<
>

Antes de brillar para Missouri, el fútbol americano salvó a Shane Ray

El camino de Shane Ray hasta la NFL, a punto de completarse, no siempre fue el más sencillo. ESPN Images

ALLÍ VIENE el hijo de una leyenda del fútbol americano de Missouri, vistiendo pantalones talla 52. No le puedes quitar los ojos, no tanto por su velocidad o agilidad, sino porque no logra mantener esos malditos pantalones sobre su trasero. No corre tanto como anadea. Es inseguro de sí mismo --temas de abandono, dice su madre-- y si hay 22 chicos sobre el campo, probablemente será elegido N° 21.

Pero es el otoño del 2006, el año anterior a que su hijo comience la preparatoria, y Sebrina Johnson está desesperada. Ella sabe que esto debe funcionar. El único ídolo del chico es un primo mayor que se ha empezado a juntar con gente no conveniente, y, en pocos meses, será asesinado en un intento de robo. Sebrina será la única que identifique el cuerpo de ese primo, Justen Johnson, y será ella quien se encargue de los arreglos del funeral.

El fútbol americano no parece figurar demasiado en la vida de Shane Ray en este momento particular --ya había renunciado una vez al juego, en el quinto año-- pero es la mejor salida que se le ocurre a Sebrina. Ella puede sentir cómo se le escapa, mientras se acerca a las calles. Ella lleva al rollizo chico de secundaria a un parque donde juegan los 39th Street Giants. El área es conocida por ser ruda, pero se siente segura. Ella es recibida por un hombre llamado Tom Shortell, dentista de día, entrenador de fútbol americano de noche.

En un momento que cambiaría la vida de Shane Ray, Shortell examina al chico y le pregunta, "Hijo, ¿quieres jugar al fútbol americano?".

"Sí, supongo", responde Shane.

LA MAYORÍA DE AFICIONADOS AL FÚTBOL AMERICANO dirán que el momento que cambió la vida de Shane Ray no ha ocurrido todavía. Llegará el mes siguiente, cuando el ala defensiva All-America consensual de Missouri sea seleccionado en el draft de la NFL, posiblemente como uno de los primeros 10 nombres llamados en el Auditorium Theatre del centro de Chicago.

Después de dormir sobre el piso y vivir en un área conocida como la "Fábrica de Asesinatos" de Kansas City, a Shane no le faltará una cama cómoda en un vecindario seguro. Recibirá millones de dólares de un equipo de la NFL salivando por su explosividad en el primer paso, su fortaleza, y su versatilidad.

Sebrina llorará cuando su nombre sea pronunciado. Shane sostendrá un jersey de la NFL y será trasladado a una nueva ciudad y una nueva vida. Pero no será su momento definitorio. Ha tenido varios de esos, ya.

"Todo mundo se pregunta, '¿Se irá primero?'", relata Sebrina. "Eso es grandioso, pero de quién se trata y el tipo de hombre que es... ese es el mayor triunfo de todos. Va a ser un gran esposo para alguien. Va a impactar tantas vidas más allá de esa plataforma.

"Ese es mi mayor logro".

Por al menos durante la mitad de su vida, Sebrina dice, ella no conoció a un buen hombre. Ella conocía a hombres habladores con caras lindas y grandes músculos. Ella conocía al tipo de hombres cuyas vidas estaban predestinadas a los problemas.

¿Pero un buen hombre? Ella ni siquiera estaba segura de que existiera alguno.

Ella conoció por primera vez al padre de Shane, Wendell Ray, en el gimnasio Bally en Kansas City. Él era el hombre de mayor tamaño que ella jamás había conocido en su vida. Ella nunca había visto a alguien tan bien parecido. No fue hasta después de que habían empezado a salir que ella descubrió quién fue Wendell alguna vez, un liniero estelar de la Universidad de Missouri, reclutado por los Minnesota Vikings en 1981 antes de que las lesiones acabaran con su carrera.

