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¿Por cuánto tiempo más?

MÉXICO -- Probablemente muchas personas ignoren que Marco Antonio Barrera de haber querido no sería boxeador y su vida estaría ligada a otros menesteres muy alejados a los golpes, entrenamientos y sacrificios.

La familia del nacido en Ixtacalco, sector enclavado en el sector sur-oriente del Distrito Federal, unida y trabajadora dejó él como en los demás miembros, ejemplos claros acerca de cómo prepararse académicamente, o bien optar por buenas alternativas de vida. El deporte no fue la excepción, el futbol soccer parecía una buena opción, pero tanto para Marco como para su hermano Jorge el boxeo fue irresistible. Le entraron con fe apoyados siempre por su papá, don Jorge.

La carrera de Jorge, el mayor de los hermanos, fue más bien corta aunque muy intensa; después de colgar los guantes y dada la importancia que adquirió su hermano, su asignación dentro del grupo de trabajo ha sido variada y muy importante. Tan importante que cuando Marco iba a enfrentar a un invicto Nassem Hamed, el 7 de abril de 2001, el encargado de supervisar el vendaje del yemenita-británico, fue precisamente Jorge.

Al ingresar al vestidor rival lo primero que hizo fue obligar al grupo de Hamed a realizar de nuevo el procedimiento porque comprobó que se habían pasado en cantidad. La molestia se hizo patente.

Pero para sorpresa de todos, Jorge empezó a hacer una serie de movimientos como si estuviera bailando o algo por el estilo, algo que fue interpretado como si estuviera lanzando un embrujo, por supuesto que el vendaje fue cambiado rápidamente para pedir al "intruso" que abandonara súbitamente el vestidor.

Marco Antonio creció como peleador y fue acumulando reconocimiento paulatinamente. Con toda probabilidad el público del boxeo le recordará por su épicas batallas contra Erik Morales, pero bien sabemos que en su palmarés existen nombres y categoría contra quiénes se enfrentó. Sostiene Barrera que Josefino Suárez, al que destronó nacionalmente para adjudicarse la corona mexicana de peso supermosca ha sido su más terrible pesadilla sobre el cuadrilátero, sin embargo, tanto en la victoria como en la derrota hay hechos superlativos que no podrán soslayarse nunca.

Han sido casi 17 años cumpliéndose a si mismo, con su familia y al boxeo mexicano. Son muchos años y para saber cuántas peleas más, solo él. Manifiesta que serán unas seis peleas cuando mucho, y luego a otra faceta en su vida.

Por lo pronto este sábado lleva un compromiso más, y para no variar contra un rival que se complicó y que busca hacer su propia historia, Ricardo Juárez. Cuando se enfrentaron en el Staples Center de Los Angeles, el pasado mes de mayo, el mexicano era favorito para arrasar, pero la realidad fue otra.

Juárez pregonó a los 4 vientos que su actuación merecía más que una derrota. Ahora tiene una nueva oportunidad de mostrarse, pero no hay duda que su noche será distinta.

"Trabajaré para ganar ahora con más claridad" dijo Marco a mi amigo Ernesto Castellanos, y todo eso sabemos que va a intentar ponerlo en práctica.

Las razones para seguir combatiendo siguen siendo fuertes para Marco, aceptando que a lo que quería llegar en el pugilismo rentado ya lo logró, lo demás es vuelo extra.

Y pensamos, pocos, muy pocos pueden llegar a ubicarse en este sitio de sosiego y tranquilidad mental, para hacer en adelante lo que le gusta como profesional, y dejar de hacerlo cuando lo decida.

Qué bien. Y esperemos el pleito siguiente.