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¿Se hará Justicia?

Horacio Elizondo habló y muchos se enojaron AP

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) -- Los cuestionamientos serán inevitables, los insultos también. Sus errores serán repetidos hasta el hartazgo y sabrán que una gran lupa los estará vigilando de cerca todos los fines de semana. ¿Hace falta presentación? En vísperas de un nuevo campeonato, los árbitros volverán a tomar protagonismo en el Torneo Apertura. Esta vez, con la enseñanza del Mundial a cuestas y sabiendo que las críticas hacia ellos ya forman parte del folklore del fútbol argentino.

Luego de las polémicas que se desataron campeonatos anteriores, el Comité Ejecutivo de la AFA decidió dejar definitivamente sin efecto los sorteos para todas las categorías y ahora la designación estará a cargo del Colegio de Arbitros, a dedo, como lo hace la FIFA y como también se hace en las principales ligas del mundo.

¿Qué beneficios o perjuicios trae esta determinación? Pues bien, el mensaje parece ser claro: nombrar a los mejores en los partidos más importantes. Es evidente que no todos los árbitros dirigen de la misma manera ni tienen las mismas condiciones y es por eso que se buscará distinguir la capacidad de cada uno y se premiará a los que más acierten y se superen dentro del campo. Sin embargo, no será de extrañar que con el correr del campeonato empecemos a ver a dirigentes y a técnicos quejándose y presionando sobre el Colegio de Arbitros por las designaciones y pregonando una y otra vez porque éste o aquel, no los vuelva a dirigir más.

En teoría, y ya hablando del juego, habrá un mayor castigo para las faltas leves. Se tendrá que amonestar a aquellos jugadores que se lleven el balón, que lo pateen lejos o que se pongan delante de la pelota para impedir que el equipo contrario ejecute una infracción. También se penarán con mayor dureza las infracciones violentas, tal como sucedió en Alemania.

Y hablando del Mundial, un párrafo aparte merece Horacio Elizondo. Llegó a la cima del arbitraje internacional dirigiendo el partido inaugural y la final en gran nivel, obteniendo el reconocimiento hasta del Presidente Néstor Kirchner en Argentina. Ahora, y por su propia decisión de seguir al menos una temporada más, tendrá que volver a poner los pies sobre la tierra. De la sofisticada tecnología y el confort de Alemania a la improvisación del fútbol local, un desafío que está dispuesto a asumir sabiendo que tiene más por perder que por ganar.

También es cierto que su labor en el Mundial colocó al arbitraje argentino en una posición destacada, pero... ¿es realmente así? La falta de criterio en casos similares sigue siendo una constante en nuestro país, algo ya se vio claramente en el torneo pasado. Elizondo hace días nomás fue a conducir un encuentro definitorio entre Atlético y Sarmiento, representantes de la segunda división de la liga de Bel Ville de fútbol. Luego de que el arquero de Atlético, Mariano Oviedo, sufriera un traumatismo de cráneo al recibir un rollo de papel, optó correctamente por suspender el encuentro pese a las críticas que recibió del público y los dirigentes.

Paralelamente, en otro escenario y en un partido "amistoso" entre San Lorenzo y Gimnasia, distinta medida adoptó Pablo Lunati. El juez terminó siendo protagonista innecesario al expulsar a cuatro jugadores, lo que provocó corridas, insultos y agresiones hasta en los vestuarios. Después de 15 minutos de caos y con el clima todavía caliente, decidió reanudar el cotejo.

Ejemplos de jueces que buscan ser excesivamente protagonistas hay de sobra porque el problema del arbitraje no es nuevo en el fútbol argentino. Muchas veces se habló de que una buena medida sería traer referentes del exterior para mezclarse con los del medio local. Pero, si uno mira de reojo a Sudamérica y ve lo que sucede por ejemplo en la Copa Libertadores, se da cuenta que el remedio puede ser peor que la enfermedad.

Hace precisamente 10 años, el presidente de AFA Julio Grondona pensó que la solución estaría en el Viejo Continente. En su momento, la idea no era la de contratar exclusivamente árbitros europeos, sino en hacer un intercambio con Inglaterra, Italia o Alemania, algo similar a lo que había sucedido en el país en 1948 y 1954 (dirigieron ingleses, italianos y un húngaro). Finalmente, ese proyecto quedó, como tantos otros, en el olvido.

Sería injusto decir que el peso de los malos arbitrajes debe caer exclusivamente en ellos. Así como nos quejamos y señalamos con el dedo cada vez que comenten errores graves o milimétricos, también vemos a jugadores cada vez más teatralizados, más preocupados por fingir que por tratar de terminar una jugada. A entrenadores que desde el banco arman sus propios espectaculos y critican cada fallo como si fuera el último. A hinchas cada vez más violentos e intolerantes, que en lugar de colaborar hacen todo lo contrario. A dirigentes más ventajeros y a periodistas más mal intencionados y rosqueros. En definitiva, esa mediocridad arbitral de la que tanto nos quejamos, no es más que un simple reflejo de la misma mezquindad por la que navega en los últimos años el fútbol argentino.