Todo respecto a Sebrina y Wendell se movió rápido. Unos siete meses después de que se conocieran, ella estaba embarazada. Cerca del momento en que tenía programado dar a luz, en la primavera de 1993, ella sabía que su relación había terminado y que Shane sería sólo su responsabilidad.

Él pesó 10 libras al nacer. Arribó varias semanas tarde, enredado en el cordón umbilical, y debió ser extraído mediante una cesárea. Envuelta en dolor y afectada por la morfina, ella no lo vio hasta uno o dos días después del parte. Cuando lo sostuvo por primera vez, el bebé no dejaba de mirarla.

Sebrina le prometió la mejor vida posible.

Ella insistió en brindarle un nombre no específico en el renglón racial: Shane Michael Ray. La madre de Sebrina, Louise, se opuso, convencida de que su nieto iba a ser hostigado regularmente por tener el nombre de un chico blanco.

Sebrina dijo a su madre que estaba bien. "Cuando ponga su nombre en una solicitud", dijo ella, "recibirá una entrevista".

Ser un hombre afroamericano, dice Sebrina, es difícil. Especialmente sin un padre. Así que ella hico cosas proactivas para cerciorarse de que tuviera una oportunidad. No se le permitió usar jerga. "Diablos, no", dice ella.

Sebrina cargaba con el chico a todos lados mientras intentaba conseguir su título universitario, exponiéndolo a libros, pensamientos profundos, y vocabularios expandidos. Pero sin importar lo que ella hacía, Shane todavía añoraba a un padre.

Sebrina eventualmente se casó con un hombre llamado Emanuel McCrainey cuando Ray tenía unos seis años de edad. McCrainey y Sebrina abrieron un restaurante de comida Cajún llamado "The Red Vine" en el distrito de jazz de Kansas City. Sebrina hacía el "cheesecake"; McCrainey dirigía el equipo de fútbol americano infantil de Shane. Ellos eran una familia.

Pero cuando se colapsó el matrimonio, el restaurante cerró, y Sebrina y Shane, quien tendría unos 10 años de edad, estaban de nuevo por su cuenta. Sebrina recibió una oferta de empleo en la industria de la tecnología informática antes de incursionar en el negocio restaurantero, pero había desaparecido, y ella sufrió para encontrar trabajo.

Ellos fueron lanzados de nuevo al vecindario duro, a la "Fábrica de Asesinatos". Su calle estaba constantemente en las noticias malas. Una pequeña muestra de lo que vio Shane: una mujer abriendo el cráneo de un hombre con un bate de béisbol; un cadáver tirado en la calle.

Conforme se dificultaron los tiempos, la coraza externa de Shane se endureció. Uno de los hombres más importantes en su vida en ese momento era su primo Justen, quien era ocho años mayor y quien habría sobrevivido a otro tiroteo antes de su eventual muerte en el 2007. Shane siempre deseaba seguir a Justen. Y entre más tiempo pasaba inmerso en esa vida, más parecía posible. Sebrina sabía que lo estaba perdiendo.

"A veces, incluso los padres aquí pierden las esperanzas", dice Shane, mirando atrás. "No tienes salida. Estás atascado aquí, y es lo que siguen sintiendo. Están atorados aquí para siempre. ¿Cuál es el punto? Todos los demás están en la esquina vendiendo drogas; todos los demás están cargando armas.

"Cuando pienso en mi situación, siempre recuerdo, cuando yo metía mi cabeza al charco, había alguien sacándome".

LA CONCORD FORTRESS OF HOPE CHURCH es uno de los múltiples lugares donde Sebrina rezaba por su hijo. J.J. Smith, un ex corredor de los Kansas City Chiefs, también asistía a la iglesia, y se convirtió en alguien a quien Sebrina podía recurrir para pedir consejo. Smith le insistió en que fuera a conocer a Tom Shortell, entrenador de los 39th Street Giants.

El parque era caótico el día que Sebrina y Shane arribaron, con adolescentes corriendo y papeles volando por todo lado. Sebrina preguntó a Shortell si necesitaba ayuda. Por supuesto que la necesitaba. Ella agarró una tabla y se convirtió en madre para el equipo, repartiendo a los chicos, encargándose de los detalles.

