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Peyton Manning y Gary Kubiak deben acordar cómo correr balón en Denver

ENGLEWOOD -- Desde que Gary Kubiak fue nombrado entrenador en jefe de los Denver Broncos en enero, ha tomado varias oportunidades para decir que el equipo correrá más el balón. Kubiak ha dicho que "simplemente creo en eso".

El coordinador ofensivo Rick Dennison también ha dicho que correrán más, sosteniendo que "es algo en lo que hemos creído".

El mariscal de campo Peyton Manning, quien absorbió un recorte salarial de 4 millones de dólares para ver qué pueden lograr los Broncos, ha expresado que estará cómodo en cualquier ofensiva de que rebase la "wing-T".

Sin embargo, falta ver qué tanto más correrán los Broncos mientras Manning intenta acoplar lo suyo con la filosofía de Kubiak y sus acciones en una carrera de entrenador que incluye tres anillos de Super Bowl. Si trazan la meta en una temporada de 500 intentos de acarreo --un total elevado incluso antes de la proliferación del ataque aéreo-- es claro que Manning, Kubiak y Dennison tendrán que ponerse de acuerdo, porque ese sería un territorio inexplorado para el mariscal de campo.

Manning nunca ha jugado en una ofensiva que corrió el balón 500 veces en un año, y habrá una línea alrededor del bloque de directores y estrategas ofensivos que leerá, "¿por qué correr el balón 500 veces si tenemos a Manning, tontos?". Pero Manning ha sido parte de tres temporadas en que su ofensiva corre el balón 450 veces y tuvo cuatro campañas cuando su equipo no rebasó la marca de 400 intentos.

Esas temporadas menores a los 400 acarreos incluyen su temporada de novato en 1998 y tres campañas entre el 2008 y 2010, antes de perderse la campaña del 2011 por su cuarta cirugía de cuello.

En contraste, Kubiak ha sido parte de ofensivas que corren al menos 500 veces en una temporada en nueve ocasiones y 12 tras unidades que corren al menos 450 veces por año.

No se puede decir que Manning no ha jugado en una ofensiva que tuvo éxito corriendo el balón. Edgerrin James ganó títulos de corredor en 1999 y 2000, con 1,553 yardas y 1,709, respectivamente, y tuvo otras dos temporadas de 1,500 yardas con los Colts.

El asunto, aunque puede ser pequeño o convertirse en una discusión del huevo o la gallina, es que esas campañas exitosas de James vinieron en las primeras siete temporadas de Manning. La pregunta surge: ¿las cosas cambiaron porque los Colts no tenían a James o es que Manning tomó mayor responsabilidad de la ofensiva para enviarle el balón a Reggie Wayne y Marvin Harrison?

Su crecimiento como mariscal de campo, con los Colts corriendo la ofensiva sin reunión y con Manning tomando decisiones en la línea de golpeo, significó que los resultados recaían más en él. Esa lógica ha aplicado en Denver también, pero la postemporadas no ha sido el mismo caso. En las últimas dos salidas de playoffs, incluyendo una derrota de 35 puntos en el Super Bowl XLVIII, la ofensiva de Denver falló cuando Manning tuvo problemas y no tuvo juego terrestre para apoyarse.

La búsqueda por un mariscal de campo de franquicia suele separar a los equipos con trofeo de aquellos que no tienen en la NFL. Pero a lo largo de 16 años, al menos un equipo de Super Bowl ha surgido del puñado de clubes con 500 acarreos en siete ocasiones; en ese período, el máximo total de 500 acarreos por equipo en un año fue de ocho en el 2008, y ha habido cuatro o menos en nueve de esos años.

Así que el proceder de los Broncos para hallar un común denominador entre Manning y Kubiak será uno de los temas más importantes en su lista de pendientes, quizá el más importante tras una renovación peculiar al cabo de un año de 12 victorias.

Manning se vio extrañamente fuera de balance en la derrota de playoffs de los Broncos en enero, tomando decisiones con el balón que fruncieron el ceño de su rostro y enviaron al pateador de despeje al campo. Y los Broncos acumulan cuatro títulos divisionales en fila a cambio de cero campeonatos.

Es cierto que el potencial existe, tanto en personal como en talento, para que los Broncos encuentren balance entre lo hecho y lo necesario. Pero Manning debe aceptar y celebrar los cambios, al tiempo que Kubiak y Dennison le muestran por qué debe hacerlo.