Rafael Zamorano 9y

Red Grange dotó de credibilidad y viabilidad a la NFL en sus inicios

La redacción de ESPN.com.mx eligió a los jugadores más representativos para cada número de jersey, desde el 99 hasta el 1, para dar a conocer sus semblanzas a modo de conteo regresivo hasta el arranque de la temporada regular del 2015. Aquí puedes consultar la lista completa.

MÉXICO -- La década de los 1920s fue una época extraordinaria para los Estados Unidos de Norteamérica. La época de la posguerra trajo prosperidad en el rubro económico, con la riqueza del país duplicándose durante los "Roaring Twenties", y los rascacielos modificando la topografía de las grandes ciudades. El país vivió un boom cultural de la mano de escritores como F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway y William Faulkner; músicos como Louie Armstrong y Duke Ellington; y una nueva forma de arte que capturaba la imaginación de la sociedad en palacios oscuros y silentes: el cine.

El paisaje deportivo no se mantuvo ajeno a la bonanza. Durante la llamada "Época dorada" de los deportes, el Monte Rushmore estaba conformado por Babe Ruth, Jack Dempsey, Bobby Jones y Red Grange, un jugador de fútbol americano que, por algún tiempo, brilló más que nadie.

Como sophomore, Harold 'Red' Grange fue el jugador más importante de un equipo de Illinois que terminó la temporada de 1923 de manera invicta, conquistando el título nacional. El entrenador en jefe era Robert C. Zuppke, inventor --entre otras cosas-- del pase pantalla y el flea flicker, y quien años antes, había dirigido al propio Hemingway en la Oak Park High School, en un suburbio de Chicago. En aquellos años, los jugadores de primer año no podían competir en el equipo, pero Zuppke tenía confianza en Grange y el resto de los jugadores de esa generación pese a que en la temporada previa, Illinois finalizó con una marca paupérrima de 2-5.

Sin embargo, Grange realmente cimentó su leyenda en 1924, en el tercer partido de la temporada. Fue el día en que se inauguró oficialmente el Memorial Stadium del Fighting Illini, y el rival en turno no podía ser mejor: una escuadra de Michigan que también había finalizado la temporada previa de manera invicta, guiados por el gran entrenador en jefe Fielding Yost. Los Wolverines eran una de las súper potenciales de la época, y Yost predicaba un estilo de juego basado más en la posición que en la posesión.

Grange anotó en el regreso de patada de salida inicial, dejando fríos a Yost y sus pupilos. Nadie le anotaba a Michigan. Luego, Grange anotó de nuevo, esta vez en un acarreo de 67 yardas en una jugada de corte en contraflujo que Zuppke había diseñado específicamente para ese juego. El tercer touchdown de Grange fue una escapada por fuera de 56 yardas, y el cuarto TD llegó instantes después. A los 12 minutos de partido, Grange había destruido al que era considerado por muchos como el equipo más poderoso de su época con cuatro touchdowns, para una ventaja de 27-0. No había terminado. Después de un touchdown de los Wolverines, Grange volvió a anotar, esta vez en acarreo de 11 yardas, y sumó un sexto touchdown a la pizarra cuando lanzó pase de 20 yardas a M.R. Leonard. Grange finalizó el encuentro con 402 yardas totales --212 por tierra, 64 por aire, y 126 en devoluciones de patada de salida--, con cinco touchdowns anotados y un sexto que llegó gracias a su brazo. Por si fuera poco, interceptó dos pases en el encuentro.

Las máquinas de escribir mecánicas en el palco de prensa --acostumbradas a crear poemas para los diarios de la época sobre las hazañas de Grange-- trabajaban a marcha forzada. Nadie podía creer la que sería descrita como la mejor actuación individual de todos los tiempos. A pesar de ello, Grange mostraba una humildad casi tan asombrosa como su juego.

"Bloquear es la tarea más difícil en el campo de fútbol americano", reconocía Grange, desviando el crédito a sus compañeros de equipo. "Y no recibes palmadas en la espalda, no apareces en los titulares".

