Ángel Soto M. / ESPN Magazine 10y

Márquez considera que el Mundial de Brasil será el más complicado

MÉXICO -- A lo lejos, el rostro de Rafael Márquez Álvarez parece no haber sufrido muchos cambios desde aquel año de 1999, cuando abandonó México abordo de un avión de Air France para volar alrededor de 10 mil kilómetros lejos de casa, al Principado de Mónaco. Entonces tenía 20 años y la distancia que más lo había alejado de su familia eran los poco más de 134 kilómetros que separan Guadalajara, donde jugaba con el Atlas, de Zamora, Michoacán, su ciudad natal.

Aquella odisea fue un renacimiento para el jugador. En Mónaco debió enfrentar otra cultura, un nuevo idioma y abrirse terreno en el futbol, un juego en el cual se desarrolló más rápido que sus propios sueños y lo llevó a subirse a un tren de vida con resultados fantásticos: campeón en la Liga de Francia, en España y en la Liga de Campeones.

Hoy, a 15 años de esos días, y ya frente a él, uno se da cuenta de que su modo de hablar es el mismo. Siempre pausado y de una misma tesitura, como atrapado en un largo bostezo. Su trato aún es cordial, educado y siempre atento hacia quien conversa con él. Sin embargo, cuando uno observa sus sienes con cabellos platinados, aquel joven de la primera impresión sólo es un recuerdo, quizá una distorsión óptica de quien esto escribe y por cuestiones generacionales siempre lo verá siete años menor.

Márquez Álvarez luce la madurez de quienes se acercan al final de su carrera. Su mirada no muestra los temores ni las ilusiones juveniles, por el contrario, exhibe los ojos de un padre, un esposo y un capitán. Vaya, Rafa, quien jugará su cuarta Copa del Mundo con México en Brasil 2014, no puede ni trata de ocultarlo: es un hombre cargado de responsabilidades.

¿Dónde se come mejor: en Michoacán, León, Mónaco, Barcelona o Nueva York?
[Risas] He tenido la fortuna de estar en ciudades donde la comida es realmente exquisita, pero, desde luego, mi favorita sigue siendo la mexicana, que no la cambio por nada. Siempre he sido orgullosamente mexicano y me siento muy feliz de haber nacido en este país.

El niño Rafael Márquez qué golosina compraba. ¿Se inclinaba por las frituras, lo enchilado, los caramelos, los chicles o los pastelillos?
Me siguen gustando mucho los Gansitos y los Choco Roles. Recuerdo que al terminar el día en la escuela siempre iba a la tienda a comprar alguno de estos postres que, hasta la fecha, son de mis favoritos.

¿Cuánto dinero le daban sus padres para gastar en la tienda del colegio?
¡Uf! No me acuerdo... Pero era lo justo y necesario para comprar mis golosinas.

Pero le tocaron los tiempos en que aún no le quitaban los tres ceros a la moneda, ¿no?
¡Sí, por supuesto! De hecho, recuerdo de alguna ocasión en la cual mi madre me dio un billete grande, no recuerdo de qué denominación, y me enviaron a la tienda a comprar cosas para la casa, pero por ir jugando lo perdí y me gané, además de la regañada, un buen castigo.

¿No será que Rafael Márquez era de los niños que no devolvían el cambio?
[Risas] ¡No, cómo crees! Lo devolvía siempre; nunca me lo guardé.

Aquella infancia en Michoacán hoy parece imposible para muchos niños. Es un estado muy golpeado por la violencia y la inseguridad. ¿Le duele eso?
A cualquier mexicano le lastima ver esto. En lo personal, como michoacano, me duele mucho ver como la situación se ha ido de las manos del gobierno estatal, primero, y posteriormente del federal. Ahora se intenta poder arreglar la situación y devolver paz a toda esta gente que realmente ha sufrido mucho durante bastante tiempo y vive con el legítimo deseo de poder trabajar con la seguridad de no ser extorsionados o saqueados o amenazados y volver a tener un estado fuerte y productivo. La verdad va a ser algo complicado y difícil sacar esto adelante y esperemos que poco a poco se solucione todo.