Las personas alrededor del programa en el tiempo del debut de Shane con los Giants pintan un cuadro similar, y poco inspirador para el futuro Jugador Defensivo del Año de la SEC. Shortell dice que tenía forma de sapo.

El único lugar donde Shane se movía rápidamente, aparentemente, era frente al refrigerador. Su primo Ronnie Johnson dice que Shane a menudo iba a casa de un pariente y comía las sobras de una cena para cuatro. Quizás la comida le reconfortaba, dice Sebrina.

Pero cuando Shane estaba sobre el campo, lo intentaba tan duro. Se enfrentaba al que fuera, era humillado, y regresaba por más.

Jugar para los Giants hizo algo más para Shane. Se vio rodeado por figuras masculinas positivas. Shortell, quien es caucásico, tiene cuatro hijos, dos de los cuales jugaron con Shane para los Giants.

Inmediatamente se hicieron como hermanos. Él pasaba los fines de semana en casa de los Shortells, y los chicos jugaban a las luchas. Shane era tan educado que a Shortell le dio por llamar al chico "El Nuevo Eddie Haskell", haciendo referencia al viejo programa de televisión, "Leave It to Beaver".

Comían hamburguesas y hot dogs juntos, y los fines de semana de Shane con la familia irlandesa católica fanática de los deportes pasaron volando. Shortell dice que no hizo un esfuerzo consciente por tratar de ayudar a Shane. Simplemente le vino natural. Así que cuando era momento para que Shane entrara a la preparatoria, Shortell sugirió que Sebrina lo enviara a Bishop Miege, una escuela católica privada apenas al otro lado de la frontera estatal, en Roeland Park, Kansas. Ahí, le dijo a ella, Shane contaría con estructura. Seguiría un código de vestimenta y sería presionado en cuanto a calificaciones, y además jugaría para Tim Grunhard, un ex liniero de los Kansas City Chiefs.

Sólo había un problema. Bishop Miege costaba cerca de 10,000 dólares anuales. Sebrina trabajó y realizó sacrificios para enviarlo allí. Pero en su primer año, Shane se rebeló ante las estrictas reglas de la escuela. Era constantemente sancionado, llegaba tarde a las prácticas de fútbol americano y retaba el código de vestimenta de la escuela.

Shane estaba pasando por muchas cosas en ese momento. No solamente había perdido a Justen, sino también a su tía Carmelita, quien había fallecido por un cáncer en el colon unos meses antes.

Carmelita era de las personas que más apoyaba a Shane. Ella coleccionaba sus jerseys de fútbol americano. Para darse una idea de lo apegada que es la familia Johnson, todo gira alrededor de la casa de Louise Johnson. Ella es la matriarca, madre de Sebrina y Carmelita, abuela de Shane. Los primos jugaban al fútbol americano en un terreno disparejo junto a su casa; los adultos siempre se recargaban en Louise. Carmelita pasó sus días finales en la casa de Louise, falleciendo finalmente en su cama. Por años, Louise se rehusó a reemplazar la cama.

Shane era una preocupación para buena parte de la familia, pero nadie pensaba que se trataba de un chico malo. Estaba llamando la atención, dice Shortell, porque necesitaba ayuda.

Después de todos los problemas de su primer año, Shane deseaba salir de Miege. Sebrina estaba a punto de sacarlo cuando Grunhard la convenció de darle otro año para ver si podían funcionar las cosas. En su segundo año, Shane quedó lesionado durante un partido, golpeado en el área de la cabeza y cuello. Mientras estaba tendido sobre el suelo, no se podía mover, Y debió ser sacado del campo en camilla. Resultó ser un ardor agudo, pero Grunhard pudo ver el temor en sus ojos. Por unos 30 minutos, Shane pensó que todo se habría terminado para él.

"Se le dio una segunda oportunidad para despertar y hacer todo del modo correcto", dice Grunhard. "Pienso que en ese punto, decidió hacer un cambio en su vida".