Tres jornadas más tarde, vendría otro juego de antología frente a la Universidad de Chicago, dirigida entonces por Amos Alonso Stagg. Chicago era un equipo superior a Illinois, y Zuppke lo sabía. No tenía ases bajo la manga como contra Michigan. Pero Grange se volvió a echar el equipo al hombro, anotó los tres touchdowns de su equipo, y el Fighting Illini escapó con un improbable empate a 21 contra los Maroons en un partido en el que terminó por colapsarse de la fatiga y una --o varias-- conmociones.

"Fue el partido más duro de mi vida", confesaría Grange, quien nunca recordaría lo sucedido en el cuarto periodo de ese encuentro.

Las mejores plumas del periodismo deportivo fueron cayendo una por una rendidas a sus pies. Grantland Rice lo bautizó como "The Galloping Ghost" (El fantasma galopante), mientras que Damon Runyon lo describió: "Este hombre, Red Grange de Illinois, es tres o cuatro hombres y un caballo convertidos en uno para el efecto de jugar al fútbol americano".

No había estrella más brillante en el firmamento deportivo que Grange.

La NFL representaba la otra cara de la moneda. Pese a que por aquellos años, el fútbol americano universitario era increíblemente popular --y lo había sido por décadas--, jugar a cambio de dinero era considerado de mal gusto. Se esperaba que una vez saliendo de la universidad, los chicos se dedicarían a un empleo real, olvidándose de un juego agresivo y violento para adolescentes.

La NFL había nacido en 1920 como la American Professional Football Conference (APFC), producto de la reunión de siete hombres en una agencia automotriz de Canton, Ohio. Entre los asistentes se encontraba el gran Jim Thorpe, quien se hizo leyenda primero como jugador de fútbol americano en la Carlisle School, y más tarde con una medalla de oro olímpica en el decatlón (Estocolmo, 1912), y como jardinero de los New York Giants (béisbol). Thorpe fue nombrado comisionado de la naciente liga, que en 1922 adoptaría el nombre de National Football League.

Pero con todo y Thorpe a cargo, la NFL no tenía garantizada su existencia. Equipos aparecían y desaparecían anualmente, y los miembros de la liga a menudo jugaban contra equipos semiprofesionales y amateurs externos para completar su calendario. Por si fuera poco, Thorpe estaba entrado en años, y hacia la mitad de la década se convirtió en un nómada, pasando de equipo en equipo.

George Halas, quien había asumido el control de los Decatur Staleys --que se convirtieron en los Chicagos Staleys en 1921 y Chicago Bears a partir de 1922--, reconoció el problema, pero también identificó la solución. Halas era un graduado de Illinois, y había visto de cerca de Grange en numerosas oportunidades.

Halas no fue el único que reconoció el potencial monetario de Grange. C.C. Pyle administraba un cine en Champaign, donde estaba localizado el campus de Illinois. Durante sus días universitarios, Grange a menudo se refugiaba en el cine, escapando de la enorme atención mediática a la cual nunca se acostumbró del todo. Fue Pyle --un notorio estafador de la época que generó y perdió mucho dinero con proyectos cinemáticos, y que incluso cayó prisionero de Pancho Villa en alguno de ellos-- quien convenció a Grange de que podía ganar cientos de miles de dólares, incluso millones, jugando al fútbol americano.

A Grange no le importaba demasiado el dinero. Después de todo, laboraba entregando bloques de hielo en Wheaton, Illinois, cuando no había temporada, pese a que gozaba de una fama igual a la de Ruth o Dempsey. Pero a Pyle sí. Mediante la recomendación de Pyle, actuando como como el primer agente deportivo para un atleta de que se tenga noticia, Grange aceptó un contrato para unirse a los Bears de Halas para un tour de 19 partidos en 67 días, un día después de su último partido como colegial. Previamente, Grange había rechazado una oferta de los Rochester Jeffersons para jugar a cambio de 5,000 dólares por encuentro, en una época en la que los jugadores ganaban en promedio 100 dólares por partido.

