se movía de un lado a otro como si fuera una película de Stephen King.

La muerte estaba cerca y oí la voz de X-Pollo diciéndome, "toma, cabrón, por frívolo". Salté de la cama y hacía la calle, hacia el centro mismo del Paseo de Obregón, en slips. Pero afuera nada se movía, yo estaba desnudo como un loco en medio de la calle y nada se sacudía. ¿Había sido un sueño? ¿Un maldito presentimiento?

Como sea, en la disparada me choqué con un gordito con un cigarro en la boca. Fumaba en paz. Era Cuauhtémoc Blanco, el máximo delantero en la historia del rico fútbol Mexicali. Al verme me reconoció.

- Cucu querido, ¿qué hacés así en la calle, desnudo, a estas horas?
- Tuve una pesadilla, Cuauhtémoc.
- Me imagino que soñaste con el temblor.
- Sí.
- Es algo que nos pasa a todos. Vivimos esperando el próximo temblor, hasta que finalmente llega. De todas formas, tranquilo. Lo tiene pronosticado para el horario del partido entre el Pachuca y el León.
- Ah...
-Descansa en paz, Cucu. Ve, güey, y escribe sobre esto.

Cuauhtémoc se perdió como un fantasma en la noche azteca e irreverente. Entré al hotel y desnudo como estaba me senté en la máquina de la recepción.

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