Para ese momento, Shane empezaba a parecer un jugador serio de fútbol americano. Había pasado el verano previo a su segundo año visitando parientes en New Orleans y podó el césped de los patios desde la mañana hasta la noche en el calor de Louisiana. Para cuando volvió a Kansas City, casi era irreconocible. No estaba pasado de peso, y había disfrutado un crecimiento es estatura significativo.

Shane se comprometió al fútbol americano, y lentamente se convirtió en uno de los mejores alas defensivas del área de Kansas City. Lideró a Bishop Miege al título estatal en su tercera campaña.

La Universidad de Missouri, antigua escuela de su padre, le ofreció una beca. Cuando Grunhard descubrió que el coach Gary Pinkel iba a extenderle una oferta, le llamó a Sebrina. Sabía lo importante que iba a ser para ella.

Grunhard la tenía escondida en el pasillo afuera de su oficina el día que Shane recibió la llamada de Pinkel. Cuando el coach le comunicó la noticia, la cara de Shane se encendió. Grunhard sabía que deseaba llamarle a su madre cuando colgó. Luego Sebrina entró en la habitación. Madre e hijo lloraron y se abrazaron. En sus mentes, lo habían logrado.

"Ella es muy fuerte", dice Grunhard. "Ella debió ser el padre. Ella debió ser disciplinaria. Pero el mayor cumplido que le puedo hacer es: Ella fue una gran madre".

Shane fue a Missouri, soportó más ajustes de actitud y contratiempos de crecimiento, y después de ser designado redshirt en el 2011, sirvió de reserva para Kony Ealy y Michael Sam antes de convertirse en titular como junior. Antes de los partidos, Sebrina le enviaba siempre el mismo texto. "Sé grandioso", decían los mensajes. "Sé como Dios quiso que fueras".

En su tercera temporada, registró 14.5 capturas, quebrando la marca para una campaña de Mizzou, en posesión de Sam y Aldon Smith.

Sebrina era una constante en las tribunas de Missouri. Y lo mismo con el padre de Shane.

Wendell, quien fue citado por no pagar la manutención de su hijo, insiste en que siempre ha llevado una relación con el chico. Por eso, realizó el viaje de 125 millas desde su hogar en St. Louis a Columbia para ver los partidos de su hijo. Cuando ve jugar a Shane, le recuerda a sí mismo.

En el pro day de Shane, recientemente, Wendell portó una camiseta que decía, "The Original Shane Ray". Cuando Sebrina y su madre, Louise, vieron la camiseta, se molestaron. Le pidieron que se la removiera o la tapara, porque pensaron que le estaba restando al día de Shane. Wendell eventualmente se puso la chaqueta.

Se ríe de la sugerencia de que portó la camisa para llamarse atención a sí mismo. Dice que fue un "ícono" en Missouri, y que la portó porque está orgulloso de ser el padre de Shane.

"No quiero sonar arrogante", dice Wendell, "pero cuando nació Shane, aquí estoy, 6 pies con 5 pulgadas y 240 libras, con mi estructura física y todo... esperaba que fuera un atleta. Sebrina cuenta con machos de su lado de la familia. Ninguno de ellos es atlético. Ninguno jugó nada. Él obtuvo ese atleticismo de la familia Ray. Aquí, de esta familia".

Cuando acabó la carrera de fútbol americano de Wendell, lo lanzó a una depresión. Ni siquiera pudo ver un juego por televisión por un par de años.

Pero ama observar a Shane. La temporada pasada, después de un juego de principios de temporada, Wendell halló a Shortell cerca del vestidor y le extendió la mano. Agradeció al entrenador por pasar tiempo con su hijo y ayudarle.

Shortell entiende por qué, pese a sentirse abandonado por dos décadas, Shane quisiera conocer a su padre. La vida es demasiado corta, dice, y la amargura solamente pudriría por dentro a Shane.