El primer partido de Grange con los Bears fue ante sus rivales locales Chicago Cardinals, duelo que atrajo unos 36,000 fanáticos al Wrigley Field en una época en que los Bears promediaban entre 5,000 y 10,000 aficionados pro encuentro. Unos días más tarde, en el Polo Grounds de New York, Grange y los Bears jugaron frente a unos 73,000 aficionados, y en el Coliseo de Los Ángeles se estima que fueron unos 75,000 fanáticos a ver jugar a Grange, ambos en su momento récords para partidos de fútbol americano profesional.

En total, se estima que unas 400,000 personas vieron jugar a Grange en ese tour, y el acuerdo con Halas le prometía una porción de la taquilla, que fue de unos 100,000 dólares para Grange, cifra impensable para un jugador de fútbol americano profesional. A eso habría que sumarle otros 100,000 dólares que Grange habría cobrado gracias a diversos patrocinios, anunciando toda clase de productos.

El tour de Grange al frente de los Bears es considerado el momento definitivo en que el fútbol americano profesional de la NFL se estableció como un negocio viable a gran escala, capaz de competir a largo plazo con las ligas profesionales de otros deportes.

Por si fuera poco, otros estelares universitarios vieron lo que estaba ganando Grange y decidieron que también probarían suerte en la NFL, como el caso del estelar de Stanford, Ernie Nevers, quien exigió 25,000 dólares por encuentro. Repentinamente, la liga contaba con un nivel de talento que nunca tuvo antes, gracias a estos jugadores.

En su primera temporada oficial con los Bears, la de 1925, Grange jugó solamente cinco partidos de los 17 que disputó el club, pero Grange fue nombrado All-Star de la liga por el entonces presidente Joseph Carr. La fama de Grange creció tanto como la avaricia de Pyle. El agente demandó a Halas una participación de los Bears, la cual fue negada. Pyle entonces creó una liga rival, la American Football League (sin relación con la AFL de los 1960s), con un equipo para Grange, los New York Yankees. Sin embargo, la nueva empresa resultó un fracaso. De los nueve equipos, solamente los Yankees de Grange llenaban con regularidad sus tribunas, mientras que la NFL se había expandido a 26 clubes. Tras solamente un año de existencia, 1926, la AFL desapareció y Pyle peticionó a la NFL que los Yankees de Grange fueran aceptados en la NFL, petición que fue admitida.

Jugando, irónicamente, ante los Bears, Grange sufrió una lesión de rodilla que le cortó su temporada de 1927 y le hizo perderse toda la de 1928. En 1929, la Gran Depresión, derivada del Jueves Negro, marcó el fin de la época de prosperidad económica en el país y Grange, necesitado de dinero, regresó a los Bears mediante una invitación de Halas. Pero para ese momento, las lesiones y los años de desgaste resultante de jugar a ambos lados del balón y en equipos especiales habían cobrado factura.

"No jugué para nada en 1928", recordó Grange. "Fui un corredor ordinario después de eso. Sí me convertí en un back defensivo bastante bueno, no obstante".

De cualquier manera, Grange fue designado All-Pro en las temporadas de 1930 y 1931, y fue pieza fundamental para que los Bears conquistaran los títulos de la NFL en 1932 y 1933, jugando en el mismo backfield que el mítico Bronko Nagurski. Finalmente, después de la temporada de 1934, Grange debió despedirse del juego que le había dado tanto, y al que él le había dado todo.

En 1963, Grange fue parte de la primera generación de enaltecidos al Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional, en Canton, Ohio, junto a Halas, Nevers, Nagurski, Thorpe y otros. Su N° 77 es uno de sólo dos uniformes retirados por la Universidad de Illinois, y uno de 14 números retirados por los Bears.

Grange falleció en enero de 1991 debido a las complicaciones de una neumonía, pero disminuido por el Parkinson's.

Las hazañas del hombre a quien Halas llamó "la flama eterna del fútbol americano profesional", son al mismo tiempo lejanas y familiares, gracias a los viejos filmes en blanco y negro; producen una cierta nostalgia respecto a algo no vivido. Es a través de esas películas en cintas de celulosa, de los reportes en los diarios de la época, y del recuento de los personajes que lo rodearon, que se mantiene viva la leyenda de Red Grange, el fantasma galopante.

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