Cultura, una forma de vida, riqueza o diversión. ¿Qué es lo que más le ha dado el fútbol?
Me ha dado mucho aprendizaje y la oportunidad de conocer personas importantes, muchas de las cuales ahora son amigos míos. El futbol de alta competencia te permite viajar y abrir los ojos ante lugares maravillosos que nunca imaginé conocer. Además, como dices, por supuesto me ha dado un estatus social importante. Al final, el fútbol te da muchas cosas y queda en uno reconocerlas y aprovecharlas.

¿Y qué es lo feo del fútbol?
Sacrificas mucho tiempo lejos de tu familia. En muchas ocasiones no puedes compartir momentos importantes con tus seres queridos porque estás concentrado o de viaje. Los días de trabajo del futbolista son los fines de semana, y si juegas para un club importante, también llegas a tener ocupada la mitad de la semana.

¿Diría que el futbol le ha dado mucho, pero también le ha robado la vida?
Sí, desde luego, pero así es la vida misma: en ocasiones debemos sacrificar ciertas cosas a cambio de otras. El fútbol te roba mucho tiempo, incluso te llega a aislar del ritmo normal de la vida, pero la carrera del futbolista es muy corta y creo que ya habrá tiempo de vivir con cierta normalidad.

¿Qué es lo que más extraña Rafa Márquez de no ser Rafa Márquez, el famoso futbolista?
Quizá el tener la oportunidad de salir a cualquier sitio y caminar por la calle con la posibilidad de no ser abordado por gente preocupada por conocer todo lo que haces. Eso es lo que más se extraña de la vida que tuve antes de ser una figura pública.

¿El Rafael Márquez que abandonó México en 1999 para jugar en el Mónaco era más tímido? ¿En qué lo cambió este juego que al final de cuentas dictó el camino de su vida? ¿Le dio carácter y seguridad?
Desde luego que competir en Europa me dio más personalidad. Jugar en países lejanos al tuyo te hace madurar más rápido, volverte responsable y disciplinado para poder conquistar tus sueños.

"Por qué hice esto..." ¿En algún momento se hizo esa pregunta?
Sí, por supuesto, pero el fracasar es parte de arriesgarse en busca de obtener cosas importantes. No existe el éxito sin riesgos. Sí, a veces tomé decisiones malas, pero esto te hace recapacitar y aprender para no volver a cometer el mismo error.

¿Cuál fue la peor decisión que tomó?
A lo mejor me adelanté mucho en los tiempos para irme a Estados Unidos. Fue un error porque pensaba en que mi carrera iba en descenso y al final me di cuenta de mi equivocación porque aún tenía mucho por dar en el ámbito competitivo. La verdad, en ese momento di prioridad a la posibilidad de estar en Nueva York y disfrutar esa oportunidad, aunque el nivel futbolístico de la Liga fuera mucho más bajo al de la Primera División de España. El problema fue que mi carácter no me lo permitió porque jugar ahí no fue algo que realmente disfrutara, pero, bueno, todo aquello es parte de una experiencia que me ha ayudado a conocerme mejor.

¿Cree que pudo haberse mantenido más tiempo con el Barcelona? Tenía un año más de contrato...
De haber sido conformista podría haberme quedado ahí el año que me restaba de contrato, pero iba a jugar muy poco y yo no deseaba eso. Sin embargo, sí me arrepiento de no haber continuado en Europa. Además, tenía ofertas importantes, sobre todo la de la Juventus, que era francamente apetecible, pero, al final, me decidí por la de Estados Unidos. Yo sabía que esto significaba bajar un par de escalones en el aspecto competitivo, pero, a cambio, deseaba disfrutar más tiempo a mi familia. Hoy admito que fue una mala decisión.

Mónaco, Barcelona y Nueva York... ¿En dónde resultó más complicada la adaptación?
En Mónaco. Era una cultura muy distinta, fue el cambio radical de Guadalajara al Principado, a otro lenguaje y otro tipo de costumbres. Adaptarme a eso fue difícil, pero, por fortuna, llegué a un equipo en el cual éramos varios latinos, además, algunos europeos también hablaban español, lo cual ayudó un poco. Lo importante fue que, a final de cuentas, deportivamente nos fue bien y eso facilitó muchas cosas.