Wendell dice que intentó estar en la vida de su hijo cuando estaba más joven, pero que es complicado. Dice que Sebrina no lo quería alrededor de su hijo. Él cuenta una historia sobre haber estado esperando en un hotel de Kansas City para recoger a Shane, pero nadie en casa respondía el teléfono. En un instante, Sebrina puede enumerar las ocasiones en que Wendell no estuvo allí, y cómo devastó a su hijo. Su día de compromiso con Missouri. Sus juegos de preparatoria. Las veces en que la espiral descendente llevaba a Shane fuera de control.

Wendell creció en el norte de St. Louis, un área dura que él dice es conocida como "La panza de la Bestia". Dice que haría parecer al viejo vecindario de Shane como algo lindo. Aunque admite que Sebrina hizo un buen trabajo criando a Shane, insiste en que hubiera estado más presente de haberle permitido Sebrina.

"No puede decir que se lo impedí", dice Sebrina, "porque nunca fue el caso".

Wendell dice no estar interesado en el dinero ni la fama de Shane. Simplemente quiere verlo y disfrutarlo.

ES UN FRÍO MARTES en Missouri, y Shane Ray está en casa de su madre en Raytown, recibiendo un corte de cabello. Ray está debatiendo sobre las virtudes nutritivas de Chipotle versus McDonald's con su primo Ronnie, quien se ha apegado a una dieta vegana.

Ronnie es cuatro años mayor que Shane, quien vivió con la familia de Ronnie durante algunas de las épocas difíciles, cuando Sebrina estaba recién divorciada y buscando empleo. Ronnie, como Shane, batalló con problemas de sobrepeso desde chico. Pero hubo en ventaja en ello; eran más o menos del mismo tamaño. Ambos compartieron un par de jeans Sean John durante un año escolar. Ronnie los portaba una semana, Shane a la siguiente.

Ronnie, quien asiste a la Universidad de Missouri-Kansas City, planea vivir cerca de su primo una vez que Shane sea reclutado. Está listo para transferir a otra escuela y conseguir su título en comunicaciones, listo para probar algo nuevo. También desea cuidar de su primo mientras navega su temporada de novato en la NFL.

Siempre que Shane está en la ciudad, Ronnie desea salir, pero Sebrina usualmente acaba con sus planes. Una noche, recientemente, ellos salieron y Sebrina despertó en medio de la noche, no divisando el automóvil de Shane en la cochera. Ella llamó a Ronnie, al padre de Ronnie y a Shane. Resulta que Shane estaba en casa. Ella simplemente no vio el vehículo.

"Les diré esto", dice Ronnie. "Su madre siempre ha sido muy protectora. Yo le digo, 'Tía, no puedes vivir así. Cualquier cosa le puede suceder a cualquier persona'".

Sebrina lo sabe. Ella simplemente no desea que le suceda a su hijo. Cuando está en casa, cerca de la "Fábrica de Asesinatos", cerca del sitio donde falleció su sobrino, es el instinto el que hace que tire de él todavía más fuerte, pese a que se trata de un hombre adulto.

Antes de que Justen muriera, tenía un hijo. Shane vio el camino que tomaba su primo, y aunque ni siquiera era un adolescente todavía, hizo una promesa a Justen el mayor: si algo le sucediera, Shane se encargaría del pequeño Justen.

Hace algunos meses, Shane estaba en casa cuando descubrió que el pequeño Justen, de ocho años de edad, se había metido en problemas. Justen había robado algunos dulces de una tienda. Llevó al pequeño a una recámara en la casa de la abuela de Shane.

Shane dijo a Justen que no iba a tolerar el robo. Dijo que estaría preguntando por él semanalmente y llamaría a sus maestras en caso de ser necesario. Cuando Shane se fue, el chico se quedó llorando. Dijo que no se metería en más problemas.

Shane desea asegurarse de que siempre hay alguien empujando al pequeño Justen a ser mejor, aunque su padre se haya ido.

"Sé que si no hubiera fútbol americano... podría estar muerto", declara Shane. "Podría estar en prisión; podría estar en las calles. Podría no tener nada".

Ronnie Johnson estuvo allí en los tiempos más duros, pero no está seguro de que eso sea cierto. No hay modo en que Shane hubiera podido caer. Había demasiadas personas esperando para salvarlo.