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Las víctimas fueron los verdugos

MADRID (EFE) -- Mónaco y Chelsea, que partían como víctimas, cambiaron el pronóstico, se enfrentaron a la historia y levantaron marcadores adversos frente a Real Madrid y Arsenal, los dos "grandes" que parecían inalcanzables y, ahora, no se explican cómo fueron eliminados.

Algún osado apostante se habrá hecho millonario, porque pocos eran los que esperaban que Mónaco y Chelsea entrasen en la penúltima ronda, tras los partidos de ida de los cuartos, y menos aún después de que concluyese la primera parte de sus partidos.

¿COMO HIZO EL MADRID PARA PERDER?
Porque si el Mónaco se consideró afortunado tras perder (4-2) en el Bernabéu, casi daba por perdida la eliminatoria pasada la media hora, cuando Raúl González amplió aún más la ventaja madridista.

Pese a que el Real Madrid no supo conservar su renta hasta el descanso, porque Ludovic Giuly empató en el minuto 46+, el conjunto que dirige el portugués Carlos Queiroz no se sintió en peligro.

Sin embargo, bebió el peor veneno, porque fue un jugador suyo, cedido este verano al Mónaco por no tener sitio en la plantilla, el que devolvió la esperanza a la afición monegasca y, especialmente, al Príncipe Alberto, que en el palco exhibía su peculiar sentido del protocolo.

Morientes, que ya en el Bernabéu había evitado la goleada con un tanto a última hora, marcó un bello gol de cabeza (m.48) y, entonces, el Real Madrid comenzó a temblar.

Se acordó, el conjunto madridista, del cansancio, de sus flojos segundos tiempos y del pánico a ser eliminado. Cedió terreno a un voluntarioso Mónaco y se vio eliminado en el minuto 66, gracias al talento de Giuly para rematar de tacón un centro desde la derecha.

El Madrid vivió, entonces, la peor media hora de la temporada, porque fue un equipo sin recursos, que pudo ser goleado si hubiesen entrado alguno de los dos disparos a los palos del Mónaco y al que la anulación por fuera de juego de un nuevo tanto de Raúl (m.74), acabó por hundirle.

El "mejor equipo del mundo", la constelación de estrellas que despierta admiración allá por donde va, no pudo con un buen equipo, que jamás imaginó que podría llegar tan alto, pero que quedó imbuido del espíritu del técnico francés Didier Deschamps, un ganador nato.

EL ARSENAL, BARRANCA ABAJO
Si sorprendente fue la eliminación del Madrid "galáctico", no menos inesperada fue la debacle del Arsenal de Arsene Wenger, un conjunto que en cuatro días ha pasado de ser considerado imbatible a perder dos de los tres títulos a los que aspiraba.

El sábado, los "cañoneros" perdieron la semifinal de la Copa contra el Manchester United (1-0) y, el martes, sucumbieron contra el Chelsea, cuando tenían todo a favor.

Su dominio sobre el equipo que dirige el italiano Claudio Ranieri había sido indiscutible en la Liga y en la Copa y el empate a un gol en la ida le da un margen para manejar a su antojo el encuentro de vuelta.

Más aún después de que el español José Antonio Reyes le empujase al descanso con un tanto de ventaja. Pero, al igual que le ocurrió al Real Madrid, le empató la eliminatoria Frank Lampard y le asaltaron las dudas.

Las mismas que le impidieron sacar ventaja de su mayor o del apoyo del público y que acabaron por enterrarle tras encajar el gol de Wayne Bridge (m.87).

La clasificación del Chelsea a la semifinal es, sobre todo, un triunfo de Ranieri, un técnico denostado desde el principio de temporada, de quien se dijo que no llegaría al frente de los "azules" ni a diciembre.

Ranieri tuvo que leer que su puesto lo ocuparía el sueco Sven Goran Eriksson, el alemán Ottmar Hitzfeld o el italiano Fabio Capello. El miércoles, quizá lea que es el mejor entrenador de la historia del Chelsea.

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