¿A qué es más difícil acoplarse: a una nueva ciudad, a un nuevo vestuario o a la vida extracancha del futbolista, que se vuelve una especie de celebridad y es requerido para entrevistas, publicidad o sesiones fotográficas?
Es difícil la parte paralela a lo profesional porque tú empiezas en esto con la idea de jugar cada ocho días y triunfar, pero no te preparan para encontrarte repentinamente con que hay quienes comienzan a interesarse por tu vida privada, por buscarte para entrevistas, para fotografías o para obtener alguna declaración. Por supuesto lo más importante es la parte profesional, tu trabajo con el club para el cual juegas. Entonces, poco a poco debes adaptarte y aprender de lo otro porque la carrera conlleva a eso y debes estar listo para poder vivir acorde a las circunstancias.

Y para este juego extracancha, ¿se considera una persona tímida o más bien reservada?
Soy reservado. Es lo que aprendes a lo largo de estos años: primero debes anteponer una especie de escudo antes de tener la confianza de abrirte con las palabras. Sin embargo, también soy una persona muy directa; no me escondo nada y siempre trato de decir las cosas de frente, quizá por eso se me ha cuestionado en algunas ocasiones.

¿En qué momento rebasó sus sueños y reflexionó en que todo lo vivido quizá jamás se lo imaginó?
Todo fue muy rápido en mi carrera, ocurrió en cuestión de dos años porque yo jugaba ya en Tercera División y las cosas me iban bastante bien: ya jugaba con la Sub 17 y me comenzaban a convocar a la Sub 20. Es más, creo que en la Segunda División sólo jugué un partido porque ya me llamaban para el primer equipo donde fui titular desde el principio. Después vino la Selección Mayor, el Mundial Sub 20, aquella final con el Atlas... Honestamente yo no me di cuenta de que mi progresión fue mucho más veloz de lo que imaginé; yo sólo disfrutaba y aprovechaba el momento.

Si destacara cinco partidos a lo largo de su carrera, ¿cuáles serían?
¡Uf! Está muy complicado porque guardo en mis recuerdos más de cinco partidos... A ver, quizá serían todos los de mis debuts. El primer partido con el Atlas sería, sin duda, uno de ellos (2-2, el 19 de octubre de 1996, frente a los Pumas). También mi primer juego con la Selección Mexicana, que en ese entonces fue con 17 años (3-1, el 5 de febrero de 1997 contra Ecuador), mi estreno con el Mónaco (4-0, el 14 de agosto de 1999, contra el Bastia), por supuesto el primer día con el Barcelona (1-1, el 3 de septiembre de 2003, con el Sevilla como rival) y la primera vez que jugué el Mundial (1-0 , el 3 de junio de 2002, frente a Croacia).

¿Y cuál ha sido la mayor decepción deportiva?
Sin duda la derrota (0-2) en el Mundial de Japón y Corea (2002) contra Estados Unidos, partido desastroso en el que, además, salí expulsado por causa de mi carácter, que a veces me gana. Esa es la más dolorosa, además, por supuesto, de la caída frente a Argentina en el Mundial de Alemania 2006 (2-1 en tiempos extra), cuando México había hecho un gran partido y yo había anotado en el tiempo regular. Fue muy duro caer por aquel golazo de Maxi Rodríguez. Afortunadamente en mi carrera han habido más alegrías que decepciones.

Está en la antesala de jugar su cuarta Copa del Mundo, que se realizará nada menos que en Brasil. México llega tras un turbulento 2013 en el cual la eliminatoria fue un desastre y alojado en un grupo donde, además del anfitrión, están Croacia y Camerún. ¿Es el Mundial más complicado que le toca enfrentar?
Sin duda. Nos enfrentaremos a selecciones muy competitivas y el primer partido, frente a Camerún, será fundamental. Estamos en el grupo de Brasil, que independientemente de ser la selección de casa, siempre es un favorito para ganar los mundiales.

Imaginemos esta columna vertebral: Jesús Corona, Guillermo Ochoa u alguien más en la portería. Rafa Márquez, Carlos "Gullit" Peña y Oribe Peralta, con Miguel Herrera como guía... ¿México está en buenas manos para esta Copa del Mundo?
Miguel intenta hacer un gran grupo en lo competitivo, pero sobre todo con muchas ganas de trascender y hacer historia. Te repito, es el Mundial más difícil que me toca enfrentar, pero ¿por qué no intentar dejar huella? Este Mundial es para entregar el corazón y jugar con garra, porque la calidad sí la tenemos.

El director de las Selecciones Nacionales, Héctor González Iñárritu, dijo semanas atrás que se debe pensar en Miguel Herrera como el técnico de México en la Copa Mundial de Rusia 2018. ¿Cree que suceda lo que suceda en Brasil se debe apostar por esta continuidad?
Hemos visto que, en general, se entregan mejores cuentas cuando los ciclos son más duraderos. Veo complicado evaluar a Miguel por los resultados de este Mundial porque tiene muy poco tiempo al frente del equipo nacional. Sin embargo, con todo y eso, sí creo que en los partidos amistosos que hemos tenido el equipo ha demostrado buenos episodios de fortaleza, carácter y fútbol. Por supuesto debemos mejorar en varios aspectos, pero vamos por buen camino.

¿Cuál es el futuro de Rafael Márquez?
Trataré de ser un buen empresario y cosechar los frutos de todo esto que he hecho y poder vivir de ello. Por supuesto quiero seguir ligado al futbol ya sea como directivo, formador o en algo donde pueda compartir toda la experiencia acumulada a lo largo de mi carrera.

¿Qué da más satisfacciones, el futbol o saber que gracias a él puedes ayudar socialmente como lo hace con su fundación (www.rafamarquez.org), que ayuda a niños en comunidades marginadas?
Principalmente el fútbol, porque este deporte me ha colmado de alegrías y una de esas satisfacciones está en poder dar a quienes lo necesitan un poco de lo que tengo. Lograr lo que se está logrando ha sido un sueño para mí. Ahora buscamos abarcar más espacio de ayuda y poco a poco lo vamos logrando con mi fundación.

Cuénteme, ¿por qué Hugo Sánchez, el mejor artillero que ha tenido México, es el ídolo de un defensa central? Por qué no Franco Baresi, Ronald Koeman, Paolo Maldini o Franz Beckenbauer...
[Risas] Bueno... sí podría resultar extraño, pero no lo es tanto. Hugo Sánchez era nuestro ídolo nacional y lo veíamos cada fin de semana anotar goles con el Real Madrid. Es innegable que la posición en el campo es totalmente diferente, pero yo deseaba ser como él porque jugaba en Europa y yo también quería hacerlo y ser alguien importante. Ver a Hugo Sánchez fue una línea que seguí y eso, gracias a Dios, me ayudó a ser quien soy ahora.

Califica a Hugo Sánchez como un ídolo nacional. ¿Usted es un ídolo?
Eso es algo que jamás me detengo a pensar. La verdad no me interesa ser un ídolo, lo que me interesa es dejar huella como ser humano; que se me recuerde como una buena persona.

SUS ENTRENADORES

Ricardo LaVolpe: Mi máximo maestro. De él aprendí muchas cosas.

Didier Deschamps: Me descubrió en otra posición. Él me decía que me veía más condiciones de mediocampista de contención que de defensa.

Frank Rijkaard: Me dio la serenidad, tranquilidad y confianza para estar en un gran equipo como el Barcelona. Le estoy muy agradecido porque jamás desconfió de mí.

Pep Guardiola: Un perfeccionista que sabe explotar lo mejor de cada uno de sus jugadores. Sus equipos tienen sincronía de reloj, porque todos los jugadores dan lo mejor de sí mismos.

Javier Aguirre: Es un técnico muy motivador, que sabe hablar directo y tiene muy claro lo que pide hacer en el campo.

Chepo de la Torre: "No... Conviví muy poco tiempo con él y quizá no fue el suficiente para conocerlo bien".

Gustavo Matosas: Me devolvió la alegría de jugar fútbol. Depositó en mí su confianza para que recuperara mi calidad de juego.

Miguel Herrera: Él se acerca mucho al jugador y eso te abre la puerta para hablar directamente con él cuando veas algo bueno o algo malo en el equipo.

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